”Uno va creando sus personajes sagrados, como si uno mismo fuera una pequeña aldea con sus propios espíritus y demonios en sus alrededores: en la casa, en el bosque, en el castillo, en el jardín. Uno va creando su pequeña micromitología. Siento que mis cuadros son un poco el reflejo de eso, de una micromitología de mi mundo interno; siento que mis personajes tienen mucho esas formas. Procuro no hablar del mundo externo o algo que pasó de forma concreta, sino que a veces me inspiro en un cuento de hadas o un mito. Me interesa que el primer impulso que me lleva a crear una imagen esté conectado con algunos sentimientos muy profundos”, explica, en entrevista, el pintor al óleo Guillermo Lorca García-Huidobro, cuya obra se ha utilizado para ilustrar las portadas de "Extrañas", de Guillermo Arriaga, y "Un lugar soleado para gente sombría", de Mariana Enriquez.
Aunque sus apellidos parecen emparentarlo con el autor del Romancero gitano y Poeta en Nueva York, Lorca explica que esto se debe a una coincidencia curiosa y que su verdadero parentesco lo revela su apellido materno, García-Huidobro, prueba de que es familiar lejano del poeta Vicente Huidobro. Nacido en Santiago de Chile en 1984, actualmente expone 13 piezas en la muestra The shine in the other room, montada en el Tang Contemporary Art en Seúl, Corea. Desde allí es donde toma la videollamada para la entrevista, en un horario atípico a ambos lados del mundo.
“Estoy muy asociado con el simbolismo del siglo XIX y todo lo que tenga que ver un poco con ese mundo. A nivel estético y técnico, lo mío es más parecido al Barroco, aunque tiene varias influencias. En espíritu, me siento conectado con el decadentismo y el simbolismo, y eso se acerca al surrealismo, por lo tanto hay algunas cosas en común”, abunda el artista, quien ha expuesto, a lo largo de su trayectoria, en recintos como el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile y el Museo Moderno de Arte Contemporáneo de Barcelona, que integran una larga lista de muestras internacionales.
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La afinidad con el simbolismo y el decadentismo, dice, no proviene de que éstas hayan sido sus primeras referencias o que éstas se encuentran en la nómina de influencias de varios artistas en sus años de formación; al contrario, muchos de esos artistas los decubriría, más tarde, a la hora de desarrollar su oficio.
“Hay una conexión espiritual, simplemente, algo más cercano a ese mundo arquetípico, pero no desde el estudio de lo arquetípico. Yo estudio mucho las imágenes, pero hay veces que me da curiosidad de dónde proviene tal o cual cosa. Generalmente no hago el estudio intelectual para crear algo, simplemente reviso imágenes de todo tipo, cierto tipo de imágenes que me tienden a remover las tripas. Por mi propia experiencia o mi forma de ser me conecto más con algunas que con otras”, afirma.
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Sobre su relación con México y los escritores a los que les ha ilustrado portadas, cuenta que el año pasado vino a México y conoció a Guillermo Arriaga, quien le escribió para utilizar un cuadro específico en la portada de Extrañas.
“Lo conocía por sus guiones de películas que había trabajado con González Iñarritu: Amores perros, Babel, las clásicas y luego yo dije: esto es tremendo, eran películas con guiones potentes, claramente valía la pena. Seguido me piden cuadros para portadas de libros y discos, pero quiero que esto sea con autores que me interesen. Cuando salió el libro, es un libro de 500 páginas, lo leí en cuatro días y yo no soy un lector rápido. Es como cuando levantas el maratón de serie”, dice y destaca su afinidad, amistad o contacto con otros mexicanos como Manolo Caro y Natalia Lafourcade: “Salir de fiesta con mexicanos es muy divertido”. En Madrid, donde él está asentado, dice, mexicanos no faltan exactamente. “Con Mariana Enriquez he conversado a nivel virtual. No hemos logrado coincidir. Su libro es extraordinario, tiene mucha sutileza, con algo terrorífico, siniestro y gracioso a la vez, aunque me parece que sus cuentos no son graciosos en esencia”, concluye.