Bastaron dos minutos para que Christophe Février, un empresario francés pagara casi 177 mil pesos por algo que decidió debía tener en su hogar: una guillotina .

De acuerdo con , la subasta del objeto se realizó la semana pasada en París.

La venta de esta réplica fabricada a mediados del siglo XIX ha generado controversias.

A pesar de que este objeto de casi 10 pies de alto no fue utilizado para ejecutar a personas durante la Revolución Francesa, un supervisor de la subasta comentó al periódico que advirtió al vendedor de que la venta sería acogida de mal gusto y la organización no tenía los medios necesarios para detenerla.

Tras la compra, Février aclaró que no estaba interesado en alguna clase de fetiche o en el “simbolismo de la muerte, sino en su valor vinculado al patrimonio de la humanidad”.

El empresario, que es padre de cuatro hijos, amante de objetos únicos y raras obras de arte, dice ser afín a su personalidad el poseer un objeto como este.

En el año 2014, la artista americana Lady Gaga intentó adquirir una guillotina pero perdió la subasta ante un coleccionista ruso que, debido la ley de aduanas francesa, no pudo transportar hasta su domicilio ya que se trata de un instrumento de tortura.

En cambio, la guillotina permaneció en un club de jazz de París, sorprendiendo a los turistas que lo visitaban, hasta que el bar se declaró en quiebra y volvió a salir a subasta.

El actual propietario ha admitido que todavía no sabe donde va a colocar su “divertida adquisición”, porque una casa familiar con cuatro niños no es el lugar más adecuado.

Además, ha confesado estar interesado en comprarse en un futuro un coche que en su día fue propiedad de Pablo Escobar.

akc

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