A Elena Garro se le ha concedido, de a poco y en los últimos años, el reconocimiento a su obra literaria, que abarca la novela, el relato y la dramaturgia; sin embargo, se le ha escatimado igual reconocimiento a su obra ensayística y periodística, en donde están, aún más plasmadas que en su literatura, sus ideas políticas, su compromiso y lucha social y su pensamiento en plenitud como intelectual.
A 25 años de la muerte de la escritora, dramaturga y periodista, que se conmemoran hoy, biógrafos y estudiosos de su vida y obra ponen énfasis en las ideas políticas e intelectuales, de Elena Garro (Puebla, 11 de diciembre de 1916-Cuernavaca, 22 de agosto de 1998), quien manifestó un profundo interés en el sindicalismo y en el movimiento campesino, que tuvo cercanía con el político priísta Carlos Madrazo, que escribió reportajes y obras sobre figuras políticas de la revolución, como Felipe Ángeles y los Flores Magón, y que también evidenció su distancia de la visión e intereses políticos de Octavio Paz.
Sobre si a la revisión de la vida y la obra de Elena Garro le han cancelado su pensamiento político, como a muchas otras mujeres, y sobre si está pendiente y falta revisar esa faceta de Garro, incluso desde los estudios feministas, Lucía Melgar, Rafael Cabrera, Geney Beltrán, Patricia Rosas Lopátegui, Olivia Teroba y Gissel Gómez Estrada reflexionan sobre las ideas políticas e intelectuales de la autora de Los recuerdos del porvenir, quien desarrolló una celebrada y singular obra literaria, pero también manifestó sus ideas políticas.
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La doctora Lucía Melgar asegura que, como intelectual pública, Elena Garro fue en los años 60 una figura heterodoxa, pero desde los años 40 tenía ya una postura crítica ante la injusticia, que luego se manifestaría en su apoyo a grupos campesinos que luchaban contra el despojo de sus tierras en los años 50 y principios de los 60.
“La obra de Garro y su conducta, por más estrafalaria que se le considerara, en los años previos al 68, permite verla como una mujer de vanguardia, capaz de decir y escribir lo que pensaba y de defender causas que le importaban. Si bien no se consideraba feminista, su obra puede leerse como una crítica feminista de la violencia machista, particularmente valiosa porque la inserta en un contexto de violencia social y política más amplia, porque es capaz de representar también la violencia contra las mujeres y los efectos negativos del machismo para los hombres”, afirma.
La coautora, junto con Gabriela Mora, de Elena Garro. Lectura múltiple de una personalidad compleja, asegura que la reacción de Garro ante las acusaciones que se le hicieran desde el gobierno, una forma de ligar a Madrazo con el movimiento del 68, y el ocultamiento de la vigilancia que ejerció sobre ella la Dirección Federal de Seguridad (como ha documentado Rafael Cabrera) “han dificultado hacer un análisis más objetivo y profundo de su postura política (ciertamente compleja) y de su defensa de causas sociales valiosas. Es de esperarse que a 25 años de su muerte haya más interés por revisar la vida cultural y el campo intelectual de los años 60 y 70 para entender mejor la posición de Garro como mujer intelectual y tanto sus contradicciones como las de otros intelectuales, cuyos claroscuros no se han señalado con el mismo énfasis (Fuentes sería uno de ellos)”, agrega Melgar.
Justo el periodista y escritor Rafael Cabrera reconoce que a Elena Garro se le ha limitado y encasillado sólo como novelista, cuentista y dramaturga, que lo fue, pero “se ha hecho un silencio en torno justo a su producción de ensayos, de entrevistas políticas y reportajes”, en el que han jugado un papel en su contra libros donde se hace un análisis ramplón de su feminismo y se le victimiza.
“Eso de algún modo ensombrece los textos de Elena que en sí mismos son muy potentes, y yo creo que en parte es porque es incómoda y no se le da tanta voz porque ella tiene muchos escritos, muchos apuntes de diarios, muchos escritos sueltos, como tribulaciones criticando o analizando el papel del intelectual en el poder ante la sociedad”, dice Cabrera.
El autor de Debo olvidar que existí. Retrato inédito de Elena Garro agrega que hay una especie de silencio o de omisión deliberada de ahondar en esos escritos de Garro, de no quererla ver como una pensadora en cuanto a la sociedad o la política o el artista frente al poder. “Se ha querido ver y limitar a Elena Garro como una artista, que lo es sin duda alguna, pero que también tiene una veta intelectual, escritos políticos muy poderosos, y esa parte creo que sería fundamental rescatarla o darles más difusión”.
Por su parte, Patricia Rosas Lopátegui apunta: “Definitivamente el pensamiento político de Elena Garro no se ha revisado ni tampoco se ha reivindicado su lucha por democratizar México en los años 60”. Dice que, por el contrario, se le desacreditó con una leyenda negra después de la masacre del 2 de octubre de 1968, que ha opacado no sólo su legado literario, dramatúrgico y periodístico.
La escritora y biógrafa de Garro asegura que su periodismo ha permanecido rezagado precisamente porque en sus artículos, reportajes y entrevistas revela su pensamiento político, que siempre puso en tela de juicio la corrupción, la tiranía, el racismo, la desigualdad de género. “Elena Garro nunca pactó con el poder, nunca fue una escritora de medias tintas, y por eso su pensamiento político y su combate en contra de las injusticias sociales han sido marginados y tergiversados por las oligarquías”.
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La académica Grissel Gómez Estrada, autora de Miradas sobre Elena Garro a cien años de su nacimiento, dice que es sabido que toda la obra escrita por mujeres ha sido relegada y aunque ha habido estudiosos y estudiosas de la literatura que se han acercado a su pensamiento, no ha sido suficiente. “Estamos hablando de una de los mejores escritores de México y cuya obra no ha sido difundida ni leída ni estudiado como merece. Porque además de ser mujer, Garro tenía una visión de la justicia que no siempre coincidió con las ideas de los intelectuales de la época, es más: justamente, una de sus críticas más fuertes fue hacia los mismos intelectuales, a su hipocresía, a la poca coherencia entre su supuesto izquierdismo y su forma de vida, como se ve en Testimonios sobre Mariana, por ejemplo. En esta obra, la autora toma una postura ética, más que ideológica”.
Idea compartida por la escritora Olivia Teroba, quien asegura que sí es necesario seguir revisando la figura de Elena Garro, “es necesario seguir revisando su pensamiento político, desde que estaba con los campesinos y con Carlos Madrazo, ella no era considerada una figura relevante en la política, sino como acompañante de los campesinos, acompañante de Carlos Madrazo y eso tenía que ver con su género”.
Sin embargo, otros estudiosos y editores de su obra como Geney Beltrán afirman que más que una pensadora, Garro fue una artista. “Su esfuerzo principal estuvo a lo largo de las décadas en la escritura de ficción; fue a sus obras de teatro, cuentos y novelas a las que entregó sus mayores energías, su tiempo y su posteridad. Eso no significa que la política esté ausente, sino que la política es representada desde la sensibilidad, no desde el raciocinio; desde la empatía, no desde la doctrina; desde el cuerpo mismo, no desde la abstracción”.