La verdad, por incómoda u horrorosa que sea, debe ser contada, señala la (Argentina, 1967). El caso de la dictadura argentina en la década de 1970, encabezada por Jorge Rafael Videla, es uno de esos fragmentos de la historia que arrojan todavía relatos y cenizas de una sociedad y un gobierno atravesados por la polarización, la violencia y el abuso de poder.

Y un caso singular es el de Silvia Labayru, militante secuestrada por las fuerzas militares poco después del golpe de Estado en 1976, hecho que marcó el inicio de la dictadura en Argentina. Labayru fue torturada y violada sistemáticamente. Esclavizada y despojada de su dignidad, también fue obligada a actuar como la hermana de Alfredo Astiz, un famoso represor que está preso por crímenes de lesa humanidad.

Esta historia es explorada por Guerriero en La Llamada (Anagrama, 2024), un libro que tiene la finalidad de ofrecer un retrato particular de Labayru y que presentó en México en la reciente edición del Hay Festival Querétaro. Sin ápices de ficción, la obra también tiene el objetivo de presentar a la exmilitante como alguien que logró superar las manchas de su pasado.

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Guerriero, también periodista, charla consobre esta obra, de la polarización que invade América Latina y del peligro de que solo haya dos concepciones de la realidad: los buenos y los malos.

La escritora expresa que el triunfo de la extrema derecha en Argentina, encabezada por el presidente Javier Milei, tuvo su inicio en la polarización que se vive en ese país.

Apunta que las tendencias de los gobiernos oficialistas o populistas es colocar a los periodistas y a los medios de comunicación como la oposición, hecho que entorpece la finalidad del periodismo.

Parece que la tendencia en América Latina y países europeos es polarizar los discursos políticos... como periodista, ¿qué panorama observa?

Me parece que la polarización comenzó hace algunos años, no es novedoso, pero es una polarización hoy en día que ya no deja pensar con claridad. Ámbitos como el periodismo, la educación y, claro, la política, parecen ser atravesados por esta especie de únicos dos bandos, desde ahí es difícil pensar con claridad. Yo veo que las personas con voz pública que son atravesadas por esto incluso tienen temor de expresarse. Hay muchos ataques y vemos que se pelean y hay muchas riñas, pero incluso la gente que intenta tener una voz un poco más prudente teme ser bombardeada con ataques de odio, que se viven a diario en redes sociales. Estamos en un tiempo donde parece que ya nunca nadie se conforma con nada ni con los otros, todos queremos tener razón, pero las posturas son tan cerradas, y esa es la consecuencia, pensar y reflexionar es difícil, tosco, poco interesante, y muy peligroso.

¿Siente que hay una intolerancia a no militar o no ser parte de los discursos determinantes?, ¿qué opina de eso?

Sí, parece que no hay espacios para no definirte. Por eso menciono que el periodismo es atravesado, porque el periodismo cuestiona y narra. La gente que intenta tener posturas un poco más centradas, en algún momento, reciben los golpes, sólo por no tomar un bando.

¿El triunfo de Javier Milei es una consecuencia de la polarización? Finalmente fue una elección democrática...

Mira, la polarización en Argentina tiene varios años, no es algo que naciera con Milei, la polarización nació por los gobiernos anteriores que hicieron las cosas muy mal. En parte eso provocó que este gobierno ganara, fue algo inesperado para muchos, especialmente en Argentina, donde se dudaba que la extrema derecha pudiese ganar debido a todo el trabajo previo que se ha hecho respecto a la recuperación de la memoria. Pero la polarización empezó hace algunos gobiernos, comenzó a ser una situación muy marcada donde el periodismo comenzó a estigmatizarse, a señalarse como una fuerza corrupta y vendida y, hoy en día, los oficialismos han extremado eso, señalar al periodismo como la oposición, en el que se usa un arma inteligente: la gente, que expresa su ira y su necesidad de revancha. Esa gente a la que la ideología progresista no les sirvió de nada ni les solucionó nada. Yo vi en Argentina que se convertían en verdad ciertos discursos que no tienen sustento, como que las mujeres tenían más hijos para recibir más apoyos sociales, el poder tomó esos discursos, les dio legitimidad y los usó. Es algo desagradable y peligroso.

Aborda la importancia de la memoria. En La Llamada recupera un hecho y lo desarrolla a pesar de lo oscuro que es, ¿qué importancia tiene para usted la memoria?

Es muy importante recuperar la memoria. Yo no soy una persona que crea que por más horrible que un hecho sea, hay que ocultarlo o reservarlo. Ocultar los hechos no sirve porque en algún momento salta la verdad. Las cosas estallan, como una pareja que no habla de sus problemas y los guarda y los guarda y en algún momento todo explota. Sin embargo, no creo que debamos obligar a las personas que han vivido cosas terribles a hablar de ello, eso lo decide cada persona. Todavía hoy te sigues encontrando historias de personas que sobrevivieron al Holocausto, que nunca hablaron, y de repente lo hacen, pero eso es el patrimonio de cada uno de ellos. Los periodistas debemos de recoger los testimonios, hablar con la gente, ver lo que pasó y aportar algo siempre que podamos hacerlo. Habrá cosas que sigan guardadas en el espacio privado, que sigan siendo secretos de las familias. Pero pasa que alguien no puede más con los secretos y estalla.

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Regresando al tema de Argentina, ¿le preocupa el desmantelamiento de las instituciones culturales?

Los ataques a la cultura han sido fuertes y por todos lados. Recortes al cine, recortes a centros culturales y a otros espacios. Las consecuencias de todo esto las veremos en el mediano plazo. Me preocupa mucho, porque veo un discurso, con relación a la cultura, de mercantilización, en términos de que se apoyará solo lo que brinde réditos, ya sea películas o actividades culturales que sean comerciales y con éxito. Y hay que señalar que buena parte del cine, literatura y teatro argentino fue apoyado por becas que existieron por años, y ahora ya no existen. Grandes cineastas y escritores comenzaron porque las instituciones los apoyaban, por eso hay que revisar como están las cosas. Por eso es preocupante el desmantelamiento de las instituciones en pro de discursos políticos. La lógica del gobierno actual de Argentina es funcionar acorde al esquema del mercado.

¿Ve similitudes entre México y Argentina?

No podría abordarlo ahora, tengo que investigar más y recopilar datos. Estoy al tanto de las tendencias de América Latina. Es difícil ahora comparar ambas situaciones. Pero creo que en gobiernos de derecha y de izquierda lo común es culpar a los periodistas, los populismos tienen que encontrar un enemigo para dirigirlo hacia la ciudadanía y el periodismo está ahí, es un enemigo. Pero el periodismo sigue con poder, por eso es funcional para el gobierno señalar a los medios de buenos, malos, mediocres, corruptos, manipuladores. Y es muy común en ambos casos que los gobiernos tengan a sus periodistas amigos, que son incapaces de ser corruptos. Los periodistas no deben estar polarizados, debemos hacer buen periodismo, de investigación, debemos dudar, reflexionar, ser una fuerza permanente del cuestionamiento. No debemos militar, debemos ser sólidos, no dejarse llevar, no iluminarse o atacar ni indignarse, por difícil que sea.

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