“Quien ha pagado los platos rotos hasta hoy es la comunidad trans. Carlos Monsiváis me decía, cuando hicimos el disco "Nuevo catecismo para indios remisos” que a quien deberíamos rendirle más tributo es a la comunidad trans. En los años 40, ellos fueron quienes sacaron la casta y dieron la cara por todos nosotros; los encarcelaban y mataban, y en el presente los siguen matando”, dice el flautista Horacio Franco, quien, además de tener una gran trayectoria artística se ha vuelto figura emblemática como activista LGBTQA+.
Cuatro artistas de diferentes generaciones cuentan sus historias de vida y coinciden en señalar tanto los progresos como el trabajo pendiente en el ámbito de la música clásica mexicana: Duane Cochran (1954), pianista titular de la OFUNAM, coreógrafo y bailarín originario de Detroit y asentado en México desde 1977; Horacio Franco (1963), ganador de la Medalla Mozart, Austria-México en 1995 y del Early Music Award 2003; la actriz y cantante Morganna Love (1980), formada en el Conservatorio Nacional de Música y más conocida, quizá, por sus papeles en series como "Rosario Tijeras 2"; y Ali Zacstom, compositora y guitarrista egresada del Conservatorio y de quien Franco estrenó su pieza Loop-Station Trans-gresora el año pasado.
Uno de estos puntos de coincidencia, “lo conservador en el mundo de la música clásica”, es enlistado por Franco. Cada vez se ha transformado más, dice, pero hay una tendencia hacia el machismo y hacia una cosificación de la mujer: “Muchas pianistas y violinistas salen con minifalda, lo cual no está mal. Qué bueno que ya no usan vestidos larguísimos. Es cierta cosificación, pero no es de los hombres”, afirma y recuerda que hace 23 años, en el Festival de la Diversidad Sexual, dio un concierto mientras le hacían body painting y él vestía sólo ropa interior, algo que hoy parece factible pero en aquellos años era imposible concebir.
Lee también: VIDEO: Con coronas fúnebres y pintas, comunidad trans protesta en la CDMX por transfeminicidios
“Ahora, en la música clásica, que siempre ha sido muy conservadora, esto no sería posible. Les causa mucho escozor cualquier tipo de indumentaria. No me importan quienes van en contra de lo que yo haga, pero a un chico, en un momento dado le pueden bloquear y trastornar la carrera”.
Recuerda, por ejemplo, a un alumno suyo que vistió un traje verde pistacho en el Conservatorio y fue criticado por un maestro bajo el argumento de que un tenor no utiliza ropa así. “También conocí el caso de un director de orquesta, alguien a quien yo respeto, que le hizo la vida imposible a una mujer trans. No lo pueden entender y al no entenderlo les molesta”.
Love complementa: “Creo que la música clásica es un poco conservadora en tanto a lo LGBTQA+, aunque somos mucha gente de la comunidad en el ámbito clásico. Hay quienes están dentro del clóset y nunca se van a atrever a declarar su orientación sexual en público por miedo a que el ámbito los castigue. No lo harán abiertamente, se nota el miedo”.
Al respecto, hay logros que pueden enumerarse y retos que superarse. El proceso ha sido paulatino, continúa Love: “No ha sido de un año a otro. Pero ha sido un cambio fuerte, sobre todo con la visibilización de mucha gente de nuestra comunidad que hemos sacado la cara. Le hemos dicho a la sociedad, en mayor o menor medida, desde nuestras trincheras, en cámaras, micrófonos y escenarios, que aquí estamos, que somos valientes, valiosas, talentosas, trabajadoras y trabajadores, con disciplina. Eso ha abonado mucho a que la sociedad empiece a darse cuenta de nuestro valor y la dignidad con la que deben tratarnos”.
Ciertos momentos fueron clave en este proceso y es importante reconocer que hay una apertura que hace décadas habría sido impensable: “Hace décadas ni siquiera se podía nombrar que alguien era gay, lesbiana o trans”. En 2016, recapitula la actriz, el trámite para la identidad sexogenérica de las personas trans cambia y de requerir, en el pasado, un juicio, ahora sólo consta de un trámite administrativo. “En esos años se visibilizó y hubo una sensibilización importante, una voluntad de cambiar que se tuvo en la Ciudad de México y de la que todos los estados deberían aprender. En ese sentido, es un bastión de la libertad”. Es importante recordar que, en esta génesis, el 21 de diciembre de 2009 se autoriza el matrimonio entre persona del mismo sexo en la ciudad.
Lee también: Transfeminicidios serán legislados en periodo extra
Es gracias —retoma la palabra Franco— a los gobiernos de la izquierda que la situación cambió: “En la ciudad se ha apelado a la convivencia humana y, sin embargo, sigue habiendo burlas homofóbicas dentro de las orquestas y sigue habiendo machismo. Hay un director que tuvo un puesto de poder grande en muchas orquestas y era sumamente agresivo con los homosexuales, sumamente machista y sumamente acosador. En Bellas Artes ya hay reglamentos y acciones. Hemos ido aprendiendo poco a poco, pero hay que luchar con muchos siglos de una cultura machista, la cual no se puede erradicar sin acciones como las del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) y los reglamentos que le enseñan a la gente que no está permitido hostigar, maltratar o acosar a una persona por su preferencia sexual. Es un problema estructural y cultural que puede estar presente en cualquier institución”.
Al reverso de esta crítica, Franco celebra la apertura dentro de las orquestas y que haya artistas con el valor de declarar abiertamente su orientación sexual. El problema, abunda, es la cerrazón de otras generaciones, gente más vieja, que no entiende ciertas cuestiones sociales en el mundo.
Un caso interesante es el de Cochran, artista afroamericano que lleva casi medio siglo viviendo en México. Él afirma que salvo algún comentario o burla, “nada grave”, tuvo la fortuna de no vivir ningún tipo de discriminación en el país. “Realmente no he visto abiertamente ese rechazo, esa discriminación que sí he vivido en otros sitios. Sé cómo es, sé cómo se siente. Estuve en la Universidad de Michigan, donde el 3% de los alumnos éramos afro. Cuando llegaba a mi cubículo a estudiar y salía un momento, cinco minutos, por un sándwich o un café, volvía y me encontraba con mis partituras rayadas con mensajes horribles: ‘Pinche negro, ¿crees que vas a llegar a ser un músico? Quién sabe cómo llegaste a esta Universidad’. Sé lo que se siente. Aquí nunca he sentido esa discriminación por mi sexualidad”, cuenta y recalca que en el ámbito artístico se ha encontrado con gente que ve más allá que la sexualidad o el color de la piel. “Y con la gente que sí se fija en la sexualidad y te trata mal no hay porqué trabajar. La mayoría de los artistas, gente culta, sí respeta. Esa ha sido mi experiencia. En ese sentido, las nuevas generaciones son mucho más educadas. Ven las cosas que en el pasado eran tabú. Hay una mayor apertura”.
Franco recuerda, por ejemplo, una experiencia desagradable con el director de orquesta Scott Yoo, actual director de la Filarmónica de la Ciudad de México. “Antes de dirigir la Filarmónica, un amigo, el cellista mexicano-israelí Asaf Kolerstein, le dio un disco mío y él preguntó si yo era maricón y después tiró los discos al suelo o a la basura. Hubo testigos (...) Me indigna que un gobierno como el de la Ciudad de México sigua teniendo a un director así todavía”.
Lee también: Persiste violencia contra muxes y comunidad LGBTIQ+
Caso contrario es el de Love, quien recuerda el tiempo en el que trabajó en la Compañía de Ópera, en el Conservatorio, hace 16 años. Cuando ella le comunicó al director de la Compañía, Eduardo García Barrios, el deseo de hacer su transición, éste le dio todo el respaldo posible y le dijo que quien la discriminara sería despedido.
Zacstom, quien cuenta que es una chica trans y que empezó su transición entre 2019 y 2020, ha topado con pared como estudiante del Conservatorio, con asuntos burocráticos sobre la identidad: “Vamos lento como país para agilizar trámites como los cambios de nombre y manejar la cuestión de los pronombres”. Reconoce que ha tenido suerte al ser presidenta de la Sociedad Estudiantil y convertirse en una figura ubicable en su ambiente escolar, lo cual es una especie de privilegio, fortuna o ventaja: “Hace poco vi un caso de una chica trans que sufrió discriminación en una escuela de música. Eso yo no lo enfrenté. Fui una persona privilegiada en ese sentido, pero no es el caso de la mayoría”.
Cochran concluye: “No podemos obligar a la gente a pensar de una forma. Nosotros como artistas tenemos que seguir la lucha siempre. Conforme pasa el tiempo cada vez más entienden que somos seres humanos como todos, que sentimos y nos enfermamos. Tenemos que seguir haciendo esto con una visión abierta”.