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Una tribu de onironautas, un ser que se alimenta de sueños y un padre soltero que quiere encontrar la cura para que una de sus hijas vuelva a dormir, conforman el imaginario de "Trágame sueño", puesta en escena interdisciplinaria de Lagú Danza. La dirección de la obra es de Ericka Méndez, quien se inspira en el cuento Tragasueño, de Michael Ende, pero adaptando la ficción del escritor alemán al contexto de la Ciudad de México.
Si en la historia original se habla de Dormilandia —territorio cuyo rey es quien mejor duerme—; de la hija del propio rey, que se niega a dormir porque tiene pesadillas; y del Tragasueños, ser que se alimenta de la materia onírica, en Trágame sueño, la hija de Don Rey se niega a dormir porque tras las pesadillas hay una herida familiar: poco a poco se va develando que la esposa de Don Rey lo dejó con sus dos hijas.
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Otra variación es que una de las niñas forma parte de la tribu de soñadores lúcidos, grupo con el que entabla una amistad, va conociendo a nuevos integrantes y viaja de sueño en sueño, modificándolos, hasta que se encuentra con la pesadilla que no deja dormir a la hija de Don Rey. “Así empiezan una gran aventura de sueños y pesadillas, donde se encuentran con el Tragasueños, que vive en un camellón de Viaducto, muy cerca del aeropuerto. En el cuento de Michael Ende, el Tragasueños vive en los bosques, pero en la flora de la Ciudad de México lo más parecido que nuestro Tragasueños tiene es un camellón con árboles”, cuenta Méndez.
Con 14 artistas en escena —actores, bailarines, dos niñas actrices—, la adaptación explora varios lenguajes escénicos y está a medio camino entre el teatro, la danza y el video, así como el teatro de sombras y las marionetas. Las escenas en video, por ejemplo, aparecen cuando los soñadores lúcidos se enfrentan a las pesadillas; y el Tragasueños es una marioneta: “Para plasmar al Tragasueños de Michael Ende pensé que debía ser una marioneta, la cual, por cierto, es bonita y va revelándose por partes a lo largo del montaje. Al principio se alcanzan a ver sus cabellos, que Ende describe como rayos de luz; pero acá son de silicón. Hice una adaptación de cómo sería el Tragasueños si tuviera que vivir en la Ciudad de México”.
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Los segmentos de danza sirven para explicar las partes donde lo real es más lejano, como el mundo de la pesadilla, mientras que el reino de Dormilandia se muestra con teatro de sombras —“en verdad es lindo y da pie a la imaginación”— hasta que el telón se abre.
Sus últimas dos funciones serán este sábado y domingo, a las 13:00 horas, en el Teatro de la Danza Guillermina Bravo del Centro Cultural del Bosque.
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