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Poco antes de las 19 horas, entre un largo y cálido aplauso, el cuerpo de Ignacio Solares arribó anoche a la capilla de la funeraria Gayosso de Félix Cuevas. Lo esparaban sus seres amados, sus amigos y una mesa con algunas de las obras literarias que legó a la literatura mexicana. El escritor, editor, dramaturgo y periodista falleció el pasado jueves a los 78 años, fue despedido por decenas de amigos que no han dejado de lamentar su partida.
Sobre su féretro que rodeó su familia, colocaron su birrete del Doctor Honoris Causa.
Desde temprano, los arreglos florales no dejaron de llegar, algunos enviados por amigos y otros por instituciones como el INBAL, la Revista de la Universidad Nacional, el Centro Universitario de Teatro y muchos de la UNAM. Abundaron los mensajes de dolor y admiración.
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La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional, alma mater de Solares, también envió flores y su manifestó su pésame. Igual lo hizo la Secretaría General de la UNAM y Literatura UNAM.
Al lado del féretro, amigos y conocidos del escritor colocaron en un mesa las obras que le dieron a Solares su lugar en la historia de la literatura mexicana. Destacaban La noche de Ángeles, Madero, el otro, La Invasión y El Juramento.
Varias ediciones de la obra Delirium tremends, en la que Solares da cuenta de las secuelas del alcoholismo, también yacían en la mesa.
El ambiente fue de tristeza y melancolía, pero también de memorias e historias ante el fallecimiento del escritor, que con su amplia obra logró reconocimientos como el Premio Xavier Villaurrutia y el Premio Nacional de Ciencias y Artes.
“Vengo al funeral del maestro Solares”, se escuchó varias veces en la puerta de la funeraria ubicada al sur de la ciudad, una prueba de la impronta que el también director de diversos suplementos culturales dejó a generaciones enteras.
Cerca de las 4:00 de la tarde arribaron su gran amigo y cómplice literario, José Gordon, la escritora Rosa Beltrán, y Myrna Ortega, su compañera de vida, para darle el último adiós al intelectual mexicano.
En entrevista con El UNIVERSAL, José Gordon dijo: “Ignacio Solares se fue con mucha luz. Creo que hubo una especie de justicia poética a toda una vida dedicada al arte, a la literatura y la poesía; Nacho desarrolló palabras propias que lo acompañaron en sus momentos finales”, en referencia a la novela "No hay tal lugar" del maestro Solares.
Y reveló que la viuda del escritor, Myrna Ortega, leyó fragmentos de esa novela a Solares en su lecho de muerte. “Ignacio Solares reflexiona en esa novela sobre personajes que se enfrentan a la muerte; hay un personaje que le da unas palabras a una anciana que se está muriendo, hablándole de un tránsito de cosmovisiones entre la vida y la muerte, como un río. Me pareció muy hermoso que esas palabras fueran leídas en los últimos días de Ignacio. Su esposa, de una forma hermosa, le leía esas palabras”, contó Gordon.
El escritor señaló que uno de los proyectos en los que trabajó Ignacio Solares antes de fallecer fue una selección de la columna “Minucias”, la cual se publicó en este diario hasta noviembre pasado.
“Lo último en lo que él estaba trabajando fue un libro sobre sus ‘Minucias’, que son aforismos, breves relámpagos verbales que, de alguna manera, iluminan una paradoja, que te hace descubrir que la poesía aflora. Semanalmente él público en EL UNIVERSAL estos relámpagos, es el texto póstumo que nos deja, pero también nos deja toda su obra que nos ilumina”, expresó.
Myrna Ortega, compartió con este diario que la muerte de su esposo fue coherente con la obra que dejó, que hoy es un legado cultural del país. “Él siempre vivió y creció y trabajó con la creencia de que existe la otredad, de que existe una realidad eterna”, expresó. Luego invitó a los jóvenes reconocer esa realidad a través del legado de Solares, “hay que conocer esa realidad, no tenerle miedo, eso es lo que deja en su literatura y precisamente eso le leí en esos momentos de tránsito”, dijo.
Myrna Ortega reveló que meses antes de morir, Solares comenzó a escribir poesía. “Él nunca había hecho poesía y comenzó a hacerlo, no sé si en algún momento se publique”, dijo Ortega, quien encabezó la primera guardia de honor.