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Los últimos días del año pasado, la Universidad Veracruzana recibió la biblioteca personal del escritor un acervo compuesto por entre 9 y 10 mil volúmenes donde destacan un gran número de ediciones en ruso, checo, inglés y francés, entre varios idiomas más. La donación de su rico acervo la dejó establecida de palabra el propio autor, pero también en una cláusula de su testamento que fue leído tras su muerte en 12 de abril de 2018.

Sin embargo, para la entrega de la biblioteca, la familia del narrador, traductor y diplomático estipuló algunas cláusulas para la disposición y cuidado del acervo, de cuyo embalaje y entrega dio fe un notario público. “Esos libros ya no nos pertenecen a nosotros, por más que nosotros pongamos cláusulas e intentemos estar al pendiente, la Universidad Veracruzana decidirá si le da o no el mejor uso a esos libros, si los resguardan o los dejan simplemente destruirse. Porque hay ciertos libros que no pueden abrirse porque se deshojarían y tampoco los estudiantes se los podrían llevar a su casa como préstamo”, señala Laura Demeneghi.

En entrevista, la sobrina de Sergio Pitol asegura que aunque hicieron la entrega ante notario, el resguardo es de la Universidad. “Se hizo un inventario general, no libro por libro porque a la Universidad le urgía llevárselos. Simplemente fuimos constatando los libros, los embalaron y se los llevaron. Son más o menos entre 9 y 10 mil, se habló de una cifra más grande —15 mil— lo que pasa es que en esa cifra estaban contempladas sus colecciones de revistas”.

El proceso de entrega se hizo a lo largo de una semana durante diciembre. Primero acudió el notario y dio fe de que estaban los libros en todos los estantes de la casa, luego la encargada de bibliotecas de la UV hizo su propia revisión y envío a un grupo de personas a embalar los libros en cajas, después los trasladaron a la Universidad, se pusieron en una bodega con llave y procedieron a fumigarlos y van a estar en cuarentena para luego entrar al proceso de estabilización.

“Pusimos una cláusula para que al menos entre 4 y 5 mil libros se ubiquen en un lugar específico con un tipo de clima y humedad, con cámaras y estantería especial y que sean de acceso restringido. A mí me hubiera gustado que quedaran todos así, pero no hubo el dinero para ello”, asegura Demeneghi.

Ella diseñará un ex libris de la Colección Sergio Pitol, con los rostros de Sacho y Lola, dos de los perros más queridos de Pitol; ha pedido que haya una fotografía del escritor en la colección de acceso libre. Hoy la casa del escritor que podría haber sido un museo, sólo tiene estantes vacíos y está a la venta.

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