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ssierra@eluniversal.com.mx
Hace 180 años Louis-Jaques Mandé Daguerre concibió y patentó el daguerrotipo, y aunque esa técnica y otras se venían investigando desde años atrás, 1839 es el año que representa el origen de un arte que hoy, en el siglo XXI, es un ejercicio tan cotidiano como el de escribir.
La esencia —fijar una imagen a partir de una exposición a la luz— se mantiene. Pero más allá de eso, aquellas técnicas que Daguerre, W. H. Fox Talbot y Sir John Hershel, entre otros, desarrollaron y dieron a conocer entonces, no tienen nada que ver con lo que hoy vemos a cada minuto del día en Instagram.
En México hay un grupo de fotógrafos que desde hace más o menos una década trabajan, recuperan, crean fotografías con las técnicas del siglo XIX, que son procesos complejos, que requieren tiempo, esfuerzo físico, el uso antiguas cámaras de madera, materiales especializados y costosos, y medidas de protección extremas porque, por ejemplo, la exposición a gases durante la creación de daguerrotipos puede ser mortal.
Ellos no han formado un grupo o colectivo, se han encontrado por una afición que es paralela a sus trabajos cotidianos de fotógrafos —maestros, talleristas, fotorreporteros, fotógrafos de eventos o de productos—. Trabajan en talleres en la Ciudad de México y en Puebla, donde comparten materiales, espacios, instrumentos. Cada uno genera obra individual.
A partir de lo que han ido haciendo estos años, propusieron a la Fototeca Nacional, con sede en Pachuca, presentar una exposición con sus trabajos —todos en técnicas del siglo XIX— que además conmemora los 180 años de historia de la fotografía.
El trabajo de ocho fotógrafos se expone en la Fototeca Nacional, en Pachuca, en la muestra Hablando en plata, que reúne 61 piezas de Arturo Talavera y Paty Banda, del Taller Panóptico; Ángela Arziniaga, Everardo Rivera, Balam Ponce y José Loreto Morales, del Gabinete Fotográfico; Rafael Galván, del Atelier La Línea del Horizonte; y Arturo Fuentes, quien es maestro de fotografía de varios de los Faros (Fabricas de Artes y Oficios).
Los creadores producen hoy las técnicas más antiguas, pero lo paradójico es que son las más complejas, costosas y riesgosas –por el uso de bromo, yodo y mercurio— para recuperar formatos de la fotografía que en México casi nadie más está trabajando, mientras que en el mundo se están explorando cada vez más —por ejemplo las obras de Jerry Spagnoli, que tienen un gran valor en el arte contemporáneo, y el mercado—.
La ciencia, el origen. Ángela Arziniaga, originaria de Xalapa, pero que hace años trabaja en Puebla, detalló que en la primera parte de la exposición todos presentan daguerrotipos y, en una segunda área, cada quien muestra ejemplos de otras técnicas que trabaja: heliograbado, impresiones al carbón, colodión húmedo, platino-paladio, entre otras.
“Yo vengo de una escuela muy clásica de fotografía; por mi edad he vivido la transición entre la fotografía y la imagen digital. Me ha tocado actualizarme, estar en el nuevo discurso de hacer imágenes, pero el proceso húmedo jamás lo he abandonado, jamás ha estado fuera de mi trabajo profesional y puedo decirte que mi obra mayoritariamente ha estado en procesos húmedos”, explicó Arziniaga hace unas semanas en Pachuca, al inaugurar la exposición.
Estos fotógrafos han trabajado en talleres como Izote, en Veracruz; Zopilote, en la Ciudad de México; y Panóptico y Atelier La línea del Horizonte, en Puebla; en éste último taller se produjeron los daguerrotipos que exponen en la Fototeca .
“La exposición tiene ese mérito, culminar que distintos talleres hemos trabajado por nuestra parte, todos hemos estado en esa búsqueda de reproducir eso que nos heredaron los científicos, somos herederos de un intento totalmente científico. No existía la fotografía como concepto pero existían unos hombres de ciencia que estaban en la búsqueda de hacer permanente la imagen”, dijo la fotógrafa.
Un panorama de los orígenes. “Tengo 20 años de trabajar los procesos del siglo XIX, y pensamos que era una muy buena idea que la gente que visitara la exposición tuviera un panorama muy amplio de la aparición de la fotografía, a partir de 1839, y cómo fue evolucionando. Nos propusimos mostrar técnicas distintas; en ese siglo se practicaron muchísimas, más de 50”, comentó Galván, quien fundó en Puebla Atelier La Línea del Horizonte: “Fui estructurando un espacio poco a poco donde pudiera tener las condiciones de laboratorio para producir este tipo de imágenes”.
En el país hay muy poca producción de estos procesos, y tampoco espacios de exhibición. “De daguerrotipos somos los únicos —acotó Rafael Galván—. En el mundo hay pocos, pero es algo que se está retomado con imágenes contemporáneas. Nosotros, desde que iniciamos este proyecto, pusimos eso sobre la mesa: no se trata de que todos hagamos un tema, compartimos una técnica, pero cada uno le da su toque”.
Generar un daguerrotipo es un proceso largo, frustrante —una placa se puede echar a perder, y se tiene que limpiar de nuevo; aunque se puede reutilizar hasta cinco veces—.
También conlleva riesgos para la salud de quienes los hacen: es preciso, de entrada, contar con una máscara antigás, y además, un extractor para el mercurio, el bromo y el yodo pues éstos, cuando están en estado gaseoso, si son respirados, pueden causar la muerte.
Después de ser pulida, en el cuarto oscuro, la placa metálica se recubre con plata por electrólisis y luego se expone a yodo y bromo; se utiliza un chasís que se lleva entonces a la cámara. El daguerrotipo, a diferencia de las otras técnicas, es una fotografía en un positivo directo. Lo que viene después es el revelado, que se lleva a cabo con gases de mercurio, muy peligrosos. Después de fijar con mercurio, se le da a la placa un baño de oro, lo que hace que cada daguerrotipo sea, además, muy costoso; debe hacerse de esa forma porque la plata es inestable y continúa cambiando.
Las demás técnicas son hechas a partir de un negativo o matriz, que concibió Talbot. Todas las tomas se hacen con cámaras. Estos fotógrafos tienen algunas antiguas que han adquirido y reparado. En su estudio, en la Ciudad de México, Fuentes tiene varias de madera, algunas son panorámicas, otras para formatos rectangulares y de diversos tamaños.
Para todos ellos, tener cámaras no es un asunto de colección sino que las utilizan para hacer fotografías de la ciudad, retratos de personajes, rostros y algunos desnudos femeninos. Unos, más que otros, buscan elementos contemporáneos.
“Todo el trabajo ha sido con distintas cámaras, son antiguas, del siglo XIX, algunas del XX —comentó Arturo “Chato” Fuentes—. Son de formatos panorámicos, de 6x17, o de 5x7, 4x5, 8x10, que son los están en la exposición. Se usan con chasis, se les meten las placas de cobre para hacer los daguerrotipos, o las películas. Todas son de madera; trabajamos también con lentes antiguos del siglo XIX; nos lleva mucho tiempo”.
Recalcan que lo que hacen es una suerte de coincidencia: “Cada quien está con su trabajo. Nos juntamos nada más con el afán de compartir lo que hacemos; nos prestamos equipo, cámaras, cada quien tiene cosas diferentes; unos trabajan con lámparas, otros preferimos la luz del día. Nos juntamos para estar aprendiendo cosas nuevas para producir. Con Talavera, yo salgo a tomar fotos a la calle”, dijo Fuentes.
Si bien hacer daguerrotipos es complejo, Fuentes tiene el proyecto de generar un laboratorio ambulante, con una casa de campaña especial, que lleve y traiga por todas partes, y donde puede revelar y fijar daguerrotipos. “Tendría extractor, máscara antigás, eso es básico, no lo puedes dejar de usar, si no, no sales ni a la esquina. Mi idea es hacerlo, y la idea es exponer todo esto. Que sepan que en México se hace todo lo que en el mundo se está haciendo”.
La exposición permanecerá hasta el 9 de junio, en la Fototeca.