La educación es la base para que los niños y las niñas adquieran las habilidades necesarias para enfrentar los desafíos de la sociedad del conocimiento del siglo XXI, en un mundo global e interconectado. De la misma forma, debe coadyuvar al pensamiento crítico y a que los alumnos se conviertan en miembros activos y participantes de la sociedad.

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La misión de los editores educativos es proporcionar a los maestros los recursos de aprendizaje en diferentes formatos, tanto impresos como digitales. La experiencia internacional ha mostrado que, para lograr mejores resultados educativos, se requieren tres condiciones básicas:

Los editores educativos en todo el mundo desempeñan un papel fundamental en los procesos educativos.
Foto: Twitter
Los editores educativos en todo el mundo desempeñan un papel fundamental en los procesos educativos. Foto: Twitter

1) Los docentes deben estar facultados para elegir entre una variedad de productos y formatos, de tal forma que seleccionen los recursos de aprendizaje más adecuados a las necesidades de sus aulas. Los editores creemos en los mercados abiertos, donde las diferentes empresas puedan competir para ofrecer productos innovadores, confiables, de alta calidad y contenido culturalmente diverso.

Casi en ningún otro país del mundo se sigue una política de texto único. China lo hizo en los años 50, al igual que México. En ambos países había tasas muy bajas de alfabetización (en México alcanzaba 50%) y de escolaridad. El libro de texto único fue en su momento la mejor forma de brindar conocimientos básicos a una mayor proporción de la población.

En los años 80, China reconoció que el modelo se había agotado y pasaron, desde entonces, a un mercado competido, con oferentes públicos y privados. El México del siglo XXI no es ya el de 1950, y en la actualidad el uso de un texto único desconoce la amplia diversidad y la rica pluralidad de ideas que existen en nuestro país.

2) Las soluciones deben ser nacionales. Los editores apoyamos a los maestros en la implementación de los programas locales. No es igual el entorno y los contenidos requeridos en un país que en otro. El mejor contenido es producido localmente y hecho a la medida.

3) Para educar con éxito, la orientación proporcionada por los gobiernos se convierte en soluciones de enseñanza y aprendizaje elaboradas por las editoriales, en colaboración con investigadores, pedagogos, maestros y autores. La colaboración entre el gobierno, docentes y editores es vital para que la educación sea más eficaz.

Los editores mexicanos estamos en la mejor disposición y deseosos de colaborar con las autoridades educativas y con los maestros y maestras, como lo hemos hecho durante los últimos 25 años, para el exitoso programa de estudios de secundaria. Deseamos poder brindar a nuestros alumnos los mejores libros y recursos educativos, reconocidos por su rigor pedagógico y científico, así como por su actualización constante y su alta calidad gráfica.

Nelson Mandela decía, con toda razón, que la educación es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo. Pero lo que no se puede medir no se puede mejorar. Por eso los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aplican la prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes).

Por supuesto, los resultados de esta evaluación son multifactoriales y dependen de diferentes variables. Sin embargo, es interesante la correlación que se puede observar entre el grado de apertura a la competencia de contenidos educativos y el resultado de la prueba PISA en diferentes países.

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Los países más abiertos y con menores restricciones a la participación de los editores en la elaboración de libros de texto y recursos educativos, como Finlandia, Suecia y Dinamarca, presentan los resultados más altos en la prueba PISA. Por el contrario, los países con mayor intervención del Estado y menor pluralidad de publicaciones, como Hungría, Turquía y México (hasta ahora mixto, cerrado en primaria y abierto en secundaria), aparecen en los niveles inferiores de la tabla.

Una industria editorial fuerte y sana es un activo estratégico y vital para cualquier sociedad democrática y un elemento esencial de una economía competitiva basada en el conocimiento.


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melc

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