América Latina vive un nuevo periodo de soledad y aislamiento no sólo frente al mundo, sino frente a sí misma, pues no hay puentes que construyan la unidad entre naciones, asegura Héctor Aguilar Camín, quien contundente afirma que en México estamos peor porque el hartazgo nos condujo a un experimento desmesurado de cambio que ha resultado en un experimento lleno de ocurrencias y de falsas soluciones; sin embargo, también es contundente al señalar que “la democracia mexicana va a corregir lo que la democracia mexicana trajo: el experimento desorbitado que vivimos”.
El ensayista y narrador sostuvo durante casi dos años, entre julio de 2020 y abril de 2022, largas conversaciones, vía Zoom, con el excanciller Jorge G. Castañeda, y con el expresidente chileno Ricardo Lagos, en las que hablaron de la situación de América Latina ante las diversas crisis globales y, por supuesto, sobre los desafíos de la democracia en nuestros países latinoamericanos ante el populismo; charlas que dieron lugar al libro La nueva soledad de América Latina (Debate, 2022).
En ese análisis del gran mapa latinoamericano desde la mirada de estos tres intelectuales, México fue el centro de la conversación que EL UNIVERSAL, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara sostuvo con Aguilar Camín, quien asegura que este experimento desorbitado que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador lo va a corregir la democracia, “ese es mi optimismo pesimista o mi pesimismo optimista”.
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¿La soledad de las naciones de América Latina se profundizó con la pandemia?
La pandemia en lugar de acercarnos a una solución común o compartida, nos recluyó a cada país en su propia frontera y en su propia enfermedad, y la consecuencia fue muy negativa porque siendo esa una oportunidad de hablar como continente para un problema mayúsculo, que tenía una enorme urgencia, no se aprovechó para plantear con una sola voz cuestiones fundamentales para toda la región: elementalmente el acceso a las vacunas, elementalmente una política común de prevención y de defensa nacional y regional frente al virus, porque si algo hacía ese virus era viajar.
¿Los gobiernos no supieron reaccionar ni al parecer han sabido hacerlo?
Los gobiernos no parecen reaccionar y están en una situación muy complicada, como se explica en un pasaje del libro, los gobiernos están sujetos, aun siendo democráticos, quizás porque lo son, a una erosión muy rápida por parte de sus sociedades que exigen soluciones rápidas para las cuales los gobiernos no tienen soluciones rápidas; no pueden tenerlas, son lentos respecto de los movimientos de la sociedad, esa es uno de los grandes problemas de la conversación y de la representación política entre los gobiernos y los gobernados; aun con las mejores intenciones, aun con las mejores tecnocracias, los gobiernos son animales lentos respecto de la rapidez con que la gente se inconforma y exige, con razón.
¿Lo que hemos visto en el continente es el crecimiento del populismo?
Lo que vemos como consecuencia política de esto es que las ultimas 14 elecciones que ha habido en América Latina, las 14 las han perdido los gobiernos que estaban en el poder, porque son los que se desgastan, no importa si son de izquierda o de derecha, no importa si hicieron algo un poco mejor, o un poco peor. La media de la ciudadanía de juicio a esos gobiernos es: queremos un repuesto, esto que compramos no sirvió.
Eso es tremendo.
Tremendo, porque hay una razón genuina de la ciudadanía y hay una incapacidad real del Estado, además hay estados políticos corruptos, ineficientes, tramposos, autoritarios; pero aun en el supuesto de un gobierno lleno de buenas intenciones y de grandes cualidades en su ejecución administrativa, es demasiado rápido el palpitar de la exigencia pública para los procesos lentos de decisión y de solución de los gobiernos, y ese es uno de los grandes asuntos civilizatorios, necesitamos empatar de alguna manera, esas dos temperaturas: o hacer más paciente a la sociedad o hacer más rápidos a los gobiernos. Y eso es muy difícil, se dice muy fácil, pero es prácticamente imposible.
¿Y ante ese panorama cómo está México?
En México estamos peor, porque ese mismo proceso de hartazgo con los que estaban en el gobierno condujo a un experimento desmesurado de cambio que ha resultado ser un experimento lleno de ocurrencias y de falsas soluciones. Estamos en la fase de desgaste de ese gobierno con sus grandes ideas de transformación que a la vista de los cuatro años transcurridos no ofrece resultados dignos de atención y en cambio ofrece muchas destrucciones.
Estamos en un proceso de un experimento desorbitado que está por terminar con rendimientos muy bajos en algunas cosas, y catastróficas en otras.
Aún faltan dos años de esta administración y el momento es crítico
Los gobiernos son muy lentos. El país necesita una corrección, es evidente que necesita una corrección en el ámbito de su política económica, en el ámbito de su política de seguridad y la violencia, en el ámbito de la corrupción, en el ámbito educativo, en el ámbito de la salud. El país necesita una corrección, pero tiene que ser una corrección democrática, entonces no es posible adelantar las fechas ni forzar un cambio en el gobierno sin cumplir con los requisitos y los protocolos democráticos, y esos protocolos democráticos son las elecciones. Entonces, mi pensamiento fundamental de fondo es que la democracia trajo este experimento desorbitado y yo creo que la democracia es la que lo va a corregir. Ese es mi optimismo pesimista o mi pesimismo optimista.
El problema es que estamos ante un ataque a la institución democrática
Me parece que el aprendizaje democrático de la sociedad mexicana, por incipiente que sea, va a alcanzar para reconocer que aquí hace falta un cambio, una corrección importante en algunas cosas, en otras no tanto. Habrá que conservar algunas cosas, como pueden ser los programas sociales, la ayuda a la gente que más lo necesita, pero prácticamente todo lo demás tiene que ser replanteado, corregido.
¿El lopezobradorismo llegó para quedarse?
No, bueno, yo creo que este Presidente tiene como pocos presidentes un capital propio y una adhesión muy importante de la sociedad, pero ese sector no le alcanza para ganar las elecciones, no es el sector mayoritario del país, aunque es su capital político y augura que, suceda lo que suceda, lo vamos a tener presente en la vida pública del país, ahora lo que importa son las elecciones, no los grupos ni las clientelas de un político con carisma.
¿Hay temor en Palacio de perder las elecciones de 2024?
En las elecciones en el 21, los votos completos de la oposición fueron más que los del oficialismo y a mí me parece que los malos resultados del gobierno acumulados hacia el fin del gobierno van a tener una consecuencia electoral también importante; a mí me parece que la democracia mexicana va a corregir lo que la democracia mexicana trajo: el experimento desorbitado que vivimos.
¿La historia de México y América Latina es distinta como novelista?
De una manera no planeada por nadie en el ámbito cultural y literario, Latinoamérica, para hablar del conglomerado grande y no sólo de México, tiene una propia voz, ha creado una voz inconfundible, ha creado unas obras individuales únicas, impensables fuera de la región y, en ese sentido, es el tejido más sólido junto con el de la lengua y la historia que tiene la región. De lo que carece la región es de sentido estratégico, práctico, político y de desarrollo; ahí es donde está la gran limitación.
¿Una limitación que es nuestra realidad?
Esa falta de desarrollo como región hace que la cultura y la creación no alcancen para comunicarnos como deberíamos porque necesitamos también editoriales, medios de comunicación, sistemas de comercialización, necesitamos que viajen las ideas, que viajen las creaciones y los libros.
Porque además hemos visto que en el último medio siglo fuimos perdiendo capitales culturales fundamentales de América Latina, como Buenos Aires, como en algún momento fue Caracas, como México, y de alguna manera entre Miami y Madrid, por decir esa ciudad de España, hicieron todo el trabajo de recoger, ir y regresar la creación literaria e intelectual de América Latina. Por falta de desarrollo propio perdimos también el manejo de ese capital riquísimo, inconfundible, que es el de nuestra cultura literaria y nuestra creación artística y nuestra memoria histórica.
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melc