Más allá de la revolución zapatista, de la revuelta que se guió por el lema “Tierra y libertad!”, mucho más allá del Caudillo del Sur y su simbolismo, el historiador Alejandro Rodríguez Mayoral ofrece en La vida cotidiana entre los zapatistas 1910-1920 la historia social y cultural de México durante la más cruenta década; “nos habla de nosotros mismos, de nuestro pasado e incluso nos muestra que mucho de lo que podemos ver en la actualidad lo encontramos en esas raíces del pasado”.
El doctor en Historia por la Universidad de Texas ha logrado en este libro, que es coeditado por la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Iztapalapa y Ediciones del Lirio, la primer obra que analiza la cotidianidad de los zapatistas a profundidad, explorando aspectos de la existencia humana que han sido ignorados, como las mujeres violentadas y robadas, la miseria y el hambre, la vida de niños y jóvenes, las diversiones y el uso del tiempo libre, la educación y las enfermedades, la carencia de ropa, el bandidaje, el amor y la sexualidad.
Con base en una profunda investigación de varios años, con documentación profusa en cartas, mapas, reportes, informes, telegramas, memorias, fotografías, manifiestos, periódicos y entrevistas rastreados en archivos, bibliotecas, museos, mapotecas, filmotecas y hemerotecas, Alejandro Rodríguez Mayoral delinea una década en la vida cotidiana de mexicanos que vivieron en Morelos, Estado de México, la Ciudad de México, así como en estados colindantes como Guerrero y Puebla.
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¿De qué nos hemos perdido sin analizar la vida cotidiana en nuestra historia?
Cuando dejamos de mirar la vida cotidiana en la historia misma nos estamos perdiendo básicamente de la esencia de la Revolución, en este caso. Considero la vida cotidiana como la esencia porque podemos entender a las personas como usted y como yo que les tocó experimentar ese episodio histórico.
Este libro es un conjunto de historias que comparten las experiencias de aquella gente que le tocó vivir, que anduvo en la Revolución, que fue gente pacífica, que le tocó vivir dentro del dominio zapatista en el centro de mi investigación, que es Morelos, Estado de México y la Ciudad de México, pero también en otros estados colindantes como Guerrero y Puebla. Me permitieron encontrar características similares o patrones de la vida diaria de aquellos tiempos.
¿Son las historias de gente de carne y hueso?
Sí, los vemos en su vida cotidiana, que nos permite comprender y entender esta guerra, este movimiento armado, esta rebelión, es donde los podemos apreciar a partir de los elementos más importantes de la revuelta que es la gente. Cómo sintieron, cómo pensaron, cómo actuaron. Los lectores se pueden poner en los pies de los participantes y sentir miedo, angustias, preocupaciones, que nos permiten ir siguiendo los acontecimientos a partir de los ejes temáticos como está construido el libro.
¿Es dejar de contar la historia desde la heroicidad, más bien lo hace a ras de tierra?
Es invitar al lector de este libro a que entre a una nueva interpretación de la Revolución Mexicana, es una visión más fresca, más original e innovadora precisamente por estos temas poco tocados y difíciles de investigar. Estamos hablando de otro tiempo, de hace más de más de 100 años, que es complicado encontrar evidencia, rastrearla y buscarla en archivos, pero también en museos, mapotecas, hemerotecas, en las muchas fuentes de consulta que registro.
¿La historia de niños o la violencia contra mujeres?
Sí, los niños son un sector que poco se ha contado; incluso el de las mujeres, que yo lo abordó en el capítulo “Adelitas y otras mujeres tanto pacíficas como desamparadas”; claro que se había hablado de ellas igual que de la vida diaria, pero nunca con tal profundidad ni con tal extensión. Por eso el tema de las mujeres es muy interesante, porque nos permite ver temáticas desde su trabajo, su vida diaria, sus actividades dentro y fuera del hogar ante la ausencia de los hombres por la guerra, por la muerte, por las preocupaciones.
¿Historia lejos del héroe?
De acuerdo a las evidencias que encontré puedo ver que la mayor violencia contra las mujeres, incluso en niñas, se vivió de 1914 a 1917, podemos apreciar que en 1915 y 1916 hubo más robos y violaciones. Uno se puede preguntar cómo es posible si durante ese tiempo que ocurre esta situación de violencia contra las mujeres se está librando una lucha encarnizada entre zapatistas y huertistas. Es el tiempo en que sale derrotado Huerta, el tiempo también en el que se da un espacio, un respiro a la Revolución en la época de la convención, y finalmente abarca el tiempo en donde los carrancistas ya empizan un embate fuerte contra los zapatistas, entonces podemos ver cómo a través de distintos momentos, tiempos y coyunturas, en la guerra misma, ocurre un acto de violencia que cruza durante todos estos periodos de desequilibrio y de caos.
¿La historia va más allá de las fechas emblemáticas?
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