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Cuautla, Mor.-El escritor José Agustín fue incinerado este mediodía en el panteón Jardines del Recuerdo, ubicado en el municipio de Cuautla. Su cuerpo nunca fue colocado en un féretro; de la carroza que lo transportó desde su hogar hasta el camposanto, descendió en camilla y envuelto en una sábana.
El también dramaturgo murió la madrugada del martes a la edad de 79 años víctima de una paro cardiorrespiratorio, aunque arrastraba padecimientos desde 2009 cuando sufrió una caída de graves consecuencias, en la ciudad de Puebla.
Su cuerpo fue velado por un grupo selecto de familiares y amigos en su casa del fraccionamiento Brisas, en el poblado de Tetelcingo, donde vivía desde 1977.
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Su hijo Jesús Ramírez Bermúdez, médico de profesión, contó que desde su lecho, el escritor José Agustín se despidió con poesía, declamaba obras de Federico García Lorca y Rubén Dario, entre otros. Prácticamente utilizaba los poemas como recursos para hablar de su estado de salud.
“Por ejemplo si quería decir que se sentía muy mal nos decía ‘porqué el pueblo seguía esta cruel epifanía o esta cruel melancolía’. Literalmente se despidió con poemas y para nosotros fue algo muy sorprendente.
¿Dejó alguna última voluntad?
Creo que él dejó toda su voluntad implícita escrita en su obra y a través de su ejemplo y los mensajes que siempre nos trasmitió en los momentos finales tiene que ver con esos valores como el respeto a la libertad y a la autonomía personal, también dentro de un marco de justicia social y de respeto a la autonomía del otro. Fueron muchos sus valores. Para él la literatura era la posibilidad de recuperar esa alegría y ese juego de la infancia a través de la literatura, la invención, la imaginación y ese fue su mensaje final y su legado.
¿En algún momento habló de la situación política actual?
Como sabes fue un analista político muy agudo, un hombre crítico de la situación del país en las décadas de los 70, 80 y 90 y todavía en los gobiernos de principios de este siglo, pero en los últimos años, como estaba en su casa, veía todo con una mirada crítica pero al mismo tiempo de respeto.
No nos hizo comentarios sobre la situación de la policía actual, mantenía una relación de respeto y no quiso involucrarse mas en política porque se daba cuenta que ya no tenía las herramientas suficientes para el nivel de análisis que le gustaba.
“Cuando escribió "Tragicomedia mexicana" le ayudé y aunque era un escritor de ficción se documentaba mucho y hacia análisis rigurosos, entonces consideraba que si ahorita ya no podía hacer ese trabajo con el rigor que ameritaba, sentía que no tenía la autoridad para dar una opinión política con respecto a la situación actual.
¿Qué sigue?
“Hemos decidido como familia incinerarlo y buscar un lugar que tenga un valor simbólico para la familia donde podamos reunirnos para recordarle, pero al mismo tiempo estamos conscientes con el compromiso que tenía con sus lectores. Vamos a buscar por medio del Instituto Nacional de Bellas Artes o una institución cultural que nos apoyen para generar un homenaje pronto.
“Ya hemos recibido muchas invitaciones y ofertas de parte del INBA y de otras instancias que están abiertos a eso y vamos a ver los detalles para hacer un homenaje pronto, y a lo mejor buscar algún lugar para que algunos de sus restos puedan ser visitados por sus lectores ya que fue una figura muy inspiradora para generaciones enteras de lectores y escritores en México”.
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Los últimos años de José Agustín
Los últimos dos o tres años eran muy difíciles, dice su hijo, le costaba mucho trabajo llegar de su recámara a la sala pero siempre de buen humor, con muchas bromas, con su inteligencia y su memoria tremenda para cuestiones de literatura, porque aunque las lesiones le provocaron un problema de memoria era capaz de declamar obras de teatro enteras, poemas completos, pero cada vez era más difícil su interacción con el mundo.
La falta de actividad física también hizo que la válvula no funcionara de la misma manera y eso provocó mas inmovilidad y al final prácticamente ya no podía alimentarse. Eso lo hizo entrar a una fase terminal, lo cual los últimos dos meses ya fueron muy difíciles porque estuvo en cama prácticamente todo el tiempo, cuenta su hijo.
“De Navidad para acá ya estábamos toda la familia acompañándolo de manera permanente porque sabíamos que en cualquier momento iba a ocurrir un deceso, aparte padecía hipertensión desde hace unos 20 años.
Después de Año Nuevo ya estaba permanentemente en cama, con mucha disminución en su estado de conciencia, todavía reconocía pero no era la misma calidad de vida. Todavía nos regaló estos últimos días momentos de alegría, con su inteligencia, sus palabras, siempre tan lúcidas y brillantes.