La exposición "Río Bec. Un sitio maya extraordinario" llega hoy a la Media Luna del Museo Nacional de Antropología, con 30 piezas provenientes de las excavaciones de Río Bec, ciudad maya única en su arquitectura y composición social y ubicada en el extremo sur de la selva de Campeche.
Las excavaciones e investigaciones en este enigmático sitio maya son ejecutadas por el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), financiado por el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia. Con dos temporadas de excavaciones que datan de 2002, encabezadas por los arqueólogos franceses Eva Lemmonier y Dominique Michelet, la exposición es una breve muestra de los vestigios de un sitio que pudo ser una ciudad de residencias sin centros políticos o religiosos, y con parcelas y canales de agua para riego.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Dominique Michelet da más detalles sobre la exhibición, y brinda algunos datos para entender la complejidad de esta enigmática ciudad.
“Tenemos la hipótesis de que las familias que habitaron esa zona estaban ligadas de alguna manera. Es una sociedad con tensiones, pero que vivió sin grandes conflictos y puede que las familias estuvieran emparentadas, no fueron conquistados”, apunta.
Michelet señala que los inicios de la ciudad, o del estilo arquitectónico Río Bec, único en su tipo, no están claros todavía, pero se sabe que pudo comenzar entre los años 500 y 550.
“¿De dónde viene la idea de construir de esa manera, con fachadas con elementos adheridos y resistentes? No lo sabemos. Puede ser alguna copia de afuera, de otro lado, pero aún no sabemos de dónde”, apunta.
Sobre las piezas de la muestra, Michelet destaca un busto de estuco, con la cabeza y las piernas cortadas. “Eso provenía de la fachada de un edificio antiguo, era una decoración, pero no de uno cualquiera, sino de un líder de las primeras épocas. Nos da la idea de que las familias podían competir, y que se reemplazaban los líderes”.
Otra pieza destacada es un olla para guardar agua, la cual, probablemente, se utilizó en un ritual de petición de agua.
“No sabemos cómo cayó la ciudad, pero tenemos estos depósitos que indican rituales, y cerca de ellos encontramos restos de peces y corales, probablemente del Caribe, y hasta un niño sacrificado, lo cual es la ofrenda mayor para pedir agua”, explica.
Además de estas piezas, también se incluyen otras de céramica, todas restauradas en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía.
“Buscamos las piezas más llamativas, las que cuentan historias, también veremos vestigios corales y piezas que representan las labores de restauración de estudiantes y profesores”, señala.