La entrega de la Medalla Bellas Artes en Música al flautista Horacio Franco el pasado 21 de agosto es una forma de reconocer sus más de 40 años de trayectoria artística, en los que se ha convertido en un referente nacional de la música clásica, con una vasta proyección fuera de las fronteras del país y una serie de premios que lo respaldan (Medalla Mozart, Austria-México en 1995; al año siguiente, la Mejor interpretación de una obra contemporánea por el Ministerio de Cultura de Israel, y el Early Music Award, 2002-2003, entre otros).
Más allá del virtuosismo, la fuerza de su personalidad y su presencia pública como activista lo han vuelto también, desde la década de los 90, uno de los rostros más visibles de la comunidad LGBT.
En entrevista, Franco habla sobre lo que espera, a corto plaza en su carrera, los aciertos y fallas en materia de política cultural en años recientes y ciertas necesidades de la comunidad LGBT.
¿En qué momento de su trayectoria le toma la Medalla Bellas Artes?
Estoy en una transición de jubilarme del Conservatorio para hacer un proyecto de una orquesta barroca en el Sistema Nacional de Fomento con la Escuela Orquesta Carlos Chávez. Es una vuelta, una consolidación de muchas cosas también, de seguir estudiando mucho la flauta, de nunca creer que ya llegué a donde tendría que llegar, sino que me falta mucho como a todos. Somos como atletas de alto rendimiento. No confiarme en que ya llegué, seguir estudiando repertorio nuevo, seguir trabajando, viajando, esperando que el sexenio que entra sea un poco más promisorio para las artes relacionadas a las bellas artes. Yo apoyo mucho el trabajo que en este sexenio se hizo con las comunidades marginadas, pero es necesario llegar a un equilibrio, se tiene que seguir apoyando a las culturas comunitarias, pero también a los proyectos que tenemos los artistas, que se nos dé trabajo. Estoy seguro de que Claudia Sheinbaum, a través de Claudia Curiel, lo va a lograr y también la Secretaría de Hacienda, con el presupuesto que se le dé. Nunca hay dinero que alcance, quiero ser partícipe de este sexenio nuevo, quiero seguir trabajando como he trabajado hasta ahora y seguir haciendo lo que hago. En este momento me dan la medalla Bellas Artes, en un momento en el que mi carrera se ha consolidado en muchos aspectos y en otros aún debe hacerlo más, como la dirección.
Se tiene que seguir apoyando a las artes adscritas a las bellas artes junto a las culturas comunitarias y la música tradicional, sin hacer dispendio a ninguna. Lo que queremos los artistas como yo es seguir trabajando por y para el público.
¿Cuál es el mayor reto para Claudia Curiel?
El mayor reto al que se va a enfrentar es que le alcance el dinero para hacer los proyectos o seguir albergando las instituciones que tiene a su cargo. Las instituciones que tiene a su cargo son instituciones muy fuertes políticamente hablando, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, y también en el terreno político está la cuestión sindical y toda la cadena de museos que hay en México, que es tan importante y que se tiene que apoyar; alcanzó poco el dinero para apoyar a museos y proyectos de la infraestructura del INBAL y del INAH, alcanzó poco el dinero para apoyar orquestas sinfónicas, solistas, directores huéspedes. Obviamente eso enojó mucho a la comunidad cultural del país. En el sexenio de Claudia Sheinbaum se tiene que encontrar ese equilibrio.
El presupuesto que indica la UNESCO para la cultura y las artes es de 1% del Producto Interno Bruto (PIB). La misión de Claudia Curiel es comprometer a Claudia Sheinbaum que tiene que, a su vez, comprometer a la Secretaría de Hacienda para que se asigne… Es una cuestión de las Cámaras, de la aprobación del presupuesto para satisfacer las necesidades de todos los proyectos que se tenían en el sexenio de López Obrador y lo que se dejó de apoyar. Que Presidencia haga realmente la petición de un presupuesto anual para la cultura y las artes.
¿Qué punto débil vio en políticas culturales?
El Estado mexicano como rector de la Cultura tiene una infraestructura fenomenal, con los Institutos que ya mencioné, los institutos estatales de Cultura, las becas del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales (exFonca). México es un país, culturalmente hablando, muy apoyado en teoría. Pero también hemos pagado la factura de la corrupción y del ostracismo institucional y del gandallismo sindical. En ese sentido no se podrá avanzar si todas las instituciones no ponen de su parte para hacer una colaboración genuina y de pactos con el gobierno federal, en este caso con Claudia Sheinbaum, a través de Claudia Curiel, y se sientan las bases para destrabar todas las cosas que quedaron atoradas en los sexenios anteriores y en este también. El problema es que no se destrabaron cosas que debieron destrabarse con Lucina Jiménez al frente del INBAL y Diego Prieto al frente del INAH, porque, finalmente, no se contó con la voluntad sindical suficiente, pero tampoco con el presupuesto suficiente para que pudieran realmente, en un momento dado, pensionar a los pensionables y otorgar mejores salarios a los maestros y a los trabajadores de las instituciones en cuestión.
¿El descontento de la comunidad cultural fue un talón de Aquiles?
Es que no alcanzó el dinero. Se apoyó a esto y a la infraestructura pública, que tanto dinero costó, pero que se hizo bastante bien. Y tenemos todos los programas sociales y de cultura que también se hicieron bastante bien. No hubiera alcanzado el dinero para seguir soportando tanto dispendio, como se estaba acostumbrado antes, y pagar salarios extralimitados a artistas que vienen del extranjero. Se hizo con mucho dinero, pero no era fundamental. Incluso a mí nunca más me llamaron de Relaciones Exteriores para dar conciertos fuera de México porque no había dinero ni para boletos de avión, menos para honorarios de las embajadas y los consulados. Este sexenio ha sido el peor que he tenido en mi vida para trabajar. No ha habido un sexenio en el que haya tenido tan poco trabajo como éste, sin embargo, lo que no se me dio ni a mí ni a todos los artistas a los que se nos había dado durante tantos años, se les dio a los niños de las comunidades, a los indígenas. Debemos tener en cuenta que no todo debe ser para nosotros todo el tiempo y había sectores de las comunidades mexicanas totalmente abandonadas.
¿Pero ahora la apuesta es que Claudia Curiel ponga las dos cosas en la balanza?
Yo se lo dije a Claudia Sheinbaum en persona, cuando me reuní con los artistas que la apoyamos. La gran misión de Claudia Sheinbaum, ya presidenta electa, es precisamente lograr ese apoyo a las culturas tradicionales, indígenas, populares y las culturas que albergan las bellas artes. Por eso están tan enojados los colegas. Tienen razón. Los entiendo, pero no los justifico porque, al ver todo lo que han hecho en cuestión de infraestructura cultural son proyectos que no había hecho ningún otro gobierno antes.
¿Cómo le gustaría que estuvieran las políticas culturales al final del sexenio que viene?
Me gustaría ver que todo evolucionó de tal manera que las artes de todo tipo pueden convivir sana y paralelamente en todos los espacios culturales. Que el Palacio de Bellas Artes y Los Pinos sean espacios realmente para todas las manifestaciones artísticas. A mucha gente todavía le falta entender que somos un pueblo culturalmente muy diverso, muy rico. Los artistas que trabajamos para la cultura y las artes tenemos los mismos derechos de ganarnos la vida en todos los escenarios y la proyección de la cultura mexicana como un bastión. De eso va a depender mucho el trabajo de nuestro futuro canciller, Juan Ramón de la Fuente. También hay que vincular precisamente con el trabajo de la promoción turística, la cultura y las artes mexicanas como parte de lo que se promueve, no sólo la cuestión arqueológica, sino la vida cultural versátil y plural que tenemos en todo el país.
¿Qué necesita la comunidad LGBT?
El gobierno tiene la tarea de ser un portavoz de todo lo que la comunidad LGBT representa. Tener en cuenta las agendas y necesidades médicas de la comunidad y población LGBT y las garantías de salud, obviamente, con presupuesto. En otras palabras, que no le sean ajenas a ningún rubro de los gobiernos. Tal como hay Secretaría de las Mujeres yo haría una Secretaría o una institución de la diversidad sexual dentro de los gobiernos. Eso no se les ha ocurrido tampoco. Debe hacerse una institución, de corte más inclusivo, para la diversidad sexual para proteger todos los derechos de todas las minorías del país.