Reciclar en lugar de derribar, ampliar los espacios, abrir la a la vida, conectarse con la naturaleza, renovar, intervenir lo mínimo, respetar el pasado, recuperar la vivienda social, no derrochar... son ejes de la arquitectura de Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal, quienes ayer se convirtieron en los ganadores del considerado el Nobel de Arquitectura.

Anne Lacaton (1955, Saint-Pardoux, France) y Jean-Philippe Vassal (1954, Casablanca, Marruecos) son pareja y socios, fundadores del estudio Lacaton & Vassal (1987), que tiene su sede en París, aunque nació en Burdeos. Hace años sus nombres han aparecido en la lista de candidatos al Pritzker, premio que entrega cada año la Fundación Hyatt.

Cuando la arquitectura de los últimos años apuesta por echar abajo, derribar y gastar cada vez mayores sumas de dinero, ellos han elegido recuperar viejos espacios, dar otro sentido a la sustentabilidad que no está asociado al derroche. De esa forma han conseguido “renovar” y “revitalizar” los legados de la arquitectura moderna, dijo el jurado del galardón que resaltó cómo su trabajo responde a las emergencias climáticas y ecológicas actuales, y a las urgencias sociales.

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“La buena arquitectura es abierta a la vida. No debe ser demostrativa o imponente, debe ser algo familiar, útil y hermoso, con la capacidad de apoyar discretamente la vida que acontecerá en ella”, dijo ayer Anne Lacaton.

En una entrevista y un comunicado desde París, ambos refirieron cómo la pandemia ha reforzado su idea de que la gente merece espacios abiertos y una conexión con la naturaleza, aun cuando viva en planes de vivienda en ciudades densas. “Todos hemos sido forzados a quedarnos en casa. Esto claramente ha evidenciado que el espacio en que vivimos es extremadamente importante. Nos hemos esforzado en desarrollar siempre más espacio que el estándar solicitado. Así que para nosotros esto es una confirmación de que la generosidad de espacio es extremadamente importante para todos y no está relacionada con cuánto dinero uno tiene”, comentó la arquitecta. Vassal agregó: “Creemos más y más que tenemos que abrir espacios para los elementos naturales, aire, sol, luz natural”.

“Nuestra convicción es que hoy es totalmente estúpido, cuando hablamos de desarrollo sostenible, de ecología, comenzar por demoler"
Jean-Philippe Vassal, arquitecto

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Trayectoria

Lacaton y Vassal se conocieron estudiando arquitectura a finales de los 70 en Burdeos. Lacaton se tituló como urbanista mientras que Vassal se mudó a Nigeria a trabajar en desarrollo urbano; allí construyeron su primer proyecto: una choza de paja hecha con madera local. Los dos compaginan la docencia con su trabajo como arquitectos en universidades internacionales. Su trabajo arquitectónico —alrededor de 30 proyectos— se concentra en vivienda pública y privada, museos y otras instituciones, en Francia y algunos países africanos.

Por ejemplo, son autores de las renovaciones del Palais de Tokyo en París y de tres edificios de vivienda pública en Burdeos, que les mereció el Premio Mies van der Rohe en 2019.

En el caso del Palais de Tokyo, explica Miquel Adrià, fue un concurso y mientras todos los arquitectos trataron de hacer el nuevo museo de referencia, ellos buscaron quitar parte de lo que existía en este antiguo edificio: “No pusieron nada, no le añadieron nada, simplemente tenían un gran sentido común para quitar todo lo que sobraba. Ganaron porque era la propuesta más inteligente y la más barata por mucho”.

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La experiencia en Nigeria fue determinante para ellos, que han dicho que buscaron trasplantar ese aprendizaje a Europa, el cómo trabajar con las complejidades y transformarlo en algo que funciona.

“Lo que cuesta caro es la complicación”, dijo Lacaton en entrevista con la AFP. “Si buscamos simplificar las cosas, racionalizar el uso, es eso lo que crea el ahorro (...) Hay también una clasificación de algunas personas entre bellos materiales nobles y otros que lo son menos. Para nosotros, esa clasificación no existe, lo importante es la generosidad”.

“Nuestra convicción es que hoy es totalmente estúpido, cuando hablamos de desarrollo sostenible, de ecología, comenzar por demoler”, expresó Vassal. En torno de la pandemia, Vassal añadió que “la tendencia hoy, con el enorme costo de los terrenos en las ciudades, es difundir el mensaje de que en el fondo las viviendas deberían ser pequeñitas, porque tenemos tantos servicios cerca, no estamos nunca en casa... Pero para la mayoría de las personas, las familias, la vivienda es lo más precioso que tienen. La pandemia tornó eso aún más visible, pero es un problema que sólo empeora desde hace bastantes años”.

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Entre otras de sus obras más significativas se encuentran la Casa Latapie, que es una de sus primeras viviendas privadas, la renovación de las viviendas sociales de la Tour Bois le Prêtre, y la École Nationale Supérieure d’Architecture de Nantes, la Casa Cap Ferret, las viviendas sociales Ourcq-Jaurès en París, y un edificio de oficinas y viviendas en Chêne-Bourg en Ginebra.

“La buena arquitectura es abierta a la vida. No debe ser demostrativa o imponente, debe ser algo familiar, útil y hermoso”
Anne Lacaton, arquitecta

El estudio ha recibido condecoraciones como el BDA Grand Prizeel Global Award for Sustainable Architecture, la medalla Heinrich Tessenow, el Grand Prix National d’Architecture de Francia y el Premio Mies Van der Rohe de arquitectura contemporánea de la UE.

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El arquitecto Miquel Adrià, director de Arquine y quien recuerda que Anne Lacaton ha estado en México en congresos de Arquine y Mextrópoli, explicó que ellos hacen un trabajo de reciclaje no sólo de lo que estamos acostumbrados a entender con los edificios con valor patrimonial, sino que reciclan edificios de vivienda de interés social, de los años 70: “Tienen otros proyectos en los que, en términos de sustentabilidad, incorporan no tanto placas solares o equipamientos caros, sino sentido común y a bajo costo. En lugar de viviendas caras con tecnología sofisticada, lo que hacen es agregar una segunda piel a viviendas existentes —aislamiento térmico y acústico y más metros cuadrados— y ganan confort, y es a muy bajo costo. No sólo es una gran lección para la arquitectura en Europa sino que nos sirve mucho para tomar en cuenta y aprender para Latinoamérica: con soluciones sencillas, inteligentes, se puede reciclar, dar una segunda vida a muchos conjuntos habitacionales, a edificios más o menos obsoletos. Ellos refieren que inteligencia, sentido común, sentido de la economía, aprovechamiento y reciclaje son una manera sumamente contemporánea, responsable de entender la arquitectura, muy acorde con los tiempos y criterios de sostenibilidad”. (Con información de agencias)