Más Información
Elección judicial: Aspirantes a cargos comparten carta de motivos y hasta currículum; “Justicia no debe ser inaccesible”, afirman
Niño de 3 años toca “la campana de la victoria” por vencer al cáncer; recibió quimioterapias en el IMSS
Tres de cada 10 estudiantes es víctima de violencia en planteles; exigen reforzar medidas de seguridad
Unión Nacional de Padres urge a acabar con clima de inseguridad en Sinaloa; exigen esclarecer asesinato de su líder
“Aún hay tiempo”: Inai lamenta extinción aprobada por Diputados; pide al Senado reconsiderar reforma
La interdisciplina, la pluralidad y la investigación son algunos de los ejes con los que la coreógrafa y bailarina Claudia Lavista (Premio Nacional de Danza 1992) se perfila como la nueva directora de Danza UNAM, puesto en el que fue anunciada recientemente, relevando a Evoé Sotelo, y que tomará el próximo 1 de mayo.
Lee también: Dua Lipa en CDMX, el Día de las flores amarillas y la caída de Instagram, en los memes de la semana
¿Cuál es su perspectiva de Danza UNAM en este momento?
Evoé Sotelo hizo un excelente trabajo; generó muchas cosas, por ejemplo la DAJU, que es la compañía de danza joven de alumnos recién egresados; el trabajo de la mediateca, y cosas muy buenas respecto a programación.
A mí no me han entregado todavía Danza UNAM, por lo que no puedo responderte por información desde adentro, en términos de finanzas o compromisos. Pero en términos generales ha sido una gestión donde ha apoyado cuestiones teóricas, como la publicación de textos y libros —lo cual se debe seguir apoyando—. Se han hecho cosas positivas, me parece que estoy recibiendo una institución sana. Es una buena noticia porque quiere decir que sobre eso yo seguiré construyendo.
Evidentemente habrá cosas nuevas y otras maneras de construir. Lo que cambia son las formas en las que se trabaja; al tener las dos diferentes experiencias de vida dentro de la danza, también tenemos cosas diferentes que aportar, por eso es fundamental que este tipo de puestos sean rotativos. El reto es sumar sobre lo construido.
¿Cuáles serán sus ejes?
He trabajado en proyectos artísticos, académicos y de gestoría. A lo largo de tres décadas he cubierto esas tres áreas con Delfos, la Escuela Profesional de Danza de Mazatlán y el diplomado que generé en el Centro de las Artes de San Agustín (CASA); tengo en mi quehacer la experiencia de relacionarme a nivel institucional y, por otro lado, mi carrera se ha basado en las relaciones personales, las colaboraciones de colectivos, instituciones y agrupaciones.
Mi forma de ver la construcción de un ecosistema dancístico tiene que ver con el diálogo y la construcción de tejidos; aunque parece que la palabra tejidos está muy manoseada, es potente porque se refiere a plataformas que permiten el crecimiento. En la Escuela de Danza, pensaba en cómo nuestro trabajo construía algo para 70 estudiantes y el tejido de público y de gente que nunca había visto danza. La danza no es una cuestión lineal, tiene múltiples aristas. Un espacio como DANZA UNAM permite aplicar esta forma de ver la construcción de un proyecto a partir de una visión amplia. Lo primero que haré es entender qué se ha hecho y cómo puede mejorar. Para entender sobre todo cómo fortalecer, desde el interior de la estructura, todo lo que implica Danza UNAM. Una plataforma que permita construir proyectos que beneficien a toda la comunidad. Cuando uno ve danza y cuando propone un proyecto de danza no solamente está planteando una acción que tiene que ver con la estética, lo artístico y la expresión del ser humano, sino que se está generando una discusión, un diálogo en el público que va a generar nuevas formas de percibir algo y de accionar. Cuando se programa danza, hay que pensar en muchas cosas: ¿qué impacto va a tener en la danza, en el público, en los jóvenes, en la comunidad, en la política y en lo social? No es sólo traer compañías, sino pensar una estrategia que permita seguir construyendo imaginarios. Algo que permita seguir construyendo formas de pensamiento y de accionar la danza, nuestra propia danza, la mexicana. Todas las danzas que nos representan y que somos como país tienen que tener un espacio en Danza UNAM. Habrá que tejer la estructura que permita generar un festival de danza clásica o folclórica, por ejemplo, y también permitir mesas redondas, espacios de discusión, académicos, de formación de públicos, el contacto con universitarios. Cuando se programa algo, la idea es que tenga impacto en múltiples áreas. Pero también hay una pregunta fundamental, ¿qué necesita la danza en México? Y eso se logra a partir de un diagnóstico muy profundo con la propia comunidad.
¿Su apuesta es el diálogo y la pluralidad?
Yo simplemente estoy representando, voy a ser un punto nodal que tendrá que abrir el diálogo a toda la comunidad para que juntos definamos qué se tiene que hacer desde danza UNAM en los próximos cuatro años. No es algo que haré sola, por ello, será importante tener un consejo artístico asesor que sea diverso, incluyente; que ayude a potenciar el campo de acciones que pueden llevarse a cabo desde Danza UNAM. Este consejo tendría que ser por un lado rotativo e incluso he pensado que un buen ejercicio de pluralidad sería que fuera un consejo por temporada. No es lo mismo pensar en danza folklórica o danza contemporánea que en una temporada internacional de agrupaciones internacionales o una de las nuevas generaciones mexicanas.
Pienso también en otros espacios que tienen que ver con la UNAM y que, a lo mejor, han estado poco utilizados, ¿cómo utilizamos toda esa red que ya existe?, ¿y cómo utilizamos todo el potencial de lo digital? En lo digital hay un campo de exploración enorme en términos educativos, pero también en términos de exposición y difusión.
¿Cuál es uno de los grandes retos de la danza mexicana hoy?
Creo que uno de los principales problemas de la danza es la falta de difusión. No hay difusión, es muy corta. No tenemos un programa de televisión, por ejemplo. Me parece que una cosa importantísima que habría que hacer, de entrada, es generar un proyecto con TV UNAM. Otra cosa que me parece fundamental es la integración de saberes; hacer proyectos de Danza UNAM con las demás facultades. ¿Cómo hacemos para que esta ola, esta fuerza que tiene la universidad genere los cruces que enriquezcan las disciplinas? Porque, además, el presente es interdisciplinar. Y el futuro es interdisciplinar. Hacer danza en una dirección se queda muy corto desde mi perspectiva.
Aunque mucha gente no lo sepa, la danza está presente en sus vidas constantemente. Entonces, ¿como capitalizamos eso que ya existe, que ya está? Somos una sociedad de danzantes, México es un país de danzantes. Lo tenemos en nuestra, ¿cómo logramos que Danza UNAM llegue a esas fibras y tengamos mayor público? Tenemos un problema de público grave, no hay público suficiente para la danza.
En los talleres de Danza UNAM se ve un ejército de gente que tiene conciencia de su cuerpo. Ahora estoy en Texas, tratando de entender y estructurar una teoría que tiene que ver con el afecto y la empatía desde el cuerpo. Si todos los seres humanos tomáramos realmente conciencia de nuestro cuerpo y cómo este cuerpo que somos es el gran archivo de la humanidad, de nuestras familias y de nuestra cultura. Si nos diéramos cuenta de que cada cuerpo es un gran tesoro, habría una reducción de la violencia. ¿Cómo vas a matar un tesoro? Es como cuando comenzamos a tomar conciencia de la gravedad de la danza. El cuerpo tiene un valor enorme, el más grande valor, es lo más importante porque cuando no lo tengamos estará la muerte. Ahí, la danza tiene mucho que defender desde la filosofía. Pareciera que me salgo del tema, pero, por arriba de todo lo que se haga en Danza UNAM tiene que estar la filosofía del cuerpo, de cómo el cuerpo es un espacio de paz y amoroso; de cómo nuestros cuerpos procuran a los otros. El cuerpo debería ser el mayor espacio de paz posible, sobre todo en un país como México donde hay tantos muertos todos los días.
Lee también: La inseguridad secuestra cultura de San Cristóbal de las Casas
¿Detallaría un poco más su plan de trabajo?
De alguna manera, voy a trabajar cercanamente con el Taller Coreográfico, la DAJU, la Cátedra Gloria Contreras, los talleres libres de danza de la UNAM y la mediateca. Son como cinco proyectos enormes, además de la programación y la sala del Salón de Danza de la UNAM, donde se presentan cosas más experimentales. Cada área tiene su propia dirección, pero a mí me parece que la parte vital de lo que me toca hacer es integrar todos estos proyectos de Danza UNAM con una sola filosofía, con una misma visión. Aunque cada uno desde su ámbito y la mirada y la comunidad que le toca atender. Es ver un poco a Danza UNAM como una especie de pirinola, un epicentro que da vueltas con estos cinco proyectos, los cuales van tener que girar para llegar a la mayor cantidad posible de comunidades.
Mi trabajo va a ser generar las estrategias para que eso suceda. También es importante la relación acción-teoría, el teorizar sobre la danza y generar textos, espacios de discusión y de análisis sobre el cuerpo y todas las danzas no entonces. Es un campo que Evoé hizo muy bien y que a mí me interesa fortalecer: que haya mucha más presencia de textos y de teoría. Ahora que he estado trabajando en el tema del archivo de mi papá, veo la importancia absoluta y fundamental de los archivos, las teorías, los textos, los espacios de reflexión, análisis y producción de conocimiento. Me interesa mucho, por ejemplo, hacer proyectos que integren la filosofía con la danza.