Pedro Valtierra (Fresnillo, 1955) inició su vida laboral en la infancia, como vendedor de periódicos, luego fue bolero afuera de Los Pinos. Poco a poco se fue ganando su espacio hasta llegar a ser fotógrafo de Presidencia en 1975. De ahí saltó a periódicos como "El Sol de México" y "Unomásuno", para después ser de los fundadores de "La Jornada", donde fue jefe de fotografía. Para 1986 fundaría su agencia fotográfica "Cuartoscuro", la cual dirige hasta hoy, junto a la Fototeca de Zacatecas que lleva su nombre. Entretanto, Valtierra cubrió la Revolución Sandinista (Nicaragua), el levantamiento del Frente Polisario de la República Árabe Saharauí Democrática en 1982, así como el terremoto de 1985 en nuestro país, el asesinato de Luis Donaldo Colosio y el levantamiento armado del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional.
Tras ganar el Premio Nacional de Periodismo (1983) y el Premio Internacional de Periodismo Rey de España (1998) y a casi 50 años de carrera como fotoperiodista, Pedro Valtierra recibirá este domingo el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, que otorga la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y que han recibido otras figuras como José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y fotógrafos como Graciela Iturbide y Rogelio Cuéllar.
¿Qué representa para usted recibir el Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez?
Es un reconocimiento que en tiempos de crisis nos estimula y nos da ánimo para continuar en este oficio. Me siento alegre, contento, entusiasmado, sobre todo. No sé si tenga los merecimientos, pero eso no está en mi decirlo, yo lo recibo con agradecimiento. Lo voy a disfrutar, pero no me la voy a creer.
¿Tiempos de crisis con respecto a qué?, ¿tiene preocupaciones sobre el estado actual del fotoperiodismo?
Crisis del periodismo en términos generales, por la pandemia, por las nuevas herramientas de Internet que han alejado a los lectores tradicionales de los medios, la violencia que vivimos los periodistas. No dramatizo, pero tampoco cierro los ojos ante las circunstancias que vive el periodismo. Hoy en día, lo digital nos facilita mucho el oficio. No soy de los que creen que en los tiempos pasados eran mejores, pero algo ha cambiado. Es posible que todos hagan fotos y que tus fotos ya no las veas en el mundo saturado de imágenes, se ven tan rápidamente que ya no sé si se aprecia la calidad. Yo apuesto a que los fotógrafos sigan haciendo buenas fotos y que los lectores sigan buscando las buenas fotografías. Creo que debo cambiar de oficio, eso me hace querer cambiar de oficio y dedicarme a la agricultura, pues soy campesino zacatecano, pues a lo mejor debo volver a cuidar chivas y a sembrar. ¿Cómo ve?
¿Es algo que realmente usted está considerando?
No, no tan drásticamente, pero lo he pensado.
Justo son ya casi cinco décadas de trayectoria, ¿se ha cansado de la foto? ¿En algún momento dejaría de hacer fotografía?
No estoy cansado, al contrario, la fotografía me revitaliza. Yo disfruto mucho viendo, disfruto mucho encuadrar imaginariamente lo que voy viendo en la calle. Solamente tengo estas preocupaciones. Pienso que la fotografía no va a morir para mí, he pensado incluso en volver a la fotografía analógica, creo que es un proceso que necesito. Pero no me retiro de la foto digital.
¿Siente nostalgia por los ritmos de trabajo de antes?
Claro que sí se extraña, mucho. Aunque se debe pensar que los reporteros siempre hemos tenido que estar en contra del tiempo. Ahora entre más se desarrolla la tecnología, hay más exigencia y menos tiempo.
Se habla de la democratización de la fotografía, ¿todos podemos ser fotógrafos?
No. Es la socialización de la fotografía, porque más bien se populariza. Pero no, todos hacemos fotos, pero no todos le ponemos ese espíritu y esas ganas. No todos somos fotógrafos, pero tampoco podemos quitar la posibilidad de ser buenos fotógrafos. Todo va a depender de nuestro rigor de periodista.
Por la velocidad, muchas noticias se ilustran con fotos de redes sociales, ¿diría que hay un desplazamiento del fotoperiodista?
Los periódicos están desplazando a los fotógrafos, la mano de obra calificada. Eso es algo que me preocupa, no sé si esa sea la palabra correcta, pero me preocupa porque están demostrando que hacer fotoperiodismo no es exclusivo de una persona especializada.
¿Cómo va a las nuevas generaciones de fotoperiodistas?
Yo tenía que trabajar. Era bolero, veía que al laboratorio le hacía falta una limpieza, me granjeaba que me dieran la oportunidad de revelar. El tiempo no era problema para mí. Mi vida era entre el trabajo y estudiar. Salía a las 10 de la noche y me iba a revelar fotos en Los Pinos hasta la 1 de la mañana. Yo sabía que estaba aprendiendo, siempre tuve esa idea de que el trabajo era importante y hacerlo bien era mejor. Tenía ganas, me costó, pero era feliz. Ahora, los jóvenes de pronto no tienen ese mismo ánimo. Yo respeto, pero estamos ante un fenómeno en donde no vemos la disposición de los jóvenes.
¿Qué se necesita para ser un fotoperiodista?
Muchas ganas de conocer el mundo y tienes que ser rebelde. El oficio es dudar de todo, yo decía que dudaba hasta de mi madre. Aprender de todo, el oficio periodístico reclama ser muy abiertos, no ser sectarios; el periodista no puede militar en partidos políticos, tiene que ser libre absolutamente. También uno tiene que autocriticarse. Hay que tener una posición siempre, tu idea la va moldeando poco a poco la vida y los golpes del oficio.
¿Recuerda el instante en el que decidió dedicarse a la fotografía?
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