Anne Boyer llegó a la Feria Internacional del Libro de Monterrey, que ayer llevó a cabo su jornada de clausura, como una de sus principales invitadas. La poeta y ensayista estadounidense, que hace años abandonó Estados Unidos por su desacuerdo ante el escenario político, ganó en 2020 el Premio Pulitzer de No Ficción por su "Desmorir". Una reflexión sobre la enfermedad en un mundo capitalista. Libro que presentó en esta visita a México; testimonio y ensayo sobre la violencia que desató en su vida, apenas pasando los 40 años, el diagnóstico de un avanzado cáncer de mama. Ante lo extremo de la cura y el replantamiento de su papel en la sociedad, representa la confrontación de lo humano con el sistema.
En entrevista, Boyer reflexiona sobre la industria médica y la condición femenina.
¿Qué piensa de lo que podríamos llamar la industria de la enfermedad?
Lee también: El nuevo capítulo de LagoAlgo: un nodo entre lo local e internacional
El gran mito es que nos enfermamos solos; que es una especie de evento natural o inevitable que requiere cierto nivel de investigación para entender el comportamiento de la enfermedad dentro de una especie de sistema político-social con ideologías. Como las medicinas se conducen en Estados Unidos sólo bajo la línea de las ganancias, la enfermedad nunca va a tener una naturaleza simple e individual. Pero si esto fuera diferente, podríamos comprender mejor la enfermedad.
¿Qué papel ocupa el individuo en las políticas de salud?
Hay ciertos tipos de leyes, por decirlo de alguna forma, que un individuo asume cuando está enfermo. Es muy fácil ser absorbido por el papel de la persona enferma. Un rol que generalmente es pasivo e implica una especie de falsa esperanza o falsa positividad. En cuanto a mi experiencia, me aferré a mi autonomía y dignidad como persona y no me rendí ante el papel de enfermo que la sociedad asigna; lo asumí críticamente y eso fue importante cuando estuve enferma.
Hay un sistema del que se es dependiente para sobrevivir. Implica, de alguna manera, luchar contra el sistema. ¿Cuál es el sistema que te proporcionará un futuro, si es que se va a tener dicho futuro? Es algo diferente a hablar, por ejemplo, de un lugar de trabajo del que uno podría huir. Cuando estás dentro de un sistema médico que no sirve a la vida humana, lo que a uno lo ata es el impulso de supervivencia.
¿Qué opina de los escritores y filósofos que han explorado ciertos conceptos alrededor del cuerpo?
Me parece que estas filosofías —de la manera en que existieron en el pasado— no pudieron alcanzar ciertas experiencias extremas del cuerpo, tal como las que yo padecí durante el tratamiento del cáncer. Esto es complicado. Traté de entender y aprender de aquellos que habían pensado el dolor en plural. Ninguna de esas personas fue preparada adecuadamente para eso.
A mí nadie me preparó para la violencia. Ese es el tratamiento médico contemporáneo. Se puede decir que, en momentos anteriores de la historia, hubo una simplicidad del cuerpo porque, hoy, la medicina contemporánea ha creado un sistema del dolor curativo, ¿cierto? La existencia de una inyección que aumenta las células sanguíneas dentro de tu garganta es una de las razones por las que los filósofos del pasado no alcanzaron a hablar plenamente de la experiencia del presente.
Al no existir las mismas demandas sociales entre el cuerpo femenino y el masculino, ¿su experiencia es particular?
Nuestro trabajo, nuestra tarea ante la sociedad es cuidar de los demás. Pero, ¿deberíamos hacerlo? Se supone que, como mujeres, debemos cuidar a la sociedad. Entonces, nuestra propia enfermedad cae en el abismo del sistema social porque hay una presión para fingir que no estamos enfermas: incluso, la presión de mantenerse bella, la presión de mantenerse feliz, la presión de poner las necesidades de los demás en primer lugar.
Lee también: Colombia: Su historia a través del diseño gráfico
Todo esto impacta en la mujer que tiene cáncer.
¿La enfermedad también es vista como un gran maestro?
En el caso de la enfermedad, es difícil responder qué me enseñó porque la vida misma llega a ofrecer perspectivas muy grandes.