En el marco de su centenario, la corriente artística del muralismo sigue “perfectamente” viva y vigente, afirma el muralista Ariosto Otero, quien está por concluir seis murales en la Secretaría de Gobernación que, en conjunto, miden aproximadamente mil metros cuadrados.
Durante el recorrido en exclusiva para EL UNIVERSAL, Otero es saludado con gran familiaridad dentro del edificio, y no es de sorprenderse, pues lleva dos años y cuatro meses trabajando a diario en el lugar, además su obra ya estaba presente en el inmueble, pues ya tenía dos murales que hizo en los años 90: Caudillos y mártires, en el Salón Revolución, y Cananea, la globalización en el sindicato. Ahora regresó por los murales que había dejado pendientes, afirma.
Cada uno de los nuevos murales tiene una propuesta y nombre diferente, en la entrada, donde están los torniquetes, se encuentra Nido de serpientes y Los fantasmas del neoliberalismo; en la plaza cívica “Leona Vicario” se localizan Los Dioses, Los tlaloques, El regreso de los dioses y Democracia, justicia social y derechos humanos.
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Ahora las paredes de la Secretaría de Gobernación dan testimonio de los sucesos que han marcado la historia de México. Otero mezcla referencias del pasado con elementos del presente, como la presencia del maíz transgénico en escenas de la Conquista, el símbolo de la criptomoneda Bitcoin, una marcha feminista liderada por Leona Vicario, la referencia a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y otras matanzas como la de Tlatelolco, Cananea y Tlatlaya, así como al nuevo orden mundial, la corrupción e incluso la pandemia de Covid-19 y la vacuna. También incluye textos de Fernando Benítez y un extracto de La visión de los vencidos, de Miguel León-Portilla, así como citas de diferentes personalidades, por ejemplo: “Con el tiempo una prensa mercenaria, demagógica, corrupta y cínica crea un público tan vil como ella misma”, de Joseph Pulitzer.
“Han pasado 42 años en los andamios, en septiembre cumpliré 43, no he celebrado por la pandemia, pero me siento feliz porque mis dos primeros murales, que hice en 1980, están vivos en el Palacio municipal de Amecameca y en el de Coacalco. Y no he parado”, asegura. En total, Otero ha realizado 71 murales en su carrera y no sólo en México, sino que también ha hecho arte en muros de Brasil, Paraguay, Guatemala, Argentina y Colombia.
Hoy, antes de que estos murales sean presentados al público a finales de junio y donde podría estar el presidente Andrés Manuel López Obrador, Otero habla sobre el estado del muralismo y esta obra que hizo en estuco esgrafiado de dimensiones desafiantes (sólo los murales del lobby son desmontables, el resto tendría que “destruirse” para removerlos).
¿Qué lo llevó a hacer muralismo?
Primero me faltó espacio para poner todo lo que yo pensaba, los lienzos me quedaban chicos. De pronto sentí que algo me corría por las venas, era el muralismo.
¿Cuál es la técnica que decidió usar para estos murales?
Son estucos esgrafiados (técnica) de origen maya y azteca. Todo lo que se revestía con el muralismo de aquellos estaba hecho con esa técnica. Aquí hay un cambio de materiales: uso cemento porque ya no podemos derribar árboles para sacar la resina para un mural. Pero el resto es la misma técnica, óxidos de la tierra, cal y arena. Los óxidos de la tierra están hechos para la intemperie, para que aguanten los tiempos.
¿Cuánto tiempo le llevó trabajar en estos murales?
Empecé a preparar todo en octubre de 2019, inicié los trabajos ya sobre el andamio como el 27 de enero, a pintar los de la entrada. El 28 se destapó la pandemia, entonces tuve que hacer mi búnker personal para protegerme, mientras mis cuatro ayudantes prepararon lo que necesito y los muros. Si lo vemos prácticamente sobre el andamio pintando pues sí son dos años y cuatro meses en seis murales de casi mil metros.
¿Cuál fue la rutina para crear estos seis murales?
Para mí, un mural es la vida misma. No hay tiempos, es de 24 horas al día, 365 días al año. Normalmente comenzamos a las seis de la mañana, diario, hemos trabajado sábado y domingo completos porque el mural lo exige. Al final de cuentas el mural es el que manda, cuando él toma vida, porque es un ente vivo, él pone horarios también. Lo normal es que trabajemos entre 15 y 20 horas diarias. Es una gran disciplina de trabajo. Es una forma de vida, el muralismo es una filosofía, una conciencia del país. Para mí es eso, esa es mi vida, mi responsabilidad con el país; pintar por pintar pues hay muchos. Tortas no quiero, yo quiero el muralismo.
¿Cuánto le pagaron y cómo es que se dio esta oportunidad de hacer los murales?
Hay un tema interesante que saber: el Estado no permite, desde hace años y es una cosa que habría que legislar, que se invierta en arte; está el pago en especie, pero afectan al artista. Nosotros no deberíamos ni siquiera pagar en especie, hacemos todo por el país, sobre todo los que estamos en el muralismo. En este caso, para decirle la verdad, no invirtió el Estado un peso.
¿O sea usted pagó los murales?
No los pagué yo, hice una vaquita con amigos, con mi obra, para sostener eso. Pueden preguntar a la Secretaría cuánto me pagó y no encontrarán una sola firma mía, de nada. Ojalá nos pagaran, sería maravilloso que dijeran “invertimos en los murales”. A veces se invierte dinero para hacer mucho disfraz de cultura y arte y no gastan como debería ser. Tienen que invertir en cultura, México es un mundo de creadores y deberíamos estar protegidos por el Estado, pero no; hay desamparo.
¿Quién le encomendó esta obra mural?
Esos murales ya estaban en mi mente desde aquella vez que hice los otros murales y los había platicado en la Secretaría incluso en aquel tiempo, pero con las cuestiones políticas como son en nuestro país, pues se quedaron ahí relegados. Durante 24 años toqué puertas ahí mismo, con varios secretarios y nunca pude lograrlos, hasta que llegó la ministra Sánchez Cordero y el subsecretario Ricardo Peralta, a quien les propuse el proyecto porque yo quería hacer estos murales, para mí era muy importante, para mi país. Me dijeron “pues sí, pero no tenemos recursos”, como siempre, para el arte y la cultura no hay recursos, y dije “va, vamos a hacerlos”, porque ya estaba en mí hacerlos. Aunque también agradezco al secretario (Adán Augusto López) por mantener los trabajos, muchas veces los políticos dejan sus cargos y se quedan botados los proyectos, pero ante el cambio éste continuó.
¿Ya está 100% terminado?
Me queda 1%. Hoy vine a trabajar. A veces vengo así, con corbata y todo porque se ve bonito en el andamio. Es un detalle que tenemos por ahí pendiente, firmar porque no se ha firmado y ya.
Háblenos del proyecto Museo Escuela de Muralismo Mexicano.
Hace unos años me surgió la idea que somos la escuela del muralismo y no tenemos una escuela de muralismo. Estaba pintando un mural en la biblioteca de la SEP en Milpa Alta y comenté con el director de la biblioteca y maestros de las escuelas, me dijeron que contara con dos hectáreas de terreno en Milpa Alta. ¿Qué hay que hacer? Pues tocar las puertas para ver quién ayuda a que hagamos la escuela. Nunca conseguí quien abriera la puerta. Ahora que vino el gobierno del presidente López Obrador, se lo planteé también y le hice la propuesta de crear el museo del muralismo. La respuesta está en proceso del Presidente, que fue muy generosa, que sí se iba a hacer, que sí era viable. Ha pasado ya un rato (desde que el Presidente apoyó la propuesta)... entiendo que hay muchas cosas que atender.
¿Cuál es el estado actual del muralismo en México?
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