Con 60 años cumplidos el 18 de junio pasado, el Centro Universitario de Teatro (CUT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se ha consolidado como un espacio dedicado en los últimos años a impartir la enseñanza de las artes escénicas desde una perspectiva autoral, lo que permite a los alumnos emprender caminos propios y a desarrollar proyectos sin la necesidad de depender de un director o dramaturgo.

De salones del CUT han salido figuras como Jesusa Rodríguez, Rodolfo Obregón, Miguel Flores, Dolores Heredia, Sabina Berman y Blanca Guerra; mientras que entre su profesorado han destacado Luis de Tavira, Héctor Mendoza, Alejandro Luna, Margo Glantz, Ignacio Retes y José Luis Ibáñez, entre otros.

Sin embargo, la llegada al método actual de enseñanza no fue fácil. Con motivo de las celebraciones de las seis décadas de vida del CUT , se editó el libro La historia del CUT. Drama documental, dirigido por los dramaturgos Luis Mario Moncada y Martha Rodríguez Mega, con un proemio del actual director del Centro, Mario Espinosa Ricalde.

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El libro tiene 10 capítulos, denominados “escenas”, en las que cada uno narra y reflexiona sobre los 10 directores que ha tenido el CUT a lo largo del tiempo, en orden cronológico.

En entrevista con EL UNIVERSAL, Luis Mario Moncada profundiza en el libro, al que define como una larga crónica con sentido dramático, que aborda las crisis del CUT y la forma en que se reconstruye esta escuela con la llegada de cada director.

Uno de los aspectos que destaca Moncada es la necesidad de convertir al CUT en una Escuela Nacional por parte de la UNAM, lo que reforzará la misión de este Centro de formar actores independientes que sean capaces de enfrentar la complejidad del teatro contemporáneo.

Historia escénica

Para entender la importancia del CUT en la historia de las artes escénicas mexicanas es necesario comprender el sentido de su fundación. De acuerdo con Luis Mario Moncada, el CUT nació con la intención de concebir al teatro desde una mirada profesional, con un gran sentido de rigor en la formación.

“Cada una de las escenas del libro comienzan con la descripción del contexto político social, tanto en México como en el mundo, un poco para contextualizar por qué etapa estaba pasando el CUT”, indica Moncada.

En el primer capítulo del libro, titulado Escena 1, Zoon Theatrykon (1962-1973), se aborda el nacimiento de este centro teatral por los esfuerzos del que sería su primer director, el dramaturgo Héctor Azar.

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De acuerdo con Moncada, la fundación del CUT nació de la idea de Héctor Azar de llevar cursos de teatro al público universitario en general para comenzar a generar nuevos públicos al teatro universitario, por tanto, el centro tenía una misión humanista.

“Para Azar era un centro de extensión que ofrecía meramente cursos trimestrales para el público en general, es decir, para los universitarios de cualquier carrera, a los que se les ofrecían materias introductorias del teatro”, explica.

Sin embargo, la esencia del CUT recae en sus procesos de crecimiento y en las crisis, por lo que fueron cada uno de sus directores quienes cambiaron paradigmas durante sus gestiones, y llevaron al Centro a tomar diferentes posturas alrededor del significado de hacer y producir teatro.

Para el autor del libro, hay destrucciones y reconstrucciones del CUT en sus 60 años y son sus directores quienes dejan su impronta de la misma forma en la que lo hace un gobernante. “Si quieres entender al CUT históricamente, puedes aplicar directamente lo que se decía sobre los regímenes presidenciales, específicamente sobre eso que se conoce como ‘el estilo personal de gobernar’”.

Aunque el Centro nació de la idea de llevar el teatro a públicos universitarios más amplios, fue con la gestión de Héctor Mendoza que se dio el salto a formar actores que estuvieran al servicio del director, idea que actualmente es cuestionada, aunque en su momento fue un acontecimiento importante en la historia del teatro.

“Mendoza cambia radicalmente la concepción que tenía Azar y decide que el CUT será un medio de profesionalización del teatro con gran rigor en sus clases; básicamente él busca crear un nuevo actor para un tipo de teatro que él mismo está intentando desarrollar. Así vamos viendo cómo cada uno de los directores va proponiendo algo distinto”.

Y añade que el objetivo de Héctor Mendoza como director fue preparar actores para el régimen de puesta en escena. “Este régimen es aquel que no concibe al teatro a partir del texto dramático, sino a partir de la puesta en escena; es, por ende, el régimen del director. Los actores que se forman están entonces al servicio del director”.

Si bien en la época de Mendoza al frente del CUT hubo una ampliación de los planes de estudio y una profundización del teatro como actividad cultural, los actores que se formaban estaban entrenados para depender de los directores.

“La premisa del CUT en la década de los 70 fue formar a un actor con muchas capacidades, para la acrobacia, voz, registro amplio, pero para ponerlo al servicio del director. Es, entonces, el actor al servicio del director”, reitera Moncada.

Si bien el régimen de director quedó de manera permanente después de la llegada de Héctor Mendoza al CUT, hubo otros intentos de repensar la forma de hacer teatro. Fue el caso de la gestión de Luis de Tavira y de Ludwik Margules (a finales de los años 70 y principios de los 80), dramaturgos que fomentaron un teatro científico y renacentista, respectivamente.

“Luis de Tavira, aunque sólo dirigió dos años el CUT, dejó huella debido a que creó un programa que hablaba del actor científico. Planteaba trabajar en laboratorios teatrales y pretendía que se alcanzara la cientificidad del trabajo del actor”, explica Moncada, y continúa con la huella de Margules.

“Llega Margules y hace cambios radicales, debido a que plantea el teatro como un taller renacentista, en donde se tenían actores, escenógrafos y directores jóvenes, que desarrollaban sus propios proyectos. Él convierte la escuela en un taller de creación de obras por parte de los propios alumnos”, cuenta.

Teatro contemporáneo

En el último capítulo del libro, titulado Nudo y desenlace (2008-2022) se aborda la enseñanza de teatro del CUT en los años recientes, bajo la dirección del director de teatro Mario Espinosa, con un modelo que retoma diferentes elementos de sus predecesores.

Es en la etapa actual de CUT que se conjugan en un plan de estudios elementos como la profesionalización del actor, la perspectiva artística de las artes escénicas, en combinación con clases en laboratorios teatrales y, sobre todo, la capacidad de los estudiantes para enfrentarse a la gestión de proyectos propios.

“Desde el 2010 empieza a haber una reformulación, hay actores que asumen proyectos personales, ya no están al servicio de otro, sino que comienzan a ser los generadores de sus propios proyectos, ese es el espíritu del CUT en los últimos años”, recalca Moncada.

Uno de los retos pendientes es convertir el CUT en la Escuela Nacional de Artes Escénicas, tema que se está trabajando desde los festejos del Centro, que comenzaron el año pasado por el 60 aniversario.

“Se ha venido retrasando el proyecto que marcaría el final del CUT, y lo convertiría en la Escuela Nacional de Artes Escénicas, el proyecto ha pasado por las todas las instancias burocráticas y académicas de la UNAM; lo que falta es que pase a sesión en el pleno del Consejo Universitario para que se ratifique”, explica el dramaturgo.

El libro La historia del CUT. Drama documental , será presentado el 5 de marzo a las 12 horas, como parte de las actividades de la 44 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería. Contará con la participación de Luis Moncada, Mario Espinosa y la actriz Luisa Huertas.

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