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El escultor británico del siglo XX Henry Moore (1898-1986) regresa a Francia, después de más de una década de ausencia, con una exposición que recorre su producción desde los primeros dibujos de juventud hasta sus obras de madurez, en la que juega con la síntesis entre arte abstracto y surrealismo.
La muestra, en la pequeña localidad bretona de Landerneau, busca "descubrir a este gran artista a través de una retrospectiva completa, desde los años veinte hasta los ochenta", explicó a la prensa el comisario Christian Alandete.
Para este crítico de arte es una satisfacción que el público pueda presenciar la gran originalidad y diversidad de alguien que siempre rechazó tener que elegir entre lo abstracto y el surrealismo.
"Disfrutó jugando con la síntesis de ambos, otorgándole una nueva dimensión a la escultura", dijo en la presentación de la muestra, abierta hasta el próximo 4 de noviembre.
La exposición, con 200 piezas, es un recorrido íntimo por la vida del artista a través de su obra, que cobran fuerza a través de creaciones emblemáticas, místicas y ambiguas , profundas y sensoriales, elegidas para esta ocasión.
Entre ellas, la escultura "Figure" (1933-1934), mezcla de surrealismo y arte abstracto ; "The Liverpool Street Extension" (1941), cuadro que refleja la II Guerra Mundial; su relieve arquitectónico "Wall Relief", en Róterdam (1955); litografías de Stonehenge o la escultura "Madre e hijo", de 1952.
Sus obras, expuestas en numerosas ciudades del mundo, siguen inspirando a nuevas generaciones de artistas, reflejan la sensualidad femenina y conectan con la naturaleza más pura del ser humano, especialmente la relación materno-filial, verdadera obsesión de Moore, nacido en Castleford, en el centro del Reino Unido.
"La relación de la madre con su recién nacido es un tema recurrente en Moore que vuelve a coger impulso con el nacimiento de su hija, Mary", recordó Alandete.
En sus esculturas y cuadros sobre esa temática "vemos su vertiente más ambigua: desde el ideal protector de la madre a una visión más primitiva del hijo en la que parece que la devora casi literalmente" como método de supervivencia, comentó.
"Encontramos también muchas esculturas que buscan crear una fusión entre el paisaje y la obra", añadió el comisario, quien destacó la constante presencia de la naturaleza en toda su trayectoria, en la que utilizó madera, bronce, yeso o piedra.
Esta retrospectiva de Moore llega de la mano de Michel-Édouard Leclerc, presidente del grupo de distribución francés que lleva su nombre, en colaboración con la fundación homónima del artista.
Para el presidente de los supermercados Leclerc, miembro de una familia francesa mecenas de las artes, la exposición en Landerneau es "única", pues la última gran muestra sobre el artista en Francia se remonta al año 2006, en París.
Se busca, en sus palabras, compensar ese vacío de doce años con esta muestra en el Fondo Hélène & Édouard Leclerc para la Cultura , que fuera de sus muros incluye tres obras monumentales en Landerneau y otra en la vecina Brest.
akc