“Yo no soy yo. Yo soy yo”, se lee en una de las pinturas de Julio Galán (Múzquiz, 1959- Monterrey, 2006) que se exhibe en Un conejo partido a la mitad, en el Museo Tamayo.
El pintor autodidacta mexicano decidió abandonar la carrera de arquitectura, alcanzó la fama en la década de los 80, coincidiendo en el círculo de Andy Warhol y Jean Michel Basquiat, durante el tiempo que vivió en Nueva York. Su arte fue exhibido en Ámsterdam, París, Nueva York, Miami y Buenos Aires.
En México tuvo muestras en varios museos, la última fue en el Colegio de San Ildefonso en 2008, pero ahora que el Tamayo lo rescata de este breve olvido para recontextualizar su obra y ponerla en convivencia con los retratos que se hicieron del pintor.
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Sus obras autobiográficas, donde tiende a ser el protagonista, podrían crear una idea de su persona entre el público, pero persiste un halo de misterio.
¿Quién es Julio Galán y cómo fue convivir con él? La fotógrafa Graciela Iturbide cuenta a EL UNIVERSAL sobre el detrás de cámaras de cuando, en 1993, retrató al artista. Estas fotos se exhiben por primera vez en la muestra curada por Magalí Arriola, directora del recinto.
¿Cómo conoció a Julio Galán?, ¿su primera impresión?
Conocí a Julio Galán porque él vivía en Monterrey y me invitaron a hacerle unos retratos para un libro, que al final no se publicó. Sólo salió una que otra foto. Pero, desde el principio nos llevamos bien, era una gente rara, con sus muñecos como puedes ver, los tenía en su mesa y les ponía helado, para que comieran. Lo conocí durante cuatro días. Yo me quedaba en un hotel, pero iba diario a su casa. Desde el principio de esta producción me platicó que él había nacido en Múzquiz. Yo trabajé con los kikapúes, y él nació cerca. Entonces él iba muy seguido ahí a ver los kikapúes de niño. Se ve que era de una familia acomodada.
Tenía una relación muy especial con su hermana Elizabeth, él la quería mucho. A veces sale con ella (en las fotos), (aunque) no están todas mis fotos en la exposición. Me quedé tres días en Monterrey e íbamos a trabajar en su casa, al río o a diferentes partes, pero siempre inventando qué hacer con la fotografía. Fue muy lindo porque nos entendimos bien.
Había mucha complicidad. Lo quiero mucho, lo quise mucho. Desafortunadamente, cuando yo estaba en París, él tuvo una exposición muy importante y me invitó, pero no pude ir y ya no lo volví a ver, hasta que supe que murió. Parece ser que ya estaba muy gordo, pero cuando lo conocí era un hombre bonito, guapo. Lo que sí me extrañaba era que siendo tan loco y tan artista viviera en un departamento que no tenía que ver con su personalidad, era un departamento muy clase media.
¿Cuántas fotografías le tomó en aquella ocasión?
¡Uy! Muchas, muchas. Y no es conocido todo el trabajo que hice a Julio Galán. Tengo todo aquí, un día haré un pequeño librito. Me encantaría, tendría que buscar a una persona que sepa de la pintura de Julio y de él. Lo voy a hacer, ya tengo todo digitalizado.
Yo soy un desastre con mis fotos. Le tomé tantas fotos que no recuerdo cómo se le ocurrían.
¿Cómo fue el proceso creativo de esas fotos?, ¿improvisó?
Es que él vive así, con sus muñecos. No lo hizo para mí, él siempre tiene a sus muñecos en la mesa y les da helado y les cambia la comida cada determinado tiempo. Él es… quién sabe qué relación tendrá o por qué los muñecos, no lo sé. Su preferido era Morelio.
¿Puede contarnos más de las fotografías del río?
Sí, me dijo “vamos al río. Yo tengo preparadas unas alas”, eran muy bonitas, como de madera negra. Se las puso y se acostó en el río. Luego fuimos a la casa de un amigo de él con piscina. Le tomé fotos con una corona de espinas y luego decidió meterse en la alberca y ahí le tomé unas fotos.
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¿Recuerda el vestuario de las fotos, como del pantalón intervenido con corbatas?
¿Intervenido con corbatas? Qué pena que no me acuerde. Pero bueno, su manera de vestirse era extravagante, exótico el cómo se peinaba. Era muy tímido, una vez que ya tenías una buena relación con él, todo se arreglaba.
Yo le tomé una foto con su gran amiga, su hermana, con un collar de perlas, como si estuvieran enlazados en las perlas.
Yo no sé cómo verían sus padres la vida de Julio, tan exótica, porque me imagino, me da la impresión que era una familia rica de Coahuila.
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