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Obras de Marcel Duchamp, Pablo Picasso, Marc Chagall, Diego Rivera, José Clemente Orozco, Miguel Covarrubias, David Hockney, Vicente Rojo y Gabriel Orozco convivirán entre los muros de su nueva casa temporal, el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO). El viernes inaugura la exposición Ecos de lo eterno: Un viaje de la modernidad hacia lo contemporáneo, que muestra por primera vez toda la colección de arte de una familia mexicana, que pide mantenerse en el anonimato.
“Estamos intentando construir una historia a partir de fragmentos de arte del siglo XX. (La muestra) está construida en su totalidad a partir de los fondos de una colección privada ubicada en la Ciudad de México y que han tenido la generosidad de compartir este legado en conjunto por primera vez. Nunca se había visto así analizada en su totalidad”, explica en entrevista Taiyana Pimentel, curadora de la muestra y directora del Museo MARCO.
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El préstamo de esta colección —conformada por 140 piezas— permitirá al público apreciar obras de arte que son casi imposibles de ver. Por ejemplo, una de las piezas estrella es Femme neu aux bas noir, un retrato de una mujer que sólo viste medias y que es una de las pocas obras que hay de la etapa pictórica del artista Marcel Duchamp. “Es una de las pocas pinturas que sobreviven y lo trascendental es que haya llegado a este museo”, dice Pimentel.
Otra pieza imperdible son los estudios (es decir, los bocetos) que hizo Miguel Covarrubias para los seis mapas murales que pintó en el edificio Pacific House, en San Francisco, Estados Unidos). Cinco de los murales originales se encuentran en la ciudad estadounidense, pero el que se titula Art Forms of the Pacific está desaparecido desde 1959. Ahora el público podrá ver cómo era ese mapa con el estudio que se exhibirá en Monterrey.
“Yo no estoy trayendo una colección privada cualquiera, porque los coleccionistas dedican una buena parte de su día a la investigación de esas obras, se dedican a entender qué les falta para poder construir discursos, entonces eso que denominamos de forma popular como ‘gusto’ se va convirtiendo en un tema estructural del pensamiento”, detalla Pimentel.
La colección comenzó aproximadamente hace 70 años, con la compra de una pieza de Vicente Rojo. La familia continuó su colección con obras de la modernidad mexicana y después siguieron con arte moderno occidental, para formar sus colecciones.
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“Compraron obra de Diego Rivera, entendieron su periodo en París y a partir de ahí fueron buscando estos nexos con las vanguardias europeas, que para los años 50 esas obras ya estaban compradas, entonces esta familia se ha dedicado a pelearse en subastas para adquirirlas y formar sus acervos con guiños estructurales del pensamiento artístico”.
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Para la ocasión, en el tema de la museografía se contó con la colaboración del arquitecto Mauricio Lobeira, con el fin de recrear partes de la casa de la familia coleccionista para que el público experimente cómo se vive entre estas obras de arte. Incluso se llevó al recinto una parte de la biblioteca de la familia coleccionista.