La entrada en vigor del “nuevo peso” y la estigmatización del VIH recorrieron 1993, año de cambios profundos en México y un momento histórico que fue “la bisagra hacia una nueva manera de concebir cómo se hace el teatro y cómo nos enfrentamos a la sexualidad”, cuenta el dramaturgo , autor de "

Con elementos austeros, los actores “bosquejan otras ficciones. El sentido de la metateatralidad se da hasta llegar al punto en que el actor es consciente de que está actuando y representando algo escrito por una persona que murió hace 25 años, Alejandro Reyes. Se trata de alcanzar ese punto en el que el ´yo, actor´, puede ser consciente de que su personaje existió y sólo está interpretándolo”, asegura Martín Acosta.

Para Luis Mario Moncada el juego representativo es continuo sobre el escenario. “La novela es una reflexión sobre el arte del actor. El eje de la reflexión es el cuerpo y la condición de un artista que escribe una novela sobre todo lo que vive; hay un juego de representación dentro de la representación, muy marcado, mientras el personaje enfrenta un diagnóstico, el del VIH, que equivalía entonces a una sentencia de muerte”.

Es lógico que las preguntas sobre la identidad se planteen tanto para quien representa en escena como para el público. “¿Soy un ente sano o uno enfermo? ¿Soy un hombre o una mujer? ¿Qué significa vivir con una enfermedad que debe llevarse en secreto para no ser estigmatizado? La idea es vaciarse uno mismo para ser ocupado por otro cuerpo y otra psique. Es el relato de las múltiples capacidades y facetas del cuerpo. Hay, entre los grandes debates actuales, un discurso contemporáneo en el que cada uno convierte al cuerpo en un territorio en el que alcanza sus propias definiciones, en todos los terrenos y más allá de filiaciones políticas e identidades sexuales”, profundiza el dramaturgo.

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La pregunta constante del personaje de Junio es el significado de enfrentarse a un anuncio de muerte como el VIH, enfermedad que —según Moncada— agudizó los sentidos de Reyes e hizo que todo lo que vivió al final fuera importante por ser aquello en lo que depositó sus últimas energías y su lucidez. La personalidad de Reyes es descrita por el dramaturgo como la de una persona “altamente sensible, con una capacidad de observación privilegiada. Un gran actor, un gran dibujante y un hombre que escribía con precisión, como lo demostró en "Perdóname, Yukio". Era receptivo a lo que veía alrededor y tenía una capacidad impresionante para traducirlo en términos creativos”.

Mientras que para Martín Acosta es difícil desligar a la persona del artista, “Reyes era como un work in progress y desde su manera de relacionarse con los demás había algo de poesía o arte. Si tuviera que definir a Reyes, diría que fue un poeta”, concluye.

"Junio en el 93" puede verse hasta el 14 de junio en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico (Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn) los lunes y martes a las 20 horas. Además, tendrá una sola presentación en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, Centro) el 23 de julio a las 19 horas.

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