El Museo de las Relaciones Rotas es un espacio que se fundó en 2006 y tiene su sede en Croacia, pero que itinera por el mundo para mostrar que “la experiencia del amor y de la ruptura es algo que nos une a todos, es universal”, explican sus fundadores y curadores, Olinka Vištica y Dražzen Grubisic, en entrevista con EL UNIVERSAL.

Esta es la segunda ocasión que el museo se presenta en la Ciudad de México; la primera vez fue en 2014. Para esta edición, 700 objetos e historias fueron donadas por mexicanos de toda la República. Por limitaciones de espacio y para ofrecer un recorrido “más acogedor”, la muestra sólo cuenta con 90 piezas, no sólo de origen mexicano, sino también hay historias de España, Inglaterra, Finlandia, Países Bajos y Estados Unidos. Sin embargo, la cantidad de objetos donados en México hacen ver a los curadores —que han organizado 59 de estas exposiciones en el mundo— que aquí somos más sentimentales y más compartidos.

Olinka Vištica
Fundadora del espacio y curadora de la muestra
“Mientras más hacemos este proyecto, menos sabemos sobre el amor. Creo que hay magia, hay una parte mística en el amor, que es lo que hace que valga la pena”

“México siempre da como 10 veces más que cualquier otro país. Son más propensos a compartir y a comunicarse. Nada se compara a la respuesta de la Ciudad de México”, dice Grubisic.

Historias de infidelidad, de crecimientos que orillan a tomar otros caminos, de rupturas por prejuicios hacia la comunidad LGBTIQ+, así como abandonos familiares, fallecimientos por cáncer, traiciones entre amigos, pérdidas laborales y fallecimientos de mascotas son las responsables de que a los visitantes a la muestra les sea imposible contener suspiros de estremecimiento durante el recorrido, pues es muy difícil ser indiferente ante alguna historia.

Más que tratarse de un ejercicio sobre el desapego, los curadores explican que es una muestra de cómo las personas tienden a colocar estos objetos en pedestales, que en vez de deshacerse de ellos para cerrar el ciclo, prefieren enviarlos a este lugar especial que lo conservará.

Sobre cómo surgió la idea de crear este museo, los fundadores cuentan que en realidad surgió por una razón “muy sencilla”: “Éramos pareja”.

“Una noche terminamos y hablamos sobre los objetos que nos rodeaban. Se volvió muy filosófico, nos preguntamos qué pasaría con esos objetos, que contienen muchas emociones de nuestra parte, pero que no tienen significado para los demás. Nos dijimos que sería genial que hubiera un espacio a dónde mandarlos para alejarlos, pero tampoco para deshacernos de todo”, cuenta Grubisic.

Cuando iniciaron el museo, la expareja pensó que las donaciones que recibirían serían las típicas cartas de amor y oso de peluche. “Pero no, las historias son muy distintas. Hemos hecho casi 60 exposiciones (en el mundo) y siempre hay algo que nos sorprende”, agrega el curador.

“Nos gusta decir que mientras más hacemos este proyecto, menos sabemos sobre el amor. Creo que hay magia, hay una parte mística en el amor, que es lo que hace que valga la pena”, dice Vištica. La muestra estará abierta hasta el 26 de marzo.

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