Uno de los directores de orquesta más destacados no sólo de México, sino del continente, , interpreta hoy la “Sinfonía no. 5”, de Gustav Mahler, con la , en el marco del .

Mahler, uno de los músicos que más ha apasionado a Diemecke, le sirve como pretexto al también compositor y violinista para recapitular su vida. Algo que se subraya con la presentación de “Enrique Arturo Diemecke. Biografía con música de Mahler”, de José Ángel Leyva (Siglo XXI Editores, 2020) el pasado 24 de octubre en el Teatro Juárez de Guanajuato.

La presentación es relevante porque aborda a un compositor central en la vida de Diemecke, justo en una ciudad que también fue fundamental para él: “Yo abrí los ojos en Guanajuato. Nací en la Ciudad de México, pero, cuando era un bebé en brazos, me llevaron a Guanajuato. Las primeras nubes, las primeras luces de mis recuerdos fueron en la ciudad de Guanajuato, donde pude ver y oír con mayor claridad”, dice, en entrevista, el director.

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Después de cuatro años, precisa, su familia se fue a Monterrey para luego volver a instalarse en la región.

“Allí tuve un desarrollo más completo, como un niño con vistas hacia un aprendizaje musical bajo un escenario espectacular que alimentaba mi imaginación: la ciudad de Guanajuato. Un escenario fantástico que le ayuda a uno a comprender y estudiar la música de autores que estábamos estudiando, autores de 200 años para atrás. Con la arquitectura uno se quedaba con la idea de que posiblemente así vivieron esos autores en sus épocas”, recalca el actual director artístico y de producción del Teatro Colón, así como de la Filarmónica de Buenos Aires, Argentina.

Detrás de la pantalla de su computadora, muchas décadas después de estos primeros recuerdos, el director afirma que sigue descubriendo la vida. Una experiencia reciente, que lo llevó a esta reflexión, fue el confinamiento.

“Lo que pasó en la pandemia fue una lección para todos. Fue algo que vivimos de diferentes formas; la gran mayoría, en el encierro. Pero el encierro da la oportunidad de dos cosas: encontrarse con uno mismo y descubrir aquello que se descuidó en la vida cotidiana para darse la oportunidad de reflexionar y meditar".

Tiempo en el que Diemecke repasó sus estudios de los autores que ha interpretado. Enlistados, en desorden, se trata de Mahler, Beethoven, Brahms, Schubert, Schumann, Strauss, Stravinski, Prokófiev y Shostakóvich, así como ciertos autores mexicanos y estadounidenses. “En algunos casos los estudié con partituras; en otros, no las tenía a la mano y repasé en mi mente ciertas sinfonías. Lo aproveché como un tiempo para estudiar, desechar lo malo y dejar lo bueno e incentivarlo para que siga creciendo. Yo vi la música como una especie de seminario”.

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“Tuve, además, la oportunidad también de escribir un libro sobre cómo estudiar una partitura. Pero no desde el análisis que haría un musicólogo, sino desde el entendimiento del lenguaje del compositor. ¿Qué dicen sus notas? Mi objetivo fue hacerlo cómo mis maestros me enseñaron, ¿qué significa ese Do, ese Re, ese Mi? ¿Qué significa ese ritmo? ¿Esos compases? ¿Ese silencio? ¿Qué es lo que quiere decir el autor? ¿Qué vas a comunicar tú cuando lo entiendas? Todo esto me ayudó a aprovechar el tiempo y buscar qué es lo que me dicen los compositores”, afirma el también director artístico de la Sinfónica de Flint, Michigan, Estados Unidos, y recuerda que, en sus tiempos de estudiante, pasó hasta un día entero practicando los primeros cuatro compases de una partitura. “Se trata de entender y comprender las notas, y sentir la magia de ese lenguaje”.

“La música puede ayudar a que el mundo cambie”: Enrique Diemecke
“La música puede ayudar a que el mundo cambie”: Enrique Diemecke

Entre México y Buenos Aires

Al preguntarle sobre su condición de mexicano en el extranjero, Diemecke dice que ha mantenido “no un pie en México, sino un dedo del pie. En los últimos seis años se desarrolló el imán de atracción sobre Argentina. Influyó que tuve que concentrarme en mi labor como director artístico del Teatro Colón, uno de los recintos más emblemáticos de todo el mundo, y lo que significa, claro, trabajar con 450 artistas, estar al pendiente de sus necesidades; esto sin contar a los artistas invitados, que son muchos”.

El director afirma también que fue un reto hacerle frente al encierro durante la pandemia. “En Argentina el confinamiento fue fuerte. En el Teatro no se habilitó la entrada a nadie”. Y recuerda que unos días antes de que empezara la pandemia, se iba a presentar el “Nabucco”, de Verdi, en el Teatro Colón. Producción que se quedó puesta y fue quitada un año después.

“El pie en México nunca se despegó. Afortunadamente, he tenido mucho contacto con el público, con el país, con las orquestas y con mi familia. Pienso que éste es un momento oportuno para afianzar mis raíces en México. Voy a seguir insistiendo en mis enseñanzas, para dar cursos no sólo a los directores jóvenes, sino a los instrumentistas. Que sepan y entiendan qué debe encaminar al músico a entender más rápido. Que todo el mundo sienta el latido a la misma velocidad, algo necesario para hacer una interpretación donde todo sea más justo y preciso”.

Al respecto, señala que, en semanas recientes, cuando estuvo trabajando con la Orquesta Carlos Chávez, hubo jóvenes a punto de graduarse o con puestos ganados en otras orquestas que recordaron y agradecieron las enseñanzas de Diemecke sobre comprensión musical.

“En las escuelas no se implantaba la música clásica. A veces, sólo se abordaban los cánticos o el Himno Nacional. Toda la vida he pensado que la música es uno de los factores que puede ayudar a que el mundo cambie. Creo que, hacia un futuro, la dirección para comprender la cultura universal, es incluir a la música en el currículum escolar. También es importante el contacto con las demás materias.

Si uno ve, por ejemplo, que las tablas de multiplicar son aburridas para los niños, quizá una opción sería enseñarlas a través de la teoría musical. Se vuelve más entretenido para un niño cuya imaginación vuela demasiado rápido”, concluye el nominado al Grammy Latino en 2002 y ganador, en varias ocasiones, de los premios Grand Prix de L'Académie du Disque Lyrique.

El concierto es hoy, a las 21:00 horas, en el Teatro Juárez. Una hora antes, el vicepresidente de la Fundación Mahler, Francisco Bricio Arzubide, ofrecerá una charla introductoria a la quinta sinfonía.

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