La reciente actividad volcánica ha cimbrado hasta en el Museo de Arte Moderno, que presenta “Eje neovolcánico. Aproximaciones al paisaje ígneo”, una exposición tiene como protagonistas a los volcanes mexicanos y cómo impactan en el arte, la sociedad y la ciencia.
“Si bien el volcán es un elemento común en el paisajismo mexicano, es una peculiaridad en comparación del paisajismo que se hace en otros países”, dijo Daniel Garza Usubiaga, uno de los curadores de la muestra.
La curaduría de la exhibición –que fue realizada también por Paulina Ascencio Fuentes– se divide en cuatro núcleos y reúne 162 obras de arte moderno y contemporáneo, de artistas como David Alfaro Siqueiros, Dr. Atl, Armando Salas Portugal, Alice Rahon, Wolfgang Paalen, Rodrigo Pimentel, Mariana Dellekamp, Germán Venegas, Tania Ximena y Mariana Paniagua. Garza explica que se abarcaron distintas generaciones de artistas para demostrar que sin importar la época, el volcán es un tema de reflexión.
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La exposición es como un viaje en el tiempo sobre las representaciones de los volcanes. El recorrido inicia en el núcleo “La naturaleza del volcán y su representación”, con los primeros dibujos del volcán Jorullo, hechos por Alexander von Humboldt, quien fue “el primero en postular la existencia de un eje volcánico en el país”. Sus ilustraciones científicas se convirtieron en un patrón para representar a los volcanes y fue replicada.
De ahí, en las próximas décadas artistas como José María Velasco, Siqueiros y Cecil Crawford O'Gorman representaron erupciones volcánicas, pero a partir de la imaginación, pues no les había tocado presenciar ese fenómeno. A su vez, con un poco menos de precisión científica y con un toque más artístico, pintores como Joaquín Claussel y Carlos Orozco Romero también pintaron sobre volcanes, como el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl.
Hubo un antes y un después en el registro científico y artístico de los volcanes una vez que se inventaron las cámaras fotográficas. Muestra de ello son las imágenes que se exhiben de Armando Salas Portugal y Manuel Ávarez Bravo que exhibe el museo. Justo al inicio de esa nueva era, surgió el volcán Paricutín –que este 2023 cumplió su 80 aniversario–, que le da título al segundo núcleo. Para entonces ya se podían hacer fotografías nocturnas de los volcanes y sus erupciones, como se puede ver en las imágenes de R. García y Casasola.
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Pese a los avances tecnológicos, el Paricutín fue objeto de estudio del artista Dr. Atl, quien decidió registrarlo a través de la pintura y además hizo anotaciones científicas sobre el volcán a forma de infografía, como se puede ver en la obra “Retablo del Paricutín” (1943).
En “El pedregal, arcaico-moderno” se muestra el impacto que tuvo la erupción del volcán Xitle en la Ciudad de México –que imagina Jorge González Camarena en "La erupción del Xitle" (1947) y de quien también se exhibe por primera vez en décadas la obra “La montaña”, que pertenece a una colección privada.
Al generar los pedregales no sólo ofreció un nuevo tipo de cantera con el que artistas hicieran sus esculturas, como lo hizo Luis Ortiz Monasterio con “Cabeza” (1943), sino que también le dio identidad al sur de la Ciudad y que ésto se ve reflejado en obras como los murales de Juan O’Gorman para la Biblioteca Central en Ciudad Universitaria o “Cantera de San Jerónimo” (1942), de Max Cetto.
Finalmente en el núcleo “Paisaje social y cultura popular” se analiza el impacto que tienen los volcanes a nivel social, ya sea en las comunidades que habitan a sus alrededores o en el sector de los medios y la publicidad.
“Eje neovolcánico. Aproximaciones al paisaje ígneo” estará abierta hasta el 22 de octubre.
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