Dicho volumen, abunda Michel Modenessi, no es estrictamente lo que en la actualidad conocemos como una edición “en el sentido común y corriente de la palabra; la forma en la que entendemos los libros hoy. El compendio apareció en el umbral que separaba a la cultura oral y la imprenta”. Fue la primera vez que un número grande de piezas, casi la totalidad de las obras de Shakespeare, se imprimió en conjunto: el folio contenía 35 libretos; “el canon shakesperiano ha cambiado, pero se le han colocado de 36 a 39 piezas, por decir algo. En la época en la que en el estudio de Shakespeare se acumularon especulaciones, fueron sumados más libretos a la lista; la crítica textual ha descartado unos textos y ha dejado entrar otros. Entre 37 y 39 es el número más acertado de obras de Shakespeare”. Cualquier persona promedio diría que el folio era un libro, señala el traductor. “Y es así. Lo importante es subrayar que se trata de un buen ejemplo del libro al inicio de la etapa moderna, puesto que la imprenta se introdujo en Inglaterra hacía menos de 200 años”. En su época, detalla el traductor de Enrique IV-I —llevada a escena en el teatro The Globe de Londres en 2012 — y Romeo y Julieta (Elefanta Editorial, 2017), entre otras piezas, “Shakespeare escribía un libreto dramático a mano, quizá no fácil de leer para los demás debido a la propia caligrafía del autor. Además, antes el papel y la tinta eran muy caros. Entonces, tachones y rayones eran pasados en limpio y ese era el producto que circulaba entre los interesados en el montaje. No había una producción del libro inmediata. El interés de llevar lo que tuvo éxito en escena a la forma impresa se debió a su disponibilidad. La imprenta es uno de los grandes cambios tecnológicos en la historia de la cultura”. Algo que Michel Modenessi engarza con el desarrollo de la tecnología hasta nuestros días. “Son conceptos que se ligan de manera compleja y también son la antesala de una modernidad incipiente en la época isabelina”.
Rumbo al gran año de Shakespeare
El catedrático asegura que existe una idea general de respeto hacia la vida y obra del dramaturgo inglés. “En realidad, es un fenómeno cultural atosigante. Muchos presumen que han leído a Shakespeare. ¡Qué bueno que lo han leído! Pero, ¿qué sigue?” Y abunda sobre cómo el aniversario del folio de 1623 es una oportunidad para reflexionar sobre Shakespeare y replantearlo en el presente. El próximo año habrá, por ejemplo, un congreso en Minnesota, Estados Unidos, “plenaria que participa de un concepto llamado ´Shakespeare en nuestra América´, a pesar de que esto es en inglés y los estadounidenses le llaman América a su país. El concepto del título viene de José Martí, por supuesto, y cuestiona aquello de lo qué hablamos cuando hablamos de América. En Estados Unidos ha estallado el interés por Shakespeare en español. También abordaré lo que significa para mí el trabajo en adaptaciones bilingües”. En noviembre, Michel Modenessi dará una conferencia ante la Asian Shakespeare Association y, entre los eventos internacionales que habrá—conferencias, congresos y “reflexiones hacia muchos de los temas que apenas esbocé. Por ejemplo: la propia génesis del concepto moderno de libro a partir del folio de 1623”—, la UNAM preparará lo correspondiente. “No quiero adelantar vísperas, yo espero que sí se concrete lo de la UNAM y también tengo la expectativa de que se congregue la gente que de verdad se interesa en el fenómeno de Shakespeare”. Y complementa que el dramaturgo inglés está permanentemente en la cultura teatral mexicana. “Acaba de terminar Antonio y Cleopatra en El Galeón y están las cuatro adaptaciones shakesperianas que hicieron Los Colochos”. Otro de los proyectos de Michel Modenessi es la escritura del capítulo de un libro que prepara la Oxford University sobre “las intersecciones de la traducción con la presencia de conceptos raciales en Shakespeare”. Lee también: Murió el poeta David Huerta a los 72 años
Llevar un clásico al presente
El catedrático describe la traducción como una labor nunca estable. “Es una especie de performance. Algunas versiones se hacen para el estudio; otras, para la escenificación. Pero el trabajo del traductor no tiene una forma única”. Hasta el momento, Michel, quien también participa en la versión de las obras completas de Shakespeare publicadas por Espasa en edición del filólogo español Ángel-Luis Pujante, ha traducido 57 de los 154 sonetos. “La labor del traductor es más similar a la del pianista, el ejecutante del concierto, que a la del compositor. Yo tengo dos versiones de Romeo y Julieta; estoy haciendo una segunda de Otelo”. Sobre los errores a la hora de traducir a Shakespeare, Michel Modenessi concluye que “hay una gran cantidad de adaptaciones que se pasan de la pose o de lo panfletario. Algo que sucede por la nula confianza entre la potencia de la obra y la capacidad de nuestros públicos. Muchos traductores han salido con parrafadas, queriendo darle una pátina de antigüedad. Hay traducciones aberrantes de los sonetos que incluyen unos rebuznos que prefiero no citar”.