Un capítulo de la historia de México, la expedición fallida a la selva hondureña, hace exactamente 500 años, en la que fracasó Cortés, el conquistador, es el eje de "El vencedor vencido", ópera compuesta por Federico Ibarra con libreto de Enrique Serna.
Su estreno internacional —cuyas funciones son el 18 y 21 de abril, a las 20:00 y 17:00 horas, respectivamente, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes con la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes; Hernán Del Riego en la puesta en escena e Iván López Reynoso, director concertador— representa, también, la primera incursión como libretista del ganador del Premio Mazatlán de Literatura en 2000 y del Xavier Villaurrutia en 2019.
La creatividad que le ha dado la narrativa y el mundo de las telenovelas mexicanas —colaboró en el argumento de algunas legendarias, entre ellas "Cuna de lobos"— es el antecedente para enfrentar un reto en su trayectoria: otro lenguaje escénico.
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¿Cuál fue la mayor dificultad de escribir un libreto de ópera?
Es un terreno aparentemente desconocido. Digo “aparentemente” porque en la narrativa un novelista tiene que emplear el lenguaje dramático y recursos del lenguaje poético. Los géneros están entremezclados, no son puros. De modo que, con las escenas que escribí en muchas de mis novelas, ya tenía cierto entrenamiento para hacer este libreto.
Un gran amigo mío, Federico Ibarra, se enteró que desde hace tiempo yo me encontraba estudiando la época de la Colonia y el México prehispánico, y me propuso escribir un libreto de ópera sobre la Conquista. En particular, del momento más fuerte de quebranto que tuvo Hernán Cortés. Federico quería que esta ópera se llamara "El vencedor vencido". El título es de él. Por la amistad y el espíritu aventurero me lancé a escribir el libreto y traté de seguir las intenciones del compositor. La música es lo principal en una ópera y creo que el libreto tiene que estar supeditado a ella. Federico me pidió que incluyera coros. Hay coros masculinos y femeninos; coros de los dos bandos. Pero no sólo están los mexicas y los españoles, sino los indios agraviados por el imperio azteca, representados por la Malinche, que padeció, digamos, en carne propia, la voracidad de este imperio cuando fue obligada a prostituirse por los conquistadores aztecas de la región donde vivía. Ella les guardó profundo rencor. Quise mostrar cómo las diferentes culturas indígenas de la época estaban enfrentadas en pugnas que favorecieron la Conquista.
Supongo que otro reto es que los diálogos debieron tener medidas particulares
En eso Federico me dio bastantes facilidades. Él ha compuesto, incluso, óperas basadas en libretos en prosa. De cualquier modo, quise que una buena parte del libreto estuviera escrita en verso para aludir a la Poesía del Siglo de Oro español y para que hubiera cierta variedad métrica que le permitiera jugar más como compositor.
De no haber sido un libreto, ¿esta historia se hubiera convertido en una novela?
Nunca he tenido el proyecto de escribir una novela sobre la Conquista. Estoy escribiendo una novela que ocurre en tiempos del nacimiento del imperio azteca. No creo poder agregar nada al tema porque esa novela ya está escrita en las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, del propio Cortés y en la Visión de los vencidos.
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¿Cuál es el tono de "El vencedor vencido"?
Tiene una atmósfera de pesadilla. Es la derrota moral de un hombre con el alma reseca. Un hombre que ha cometido una buena cantidad de atrocidades y que, de pronto, al verse perdido en mitad de la selva, llega a diferentes aldeas que siempre encuentra arrasadas. Él y los que lo acompañan no pueden abastecerse de víveres y caen en la desesperación absoluta. Según los cronistas de la expedición, estuvo al borde de la locura. El momento es perfecto para las escenas delirantes y que afloren los demonios del personaje. Viene a ser, me parece, una especie de ajuste de cuentas de la propia naturaleza; un ajuste de cuentas de la tierra que él violó y cobra venganza. Creo que Federico recrea muy bien esta atmósfera de pesadilla.
Además de los Cronistas de Indias, ¿qué otros libros sirvieron como referente?
La extraordinaria biografía de Hernán Cortés que hizo José Luis Martínez. En ella cuenta, por ejemplo, que Cortés llevó a la expedición un trío de músicos españoles para que le amenizaran el viaje. Él creía que iba a ser un día de campo: llevaba cubiertos de plata y demás, pensando que se la iba a pasar de maravilla. Cuando empezó a faltar el alimento, los músicos acabaron comiéndose a uno de ellos. Cuando le platiqué a Federico este caso de antropofagia, me dijo que le gustaría incluirlo. Hay una escena tragicómica donde ellos hablan de las pantorrillas apetitosas que tiene el más débil de los tres, pensando en cómo le van a hincar el diente.
Ya hablamos de lo que le sirvió a nivel documental, pero, ¿qué libros mencionas en lo estético?
Creo que el libreto tiene un aire de familia con "El corazón de las tinieblas", de Joseph Conrad. Es la historia de un colonizador del Congo Belga que se interna en un terreno selvático y alcanza un punto donde se contagia de la barbarie de las tribus a las cuales va a someter. Aunque es probable que Hernán Cortés no haya sido el conquistador más siniestro. Hubo otros que seguramente fueron mucho peores que él. Pedro Alvarado y Nuño de Guzmán cometieron atrocidades más graves, pero Cortés es una figura paradigmática para la identidad mexicana.
¿El fracaso de Cortés, de Cuauhtémoc y de la Malinche se puede empalmar con el presente?
Por distintas circunstancias no me parece que tengamos esa vocación de fracaso en México. Hay momentos en que el país ha fracasado, pero creo que más bien es algo a lo que tendríamos que sobreponernos. Nacimos de una experiencia traumática y el libreto de esta ópera no intenta disimular las repercusiones terribles de este conflicto. Nunca me propuse algo así como buscarle alcances en la época contemporánea.
Me parece que es pertinente presentar una obra como esta en un momento en el que la historia de México y el discurso político están tan ligados
En este caso hay dos efemérides, la de la Conquista en 1521 y la expedición a Las Hibueras en 1524 y 1525, de la que se cumplen justamente 500 años. Las efemérides sirven más para conocer nuestro pasado que para apuntalar ideologías. Este gobierno trató de hacer eso cuando colocó un Templo Mayor en la plancha del Zócalo, supuestamente para rendir homenaje al imperio azteca. Creo que cometieron una barbaridad porque en el Templo Mayor chorrearon ríos de sangre cada que eran ejecutados los prisioneros tlaxcaltecas, totonacas, tlahuicas, matlatzincas... La hegemonía imperialista azteca no puede ser recordada como una época de esplendor por la misma razón que la Colonia tampoco puede ser recordada como una época de esplendor. Hubo una terrible opresión de muchos pueblos en ambos casos. Esa es la gran estupidez que cometió la Cuarta Transformación con los festejos del quinto centenario de la Conquista.
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¿Puede hacerse una analogía entre la violencia y la opresión del pasado y la del presente?
Creo que a veces son correctas las analogías entre épocas de la historia y que, a veces, también, pueden ser un poco descabelladas. En este caso, hay una terrible violencia en México. Un cierto resurgimiento de la crueldad prehispánica, por ejemplo, en casos como los de antropofagia de algunos miembros del crimen organizado, que están plenamente documentados. Hay videos donde aparecen comiendo carne humana. Cuando hay un estado de anarquía se vuelve a imponer la ley del más fuerte como ocurre en Cuernavaca, donde yo vivo. Aquí, prácticamente todos los comerciantes tienen que pagar extorsión al crimen organizado, mientras el gobierno de Cuauhtémoc Blanco se queda cruzado de brazos. Estamos volviendo a una época de crueldad desaforada y el imperio del más fuerte.
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El antihéroe permite ver a los personajes a profundidad en un tiempo en el que las cosas se pintan como blancas o negras, ¿opina lo mismo?
Desde el punto de vista literario, el antihéroe es una figura interesante porque muestra la ambigüedad de las posturas morales. La ambigüedad en los actos de los personajes históricos. Claro que hay héroes más nobles que otros. Si nos ponemos a hilar fino llegaríamos a la conclusión de que héroes y antihéroes tienen rasgos en común. En esta ópera, el emperador de un imperio derrocado se enfrenta contra el conquistador del imperio que vino a desbancarlo. Cuauhtémoc evoca, en algunos de sus diálogos, cómo para él esto viene a ser una venganza del destino, un castigo por la manera en que se juzgó a los demás pueblos prehispánicos.
¿Haría otro libreto de ópera?
No lo creo. No es una disciplina en la que, digamos, haya libretistas profesionales ni mucho menos en México. Fue una aventura excepcional. Dudo que se repita.