fue autor de una literatura absolutamente experimental y llevó diarios personales donde inventó artefactos, ensayó una ciencia propia e hizo experimentos científicos imaginarios, ideó y dibujó desde “el instrumental quirúrgico del doctor Farabeuf” y el “quirófano matemático del profesor Kristalo” hasta “la máquina metageométrica”, “los museos de Metaxiphos” y “Un pequeño aparato que permite leer la mente”.

Considerado el narrador más original y vanguardista de su generación, Salvador Elizondo fabricó mecanismos mentales e imaginativos que describió con palabras y plasmó con dibujos en varios de sus libros publicados y en muchos de los 84 cuadernos que conforman sus diarios personales que escribió entre los 11 años y hasta tres días antes de su muerte, a los 73 años, pero también que apuntó en sus cinco “noctuarios” que son los diarios que escribía solo de noche con la imaginación nocturna, y en los diarios de la muerte, donde dio cuenta de su relación con la enfermedad.

Una selección de las invenciones de Salvador Elizondo conforma el libro Mecanismos mentales. Muestrario de máquinas, sistemas, ciudades, museos y objetos imaginarios con selección y prólogo del escritor Javier García-Galiano, publicado por Ficticia. El libro contó con la colaboración de su viuda, la artista visual Paulina Lavista, quien asegura que a 15 años de la muerte de Elizondo, que se cumplen justo hoy, su literatura está muy viva e interesa a los jóvenes, pero también sostiene que aún falta mucho por explorar del universo personal elizondiano.

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“Hay muchos planes, Salvador es un escritor que ha dejado muchas cosas en estos diarios y que necesita todavía seguirse estudiando”, señala Paulina Lavista (Ciudad de México, 1945), quien asegura que todavía hay mucho por explorar en esos diarios para publicarse “así que tengo todavía mucho trabajo pero me angustia que ya por mi edad no me de tiempo”.

Lavista reconoce que Salvador ha dejado huella, se sigue leyendo y está muy vigente; lo define como un escritor muy ocurrente, un lector impresionante y de gran agudeza, admirador de escritores como James Joyce y Paúl Valéry, apasionado del cine y la literatura de vanguardia, un amante de la literatura y de la ciencia como lo confirma el más reciente libro a cargo de García-Galiano, que muestra que Elizondo era un escritor interesado en el método.

“Es fascinante haber estado casada con un hombre como Elizondo, sigue estando siempre presente; era un hombre de métodos, de catálogos, de principios, de leyes. Me hablaba de la ley de la entropía, del principio de la palanca, la ley de la termodinámica, el principio de la divina proporción, todo eso dizque lo aplicábamos en nuestra vida; todos estos principios que Salvador halló en Leonardo da Vinci. Leonardo le fascinaba por los cuadernos y hay una gran similitud de Elizondo con sus diarios”, afirma Lavista.

Da Vinci influyó a tal grado en Elizondo que sus diarios personales incluyen dibujos: máquinas que inventaba y experimentos. “No pudimos hacer una edición muy cara, el libro tiene cuatro o cinco ilustraciones pero son suficientes para darse cuenta de la imaginación de Salvador, además de sus textos”, dice la columnista de EL UNIVERSAL.

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Autor de vanguardia

Salvador Elizondo (1932-2006), autor de la inquietante novela Farabeuf y de otras obras como Elsinore, Narda o el verano y El grafógrafo cumple 15 años de fallecido; en estos años han aparecido libros impulsados por Paulina Lavista, como la edición de bolsillo de Elsinoreque acaba de publicar Ediciones Era, y otros que la fotógrafa planea.

Quiere publicar los “diarios de muerte” que el escritor, traductor y crítico literario escribió durante los últimos dos años y medio de vida donde habla de su relación con la enfermedad; publicar también los “noctuarios” (diarios que Elizondo escribía durante las noches), así como un libro sobre sus experimentos botánicos que trabaja con Javier García-Galiano; un libro que ha hecho su amigo Adolfo Castañón donde reúne las entrevistas que Elizondo dio; y quiere publicar al menos otro tomo de los diarios personales que editó el FCE en 2015 y que tuvo una gran recepción, al igual que la versión conmemorativa de Farabeuf que hizo El Colegio Nacional, del que Elizondo fue miembro.

Paulina Lavista reconoce que una de sus preocupaciones es el destino del archivo personal y la biblioteca de Salvador Elizondo que está en su poder, íntegra, y que todavía es un universo por explorar y estudiar, por ello le gustaría que la resguardara alguna biblioteca, centro de estudios o universidad mexicana, aunque la Universidad de Princeton mostró interés en ella.

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“Me preocupa mucho dónde va a quedar este archivo; por mi edad ya no tengo tanto tiempo de trabajar en él, los hijos de Elizondo tampoco se preocupan mucho del archivo por sus propias ocupaciones, ¿qué va a pasar con un archivo que todavía tiene cientos de páginas que investigar y de experiencias literarias interesantes que son sus diarios?”, dice Lavista, y lamenta que instituciones como la Fonoteca Nacional, donde está el acervo de su padre, el músico Raúl Lavista, tengan problemas.

Confía en que a alguna institución privada le interesen el archivo y la biblioteca pues Elizondo era un lector agudo y traductor de Paul Valéry, Malcolm Lowry y Ezra Pound, y tiene libros que pertenecieron a su padre, productor de cine, y a su madre, que fue sobrina del poeta Enrique González Martínez.

En el archivo hay también películas que hizo Elizondo, proyectos de novelas mecanuscritas que no terminó, “hay una novela que dejó más del 50% avanzada, se llama ‘Estatua de Condillac’, un poco a semejanza del libro de Valéry que se llama Historias rotas, que son historias que no terminó pero que esbozó. Se podría también publicar el guión de Farabeuf que es muy interesante porque tiene dibujos; es decir hay que estudiarlo y seguir haciendo ediciones a futuro porque son interesantes”, afirma Lavista.

Se han truncado proyectos como un documental de su cine, y la publicación de los diarios de muerte que el FCE transcribió y hasta pagó los derechos de autor pero que la actual administración paró. Hay un deseo de difundir, “quisiera que lo recordaran como un escritor de vanguardia, que nunca aceptó ningún puesto político o irse como embajador o agregado cultural, fuimos artistas que trabajamos y vivíamos de nuestro trabajo”, concluye Paulina Lavista.

El dato

Exploran los mecanismos mentales e imaginativos de Salvador Elizondo
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Frase

“Hay muchos planes, Salvador es un escritor que ha dejado muchas cosas en estos diarios y que necesita todavía seguirse estudiando”. Paulina Lavista. Viuda de Salvador Elizondo.