Al hablar de la precarización de la danza confluyen muchas situaciones que, de cierta manera, conforman un mosaico, cuenta Evoé Sotelo, directora de Danza UNAM, sobre el libro "Danza, trabajo, creación y precariedad", que reúne nueve ensayos escritos por los investigadores Hayde Lachino, Lúcia Matos, Juan Ignacio Vallejos, Matias Santiago Oliveira Luz Júnior, Karla María Álvarez García, Galia Arriagada Reyes, Ayelen Clavin, Cláudia Müller, Mariana Lucía Sáez y João Fiadeiro sobre el funcionamiento de las políticas culturales y labores en el terreno de las las artes vivas en Iberoamérica —danza y performance— específicamente en Argentina, Brasil, México, España y Portugal.
"La precarización de la danza en el trabajo tiene que ver con los modos en que los colectivos se organizan y dialogan con un sistema social y político específico", explica Sotelo.
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Como su título alude, "Danza, trabajo, creación y precariedad" aborda la precarización desde muchas de las caras que ésta puede tener: estamos desprotegidos desde nuestra propia Constitución, señala Sotelo; desde el sistema de legislación en el ámbito laboral, que no contempla a los artistas de la danza y no aborda las formas de relación laboral en el ámbito de la danza.
"Existe una Ley del Trabajo, existe la Seguridad social y una serie de medidas, de soportes para los trabajadores, pero para la gente que trabaja en el ámbito dancístico no establece una relación obrero-patronal; no podemos acceder a todos estos sistemas de Seguridad Social. Desde la propia relación laboral, que es específica, ya se da una realidad de precarización; desde que una bailarina no puede tener un servicio de guardería o no tiene acceso a un fondo para el retiro, a Seguridad Social y programas para vivienda".
Son muchos los vacíos, continúa, que quienes ejecutan las artes vivas padecen: de allí en fuera se detona una serie de situaciones complejas que tienen que ver con que las instituciones culturales, tanto públicas como privadas, no están capacitadas para establecer formas de contratación dignas. Las funciones, detalla, que le dan un pago digno a los artistas de la danza son pocas y en algunos casos sólo se está hablando de un porcentaje en taquilla.
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Los nueve ensayos del libro son un análisis o reflexión sobre el trabajo creativo precarizado en Iberoamérica y, aunque se puede trazar un mapa grande, los puntos de confluencia entre países son muchos. "Es como una sinfonía; sobre todo en América Latina las cosas se vuelven similares", abunda y subraya que en España y Portugal ya hay diferencias en el terreno de las legislaciones culturales. Sin embargo, esto es parte de un panorama precarizado prácticamente en todo el mundo.
"La Ley del Trabajo no contempla las vicisitudes de la relación laboral que se da entre artistas y me refiero específicamente a la danza independiente. Una de las condiciones dignas para los artistas o compañías sería la posibilidad de tener un pago mensual seguro". Algo que sí sucede, explica, para los ejecutantes que cuentan con algún apoyo federal, estatal o municipal. Casos como los de las becas de México en Escena o los estímulos para intérprete y coreógrafo; la seguridad de percibir un pago seguro por la actividad profesional, sólo la dan estos programas que, además, tienen una duración específica bastante corta.
"De allí en fuera no existe la posibilidad de mantener una compañía que tenga la liquidez de mantener a los integrantes y darles acceso a ciertas formas o estructuras que dignifiquen su vida como hacedores de danza. No estamos contemplados dentro de la propia ley para acceder a esos derechos ciudadanos elementales", concluye Sotelo.
El libro, segundo volúmen de la colección "Composiciones para el disenso: perspectivas Iberoamericanas de la danza", es producto de una convocatoria y lo presentan Evoé Sotelo, Lúcia Matos, Rubén Ortíz, Karla Álvarez y Hayde Lachino el 28 de marzo, a las 12:00 horas, en el Salón de Danza de la UNAM.