El pensamiento literario de Julián Herbert, a través de once ensayos-charlas sobre la literatura, el oficio literario y el lenguaje conforman el libro Suerte de principiante, publicado por Gris Tormenta, con el que la editorial inicia su nueva colección "Paisaje Interior", pero también con el que el narrador, poeta, ensayista, pensador y músico nacido en Acapulco, en 1971, pone un punto final a la pausa y arranca con la escritura de una nueva novela, “porque la verdad la narrativa es poca madre y súper divertida”, asegura.
En entrevista, el también autor de Canción de tumba, novela que sido llevada al teatro, acepta que en este libro comparte su visión más personal sobre lo que significa dedicarse a la escritura, su experiencia impartiendo clases y coordinando talleres, su pasión por la lectura, de aquí también celebre la aparición, en unos meses, de un segundo libro de ensayos en el que repasa la obra de autores de su generación y de generaciones más jóvenes que le fascinan como Luis Jorge Boone, Cristina Rivera Garza, Juan Pablo Villalobos, Yuri Herrera, Eduardo Antonio Parra, Fernanda Melchor, Nayeli Sánchez García y Ximena Santaolalla.
¿Este es un viaje a tu paisaje interior y creativo?
Es un álbum de lecturas también, es algo que yo disfruté mucho, me gustan estas colecciones medio inútiles que uno tiene, como los museos privados clandestinos y medio imaginados. Creo que hay un diálogo ahí, semi público y semi secreto con las ideas de Borges, que Borges era también un clavado de la biblioteca y que hablaba mucho de su condición, no tanto de autor sino del lector, y yo en ese aspecto particular sí me siento muy identificado con la figura de Borges, en el fervor por la lectura.
¿Estas charlas-ensayos se nutren de la conversación?
Los ensayos de Suerte de principiante están basados en un ciclo de charlas que yo hice entre el 2019 y 2020. Todas las grabamos y están en YouTube y eventualmente esas charlas las transcribimos con un grupo de amigos y luego fue todo un proceso de edición largo y muy interesante, de varias reescrituras. Para mí hay una influencia que a veces no tengo tan presente o se me olvida, que es el hecho de yo haber decidido quedarme a vivir en Saltillo. El sentimiento de comunidad también está atravesado por un ritmo de la vida. Muchas de estas conversaciones las he tenido varias veces y se han ido decantando a lo largo de los años con muchas personas, principalmente con Sylvia, mi esposa.
¿Partes de la idea de que la literatura es mente y cuerpo?
Para mí también el libro tiene que ver con un muy radical cambio de hábitos en la vida cotidiana, de ser un personaje completamente noc turno, a ser un personaje completamente diurno, por ejemplo, tiene una cosa muy física en el sentido de que entre los procesos de escritura anteriores y en la escritura de este libro perdí 40 kilos de peso, y eso parece que cambia la manera de pensar en el fraseo. Por eso el ritmo de la oralidad era más importante en este en este libro. Para mí ha sido como esa nueva obsesión, la de lo neurobiológico. Para mí es como ir desde la idea de lo físico, de la práctica, desde la respiración, hasta lo más misterioso o intuitivo que es la vocación.
Las personas tenemos varias vidas, yo he tenido vidas muy fiesteras y lo digo siempre no tanto por el peso autobiográfico, sino porque creo que es un rasgo del estilo, este libro está marcado por el proceso de la sobriedad. Yo consumí durante años, alcohol y sustancias ilegales y llevo casi seis años sin consumirlas y sin consumir alcohol y eso afecta necesariamente una condición de la mente, no digo que sea mejor, no estoy diciendo eso ni estoy ni moralizando ni mucho menos al respecto, no es nada más un cambio de concepción del cuerpo y del tiempo y del espacio y me interesa mucho explorar cómo eso se conecta con el estilo y con la técnica.
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¿Es una gran exploración sobre la escritura?
Yo sí teorizó mucho, por eso en esta última época, casi en paralelo con Suerte de principiante, Casi en paralelo con Suerte de principiante, he querido aplicar algunas ideas a libros concretos de literatura mexicana en otro libro de ensayos. Estoy terminando ese otro libro de ensayos de crítica literaria. Son textos sobre autores como Cristina Rivera Garza, Yuri Herrera, Valeria Luiselli, Fernanda Melchor, Brenda Navarro, Juan Pablo Villalobos, Álvaro Uribe, Margo Glantz, Luis Jorge Boone, Eduardo Antonio Parra, Emiliano Monge.
Y estoy tratando de construir como una especie de acuse de recibo de diez libros de autores muy jóvenes que por algún azar me tocó leer, nacidos en los 80, sobre todo. Hay una novela que está por salir de Nayeli García Sánchez, o A veces despierto temblando, de Ximena Santaolalla. La parte que más me interesa de esta literatura sigue siendo la que está más formada en el oficio literario.
¿El lenguaje es lo que más ha cambiado?
Creo más bien que hay una forma como de promover ciertas literaturas, como proyectando una habilidad estilística. Pero yo sigo pensando que más allá de lo que uno haga ideológicamente o desde la concepción del lenguaje, hay una literatura que es muy potente porque conecta con el lector en un momento histórico, cultural, una obsesión, o también porque propone unos saltos cognitivos y conceptuales muy profundos, eso sigue siendo un misterio. Ximena Santolaya más que la concepción ideológica que tiene del mundo, tiene una gran habilidad para tener puntos de vista coral.
¿Tú mantienes el espíritu de la literatura como una necesidad de escribir para respirar?
Creo que es como ese volver a ciertas obsesiones, también hay una idea ahí como de sacarle la vuelta a otras cosas con este par de libros de ensayo que yo casi considero gemelos. Es como cerrar este ciclo de reflexión que para mí era muy importante, fue un poco como limpiar un poco la mesa de pendientes, para regresar a la narrativa. Decidí hacer una pausa de manera muy consciente en la narrativa, porque de pronto parece que la narrativa se vuelve como puro mercado, y me interesaba dar un paso hacia atrás para ver qué está pasando en mi contexto y para ver qué está pasando en mi cabeza también, para luego poder regresar a esta zona divertida, a la que también estoy regresando poco a poco. Ahora quiero sentarme a escribir una novela porque la verdad es que la narrativa es poca madre y súper divertida.