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yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
A cien días del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la Estrategia Nacional de Lectura —uno de los ejes de su programa de cultura— aún no es más que una sucesión de acciones aisladas y controvertidas que ha puesto en marcha Paco Ignacio Taibo II a través del Fondo de Cultura Económica.
Desde esa instancia federal que absorberá a la red de librerías Educal y a la Dirección General de Publicaciones, se han emprendido rutas de librobuses llamadas Libros a bordo, se ha lanzado “Vientos del pueblo”, una colección de libros económicos, y se han emprendido remates de libros que estaban en bodegas, pero será hasta el próximo 23 de abril cuando presente un plan más delineado.
El pasado 27 de enero, en Mocorito, Sinaloa, Eduardo Villegas, coordinador nacional de Memoria Histórica y Cultural de México, presentó los tres ejes de la Estrategia Nacional de Lectura que encabezó el presidente de México; el próximo 23 de abril, Día Mundial del Libro, Villegas presentará las acciones concretas, la población que será impactada y las metas específicas que esperan alcanzar desde esta Estrategia que está radicada en Presidencia pero que realizarán diversas dependencia de las secretarías de Cultura, Educación Pública, Turismo e incluso Conacyt.
Sin embargo, expertos en el tema del libro y la lectura, como Tomás Granados, Juan Domingo Argüelles y Gerardo Ochoa Sandy cuestionan que a la fecha no se ha presentado ningún plan y siguen en las definiciones. Ochoa Sandy asegura que luego de cien días de gobierno más cinco meses de transición aún no hay un proyecto de trabajo: “No saben lo que se ha hecho en el pasado ni lo que hace hoy la SEP ni bibliotecas. Parafraseo al clásico: ‘llegaron a aprender’”.
Granados comparte la idea: “Han pasado ya demasiados meses para hacer diagnósticos, debió haber uno previo a la campaña para nutrir el contenido del programa electoral; una vez ganada la elección hubo meses de sobra para hacer diagnósticos, pero ya han pasado más de tres meses desde la toma de posesión; es un compás de espera demasiado largo. Qué bueno que la Estrategia Nacional de Lectura esté cerca de la Presidencia, qué malo que tarde tanto”.
Primera meta. El 23 de abril, aunque aún no sabe dónde, en un acto encabezado por el Presidente de México, Eduardo Villegas y todas las instancias implicadas, presentarán las acciones concretas de la Estrategia Nacional de Lectura. “Presentaremos cuántas ciudades esperamos visitar, por ejemplo, en Misiones Culturales; con qué población intervenida; cuándo van a estar los libros de texto de la nueva versión en donde se va a enfatizar el tema de la lectura; cuántos consejos escolares existían con el tema de la lectura y cuántos se van a tener a finales del sexenio. Toda esa numeralia la estamos trabajando de tal manera que se pueda presentar de una forma no sólo creíble sino que haya un compromiso real de todas las instituciones”.
En entrevista, el coordinador de Memoria Histórica y también encargado de elaborar la Estrategia Nacional de Lectura con todas las dependencias públicas que trabajan en el fomento del libro y la lectura, de las secretarías de Cultura, Educación Pública, Turismo y Conacyt, asegura que el 23 de abril presentarán las acciones en términos de compromisos que tendrá cada dependencia. “Las acciones que vamos a entregar no son acciones que va a realizar Presidencia”, pues en realidad él junto con un equipo de seis personas serán vinculantes de esas dependencias y vigilantes de que esas dependencias cumplan sus compromisos.
“La Estrategia Nacional de Lectura radica en Presidencia, no es una nueva dependencia, no cuenta con un aparato adicional pero sí las dependencias deberán cumplir una función adicional, y mi función es simplemente convocarlos, hacer que se escuchen entre ellos, reorientar las cosas, pero no se trata que ahora desde arriba les voy a decir qué y cómo lo van a hacer”, señala Villegas, quien reconoce que él no es el jefe ni de Marx Arriaga, director general de Bibliotecas, ni de Paco Taibo, gerente editorial, encargado de despacho del Fondo de Cultura Económica.
“Lo que sí puedo hacer, y es lo que he venido haciendo y continuaré haciendo en términos de la Estrategia Nacional, es lograr que las áreas que tienen deficiencias se subsanen, no inyectando más recursos si no apoyándose en otra dependencia que sí lo puede hacer, y que no se necesita crear una nueva estructura ni más recursos, simplemente eficientar lo que se venía haciendo”, afirma Villegas.
Tomás Granados puntualiza: “Celebro que las acciones de promoción a la lectura estén tan cercanas a la Presidencia, quiero creer que eso significa que es de la más alta prioridad en las actividades culturales, educativas y económicas del gobierno pero lo deseable es que hubiera una política estructurada y orgánica que tuviera diversas acciones pero todas están en base a ejes que yo sigo sin ver”.
El autor de Libros y editor de Grano de Sal, alerta sobre que se está dejando por fuera de esta Estrategia la acción no gubernamental para la promoción del libro que tiene que ver con estrategias para que haya un auge en la industria editorial mexicana como productora de bienes culturales. “Suponer que toda la acción de promoción a la lectura la tiene que hacer el Estado es una política un poco miope; yo no he visto una sola acción que involucre el estímulo a la producción de libros fuera de la órbita gubernamental; es muy pronto tal vez, pero me parece que hay suficientes meses para haber hecho el diagnóstico y proponer estrategias concretas que no solo involucren la acción del gobierno”.
Juan Domingo Argüelles señala que el 27 de enero, la Estrategia Nacional de Lectura se anunció más que nada “para hacer historia”, y se describió más con buenas intenciones que con precisiones.
“Es comprensible: lo que se hace es el anuncio, pero de ese anuncio lo que más quedó en el ambiente (reforzado por el propio Presidente del país) es el afán moralista que se le quiere dar a la lectura, bajo la premisa de que leer hace buenas a las personas, y quienes afirman esto, se entiende, obviamente, son modélicas en bondad. De lo demás, falta por ver, justamente la “Estrategia”. En cuanto a las acciones, lo concreto son los primeros tres títulos de la colección Vientos del Pueblo, del FCE, con tiradas de 40 mil ejemplares y precios de 11, 12 y 20 pesos, dirigidos a conseguir ‘un país de lectores felices’”, afirma.
Entre reuniones, diagnósticos y evaluaciones. Eduardo Villegas asegura que desde la presentación en Mocorito y hasta el día de hoy, su labor ha sido sostener decenas de reuniones con decenas de funcionarios de las dependencias que ya trabajan en el fomento a la lectura; se ha reunido con especialistas y legisladores para que a partir de esos encuentros definan un diagnóstico, que ahora es de unas 45 páginas, y a partir de allí definirán las acciones concretas; y luego, crear además criterios de evaluación de esas acciones.
“Mi función es hacer un diagnóstico de las acciones y de la evaluación; definir con qué criterios vamos a evaluar si en cinco años conseguimos o no mejorar la situación de la lectura; necesitamos indicadores, estamos generándolos, buscando cómo vamos a medirnos”, explica Villegas.
A la pregunta de si bastan seis años para emprender la Estrategia y evaluar los resultados, él responde: “Es muy probable que los resultados más importantes no sean visibles en dos, tres, cuatro e incluso cinco años, porque para nosotros el eje más importante es el que corresponde al pedagógico formativo, y eso significa sembrar; los primeros resultados no los veremos en un año ni tienen un efecto inmediato, porque es una transformación mucho más lenta, pero esto no quiere decir que si no se consigue nada me excuso; por supuesto estoy convencido de que al término de nuestra gestión habrá resultados visibles que serán importantes, pero los más importantes vendrán con el tiempo”.
Gerardo Ochoa Sandy cuestiona las dinámicas: “¿Por qué no han crecido los índices de lectura? Porque el fomento a lectura no inicia en el aula sino en la familia. Si la lectura por placer –como la música, la gastronomía, el cine, los deportes— no forma parte de ese entorno, el cultivo de ese gozo es difícil inculcarlo después. La estrategia inicia en el hogar, educando a los padres a leer para que eduquen a sus hijos a leer, como parte de su experiencia lúdica de vida”.
Granados reitera que viendo lo poco que han presentado él quisiera que la acción del Estado pasará de lo que quiere hacer el gobierno: publicar, distribuir y vender, porque puesto así “es muy autolimitado el programa”.
Eduardo Villegas dice que debe ya sentarse a definir las acciones concretas de la Estrategia Nacional de Lectura que presentarán el 23 de abril y que entre los atractivos está que Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente, participará una vez al mes en acciones de fomento a la lectura; y cumplir con su tarea de “mediador evanescente” —un término que le gusta de Max Weber— entre las distintas dependencias. “No sé si me tiran de a loco, creo que no, la ventaja de estar en la Presidencia es la capacidad de gestión y que los puedo convocar y decir tenemos esta tarea”.