La reticencia de la academia ha dejado el debate sobre el lenguaje inclusivo no sexista a nivel de divulgación y se ha dado en los medios de comunicación e Internet, donde se ha incrementado el uso de "e", "x" o la "@" por parte de las feministas, grupos no binarios y otras minorías, pero aún no halla espacios en las publicaciones especializadas de lingüística o filología, e incluso ha entrado poco a poco en los análisis de las academias de la lengua.
La RAE, por ejemplo, sólo ha emitido un documento al respecto: “Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas” que hizo a solicitud de la vicepresidenta del gobierno de España, Carmen Calvo, publicado en 2020. El informe puso a discusión el uso del lenguaje inclusivo en la Constitución española, la posición de la RAE sobre el sexismo lingüístico, femeninos de profesión y masculino genérico, las respuestas que emite a petición de los hablantes sobre cuestiones de género, así como la relación de enmiendas relacionadas con el lenguaje inclusivo incorporadas al Diccionario de la lengua española.
El autor analiza las redes sociales, los medios de comunicación e incluso discusiones académicas donde se debaten aspectos del lenguaje inclusivo, hace análisis del uso planificado del morfema -e- que, dice, evoca el significado “género indistinto” o “sin género” en una frase sustantiva referida a un conjunto integrado por personas de más de un género.
“El nuevo morfema —e (y sus variantes acotadas a la escritura, @ y x)— evitaría la opción por defecto del morfema masculino ‘o’ en dichos contextos. El mayor mérito del morfema e es que consigue visibilizar el justo reclamo a favor de la igualdad de género de una manera poética, porque con él la comunicación se orienta al mensaje como tal”; sin embargo, señala Gil, que el uso planificado del morfema e afronta “graves limitaciones y cae en paradojas que terminan haciéndolo inadecuado en varios tipos de situación”.
Estudiosas de la lengua como la lingüista Niktelol Palacios, de El Colegio de México; Carmen Fajardo Rojas, egresada del doctorado en Lingüística de El Colegio de México; la lingüista y filóloga Concepción Company, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y de El Colegio Nacional; Hortensia Moreno, del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM; y Perla Martín, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, analizan el lenguaje inclusivo y afirman que la pregunta en el centro de la discusión es cómo decidimos hacer el cambio, si desde el vocabulario o desde la morfología, la tipografía, la sintaxis o el discurso.
La discusión se reactivó el 24 de agosto pasado cuando se viralizó un video en redes sociales donde una persona no binaria exigió ser llamada “compañere”: “No soy tu compañera, soy tu compañere”. Con ello se revivió una entrevista de 2019 en la que el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa le señaló al periodista Jorge Ramos su inconformidad con el uso del morfema e para hablar de “todes” en vez de “todos”; el escritor aseguró que apoya las luchas feministas pero que “desnaturalizar el lenguaje porque se considera machista es una estupidez”.
Niktelol Palacios dice que la lengua ha tenido muchos cambios a lo largo de la historia y las sociedades nos construimos y nos transformamos gracias a esta tradición, y que el cambio de la lengua como pide el lenguaje inclusivo no es antinatural.
La lingüista y filóloga Concepción Company dice que la gramática a lo largo de 2 mil años tuvo a disposición el uso de la e, pero hasta ahora es tomada por las feministas más jóvenes, de 20 y 30 años, que insisten en codificarse así, pero afirma que ya estaba en palabras que eran incluyentes y sin género, como estudiante y comerciante.
“Las feministas activaron la e, no sé si va a quedar, me parece interesante, lo he platicado con minorías sexuales no binarias, quienes no se identifican ni con hombres ni con mujeres, y están usando la e y me parece que es un modo interesante en tanto que la lengua tenía esa disposición, esa posibilidad de que esa e no significaba ni masculino ni femenino sino que había que meterle sintaxis para poder actualizar el código: la estudiante o el estudiante, la comerciante o el comerciante”.
Para la lingüista Carmen Fajardo, la “aproximación del lenguaje inclusivo en México se ha dado más desde artículos de divulgación porque el tema no es muy aceptado desde la academia, ha habido una reticencia a estudiarlo desde lo académico y más bien muchos de los textos de las lingüistas se ha dado siempre desde publicaciones periodísticas”.
Por su parte, Hortensia Moreno dice que se están dando fenómenos de comunicación y de significación de la lengua que contravienen la idea generalizada de que hay una forma correcta de hablar y que las demás formas son incorrectas, o una forma correcta de escribir y las otras alternativas son incorrectas, pero lo que dejan ver los hablantes es el uso de la lengua en todos los contextos y propuestas, algunas más abiertas y libertarias, pero que son variantes posibles del uso del español.
“Aquí es donde se dan estos fenómenos de la propuesta del morfema e como un posible neutral; para mí, la idea más importante es que la discusión sí tiene una dimensión lingüística, pero también es una discusión política”, afirma la estudiosa que señala como buenos avances en ese territorio las varias guías para uso de lenguaje incluyente y no sexista que han desarrollado varias instituciones en México y que, dice, reflejan la diversidad, “se reflejan en las palabras que usamos, en los usos, en los giros lingüísticos que utilizamos”.
Palacios asegura también que ya empieza a haber una respuesta institucional que se deriva del trabajo de mucho tiempo, de muchos colectivos y muchas colectivas que han venido impulsando el cambio y que han obligado a estas instituciones, algunas más tradicionales, algunas más propensas a escuchar a la comunidad en general. Dice que en El Colegio de México está trabajando muchísimo, incluso tienen una primera presidenta con todo lo que eso implica a nivel académico y gramatical, además tienen el Diccionario del Español de México, que coordina el lingüista Luis Fernando Lara.
“En el Diccionario somos muy sensibles a estos cambios, nos toca dar cuenta de lo que está usando la población y eso es lo que refleja el Diccionario, por eso siempre va un poquito por detrás del cambio social, porque necesitamos asegurarnos que esté ahí, por supuesto que ya ponemos atención en qué hacemos con determinadas profesiones que antes se consideraban propias de hombres o propios de mujeres, es ir quitando esos estereotipos en nuestras definiciones porque ya no representarían lo que está ocurriendo en la realidad”, concluye Palacios.