Más Información
Otorgar suspensiones es obligación de los juzgadores: magistrado Torres Ángel; “no es delito para abrir una carpeta de investigación"
Da Cámara de Diputados casi 80 mil pesos a Pedro Haces para viaje a Suiza; 19 mil pesos de viáticos por día
Fernández Noroña retira petición a la Corte para que sobresea recursos contra reforma judicial; “no nos moveremos un milímetro”, advierte
Granos de arena naranja brillan bajo el sol mientras una moto solitaria levanta polvo a su paso. Son las 09.30 de un lunes y la temperatura ya supera los 30C. Una familia de macacos de Sri Lanka se balancea desde las ramas de los árboles y se enredan traviesamente justo frente a nosotros. Pero apenas reparamos en su presencia. No podemos apartar la mirada del monolito de 200 metros de altura que domina en la distancia.
Sigiriya, una antigua fortaleza y palacio real, es una las las más populares atracciones de Sri Lanka y en 2019 recibió más de un millón de visitantes. Pero en este día soleado de mayo de 2021, mi compañero y yo somos las dos únicas personas aquí.
Construida en el año 477, Sigiriya es considerado uno de los ejemplos mejor conservados de planificación urbana del sur de Asia y uno de sus más importantes sitios arqueológicos.
El palacio y la torre que lo remata en lo alto de la roca, así como sus únicas obras de arte, le ganaron en 1982 su inclusión la lista de lugares patrimonio de la humanidad de la Unesco. Son sus jardines y sus ingeniosos sistemas hídricos al pie de la roca los que la convierten en un tesoro nacional.
Más allá de eso, los jardines de Sigiriya son además uno de los más antiguos jardines panorámicos del mundo. Huéspedes ilustres del siglo V caminaron por sus senderos, flanqueados a ambos lados por los impresionantes jardines acuáticos, que marcaban la grandiosa entrada, de 1.200 pasos, que desembocaba en la entrada del palacio.
Lee también: Antes de suicidarse, el muralista Juan O’Gorman escribió este mensaje
En su ensayo "Sigiriya: ciudad, palacio y jardines reales, Senake Bandaranayake, director del yacimiento, explicó que el lugar supone una brillante combinación de simetría y asimetría jugando deliberadamente con formas geométricas y naturales.
"Los jardines de Sigiriya se componen de tres secciones interconectadas: la simétrica, con los jardines acuáticos geométricamente planeados; la asimétrica o cueva orgánica, con el jardín en la roca; la terraza escalonada que rodea la roca; y el jardín acuático en miniatura y los jardines de palacio en lo alto del peñón", escribió.
Dentro de los jardines hay estanques, fuentes y arroyos ornamentados, sobre los que en su día se alzaron pabellones en los que se llevaban a cabo actuaciones artísticas.
"Tendría un aspecto similar al de un resort de lujo actual con hermosos jardines y piscinas", afirmó Sumedha Chandradasa, que ha trabajado como guía de los tesoros de Sri Lanka durante más de 24 años.
Construcción pionera de la ingeniería hidráulica
Pero lo más impresionante de este lugar no es el diseño detallista de los jardines, sino cómo funcionan.
Estos sistemas hidráulicos son considerados una maravilla de la ingeniería por el uso del poder hidráulico, los túneles subterráneos y la fuerza gravitacional que crea un sistema espectacular a la vista de estanques y fuentes que 1.500 años después aún funciona.
Algunos habitantes de Sri Lanka todavía creen en los mitos antiguos que cuentan que el agua del jardín procede de la charca situada en lo alto de la roca. En realidad, la fuente del agua son unas reservas cercanas a las que los lugareños conocen como "tanques".
Una serie de cañerías de terracota se valen de la fuerza de la gravedad y la presión hidraúlica para enviar agua desde el tanque de Sigiriya, con una elevación algo superior a la de los jardines, hacia las diversas fuentes, estanques y acequias.
Pero parte del agua no viene de lo alto de Sigiriya. Los estanques situados en la cumbre del peñón se llenan con agua de lluvia y unos desagües excavados en la roca conectan con una larga cisterna que alimenta el sistema de conductos subterráneos que le lleva el agua a los jardines.
"Se trata de una obra maestra de la irrigación, la ingeniería y el diseño, escribió Bandaranayake.
El experto también dejó escrito en su ensayo que durante la excavación del yacimiento se encontraron cañerías a diferente profundidad, probablemente con la intención de lograr diferentes niveles para el agua, lo que revela una gran conocimiento de física e ingeniería.
Un golpe sangriento
Aunque data del siglo V, la historia de sus orígenes recuerda a la de algunas telenovelas modernas.
Antes, Sigiriya, la capital de Sri Lanka, se ubicaba en Anuradhapura, más de 70 kilómetros al noroeste. Un golpe de estado liderado por un hijo del rey Dhatesena con una consorte plebeya acabó con la vida del soberano y su hijo Kasyapa subió al trono.
Kasyapa cambió la capital de sitio y la llevó a Sigiriya o Simha-giri, que significa la Montaña del León, y construyó un nuevo palacio en lo alto. Cuando el visitante se aproxima a las escaleras que llevan al complejo palacial en lo alto entiende por qué.
Lee también: El robo artístico más impactante del siglo XXI: dos Van Gogh en 3 minutos y 40 segundos
"La teoría es que, de acuerdo con "Las Crónicas Antiguas", —las crónicas históricas de Sri Lanka—, edificó el palacio para que pareciera un león en cuclillas", explicó Jagath Weerasinghe, profesor emérito en el Instituto de Arqueología de Sigiriya. "Las pezuñas de león son la entrada principal que te lleva a lo alto de la montaña".
Kasyapa reinó desde allí hasta el 495, cuando lo abandonó y el palacio se convirtió en un monasterio budista.
Una de las ventajas de visitar este lugar durante la pandemia es que mi acompañante y yo tuvimos el complejo al completo a nuestra disposición durante unas horas. Incluso pudimos apreciar los ladrillos que forman la base de las piscinas, fuentes y canales que se llenan de agua durante la estación lluviosa.
El área conocida como los jardines acuáticos en miniatura, aunque miden 30 metros de ancho y 90 de largo, se dividió en cinco secciones, con algunos rasgos únicos, entre ellos una acequia con forma de serpiente que demuestra una capacidad de planificación adelantada a su tiempo.
Para Bandaranayake no hay duda de que sirvieron como medio de refrigeración además de como "gran reclamo estético", que crearon "interesantes efectos visuales y sonoros".
Según Weerasinghe, estos jardines en miniatura eran una experiencia superior en la noche, cuando la luz de la luna se reflejaba en los pandos estanques. "Hay aspectos muy románticos en el recinto real de Sigiriya", me dijo.
Aunque los jardines en miniatura no son ya tan espectaculares como antaño, las aguas ya las plataformas de sus niveles inferiores han llevado a los arqueólogos a suponer que en él se realizaban actuaciones musicales.
Las fuentes de Sigiriya de la familia real
Seguimos caminando frente a la roca, a través del canal en forma de serpiente de los jardines en miniatura, que contiene las distintitvas fuentes de Sigiriya.
Están hechos de piedra caliza con agujeros simétricos y, incluso 1.500 años después, siguen funcionando durante la época del monzón. "Bajo la fuente hay una pequeña cámara donde el agua se presuriza, forzándola a burbujear hacia la fuente cuando el nivel del agua es alto", explica Chandradasa.
Concebidos para ser usados por la familia real y el coro de mujeres de Kasyapa, estas fuentes y estanques, sobre todo la gran charca en lo alto de Sigiriya, fueron diseñadas como piscinas en las que refrescarse bajo el sol sudasiático, como muestran los peldaños de piedra que se sumergen en el agua.
Pero los jardines acuáticos tenían otro propósito. "Kasyapa quería presentar el agua de un modo particular", dice Weerasinghe.
Además de ser una fuente de placer, enviaba un claro mensaje sobre el poder y la inteligencia del rey Kasyapa, especialmente a los monjes Mahavihara, que formaban el monasterio más influyente de Anuradhapura y favorecían a su padre."Cuando se observa esta manera tan elaborada e intrigante de usar el agua en el recinto real, resulta claro que que le estaba diciendo algo sobre su poder a su gente", añade.
Pasada la inmensa pezuña de león tallada en piedra siutada al final de 1.200 peldaños, nuestras ropas estaban empapadas de sudor y me faltaba el aliento. Caminamos por las ruinas del palacio central y tropezamos con la gran piscina de la cima.
Un chapuzón como los que disfrutaban los reyes de antaño hubiera resultado tentador, pero semanas sin lluvias y la falta de sirvientes que las mantuvieran habían llevado a que se acumularan las bacterias en la superficie.
Desde lo alto, el sistema del jardín acuático debajo se veía claro, perfectamente centrado y alineado. Las vistas de esa exuberante jungla verde, fundiéndose con la línea azul del horizonte parecían no agotarse con la mirada. Era un lugar ideal para un palacio con jardines, digno de poderoso monarca que los mandó construir.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga la nueva versión de nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.
https://www.youtube.com/watch?v=6A9PnSRBRHc
fjb