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El equipo del Proyecto Templo Mayor encontró restos de un “ejemplar de Nidorellia armata (Pacífico), la estrella de mar más completa y mejor articulada” que hasta ahora se ha encontrado en la Zona Arqueológica Templo Mayor, ubicada en el Centro Histórico de la Ciudad de México .
El hallazgo lo dio a conocer el arqueólogo Leonardo López Luján , director del Proyecto Templo Mayor (PTM): “En estos momentos está apareciendo este maravilloso ejemplar de Nidorellia armata (Pacífico), la estrella de mar más completa y mejor articulada que jamás hayamos visto en nuestras excavaciones en el Templo Mayor. La descubren Miguel Báez y Tomás Cruz (PTM)”.
A través de redes sociales, el arqueólogo detalló que “los mexicas las importaron (a las estrellas de mar) desde costas que se encontraban a más de 300 km de distancia de la antigua Tenochtitlan ”.
Imagen: Especial
Animales marinos en Templo Mayor
Esta no es la primera vez que son hallados animales marinos en Templo Mayor, de hecho, “tras cuatro décadas de trabajos, los miembros del Proyecto Templo Mayor (PTM) hemos exhumado decenas de miles de individuos, pertenecientes a cientos de especies faunísticas que se agrupan en seis filos diferentes: las esponjas, los celenterados, los equinodermos, los artrópodos, los moluscos y los cordados. Estos últimos están representados por las clases de los peces cartilaginosos, los peces óseos, los anfibios, los reptiles, las aves y los mamíferos”, se lee en el artículo “Del océano al altiplano. Las estrellas marinas del Templo Mayor de Tenochtitlan”, publicado en la revista Arqueología Mexicana.
En el documento realizado por Leonardo López Luján, Francisco Alonso Solís Marín, Belem Zúñiga-Arellano, Andrea Alejandra Caballero Ochoa, Carlos Andrés Conejeros Vargas, Carolina Martín Cao-Romero, Israel Elizalde Mendez, se analizaron las especies de animales marinos descubiertas por el PTM entre 2007 y 2018.
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“La investigación comenzó con la aparición recurrente en nuestras excavaciones de unas enigmáticas placas calcáreas de carbonato de calcio de muy variadas formas. Todas ellas son diminutas: normalmente sus dimensiones oscilan entre 2 y 15 mm, aunque algunas sólo se perciben con ayuda del microscopio óptico. Estas placas aparecieron en el interior de los depósitos rituales que se encontraban por debajo y al oeste del monolito de la diosa terrestre Tlaltecuhtli; es decir, pocos metros al poniente de la fachada principal del Templo Mayor. De manera sugerente, solían conformar tres concentraciones bien definidas, distribuidas a manera de triángulos, en cada una de las cajas de ofrenda de esa área”, explicaron los investigadores.
Para poder identificar qué organismos eran esas “placas”, el equipo del PTM recurrió a varios especialistas aunque no pudieron obtener respuestas hasta que se asociaron con el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (ICML-UNAM), específicamente con Francisco Alonso Solís Marín y sus colaboradores.
“El análisis de las placas calcáreas arrojó que se trataba de endoesqueletos de estrellas de mar. Al respecto, vale la pena aclarar que las estrellas, al morir, entran a un rápido proceso de descomposición en el que pierden la piel y los tejidos orgánicos que conectan las placas que constituyen su esqueleto interno. Es por ello que, ya secas, se desintegran fácilmente y quedan reducidas a simples cúmulos de placas desarticuladas. Pese a su avanzado estado de degradación, el hecho de que estuviéramos ante los restos de estrellas de mar tenía implicaciones científicas gigantescas, pues sabíamos de la enorme importancia que estos animales marinos tenían en la cosmovisión indígena de México”, indicaron.
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Como parte de las investigaciones “se identificaron seis especies de estrellas en 13 de las 54 ofrendas excavadas en torno al monolito de la diosa Tlaltecuhtli. Cinco especies proceden de las costas del Pacífico: Luidia superba (esbelta, de tonalidades verdosas con manchas negras), Astropecten regalis (mediana, de color amarillo pálido o rojo encendido), Phataria unifascialis (esbelta, de color azul grisáceo, rosa pálido o morado), Nidorelia armata (robusta, de color café oscuro con áreas centrales blancas o amarillas) y Pentaceraster cumingi (mediana, de color rojo encendido o anaranjado). En cambio, del Océano Atlántico sólo proviene una especie: Astropecten duplicatus (esbelta, de color violáceo o verde oliva). Estas seis especies se desarrollan en una amplia gama de sustratos: pastos marinos, fango, arena, grava, piedra o coral. Sus ejemplares pueden ser colectados fácilmente por el hombre, ya sea caminando entre las olas a la orilla del mar o buceando a pulmón libre en rápidas inmersiones no mayores a 20 m de profundidad”.
En el artículo publicado en 2018 se indicó que hasta ese momento fue “posible estimar el número mínimo de individuos por especie si tomamos en cuenta que cada estrella de mar posee 10 odontóforos en su aparato masticador. Así se llega a las siguientes cifras: Nidorellia armata, 63 individuos; Pentaceraster cumingi, 22; Astropecten regalis, 16; Phataria unifascialis, 5; Luidia superba, 4, y Astropecten duplicatus, 1. Lo anterior nos arroja un número mínimo de individuos total de 111, de los cuales 110 proceden del Océano Pacífico y uno solo del Atlántico”.
fjb