Los seis sindicatos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) van juntos en su lucha por mantener “los derechos laborales adquiridos” en las nuevas Condiciones Generales de Trabajo. Una lucha que también el INBAL mantiene desde que inició la presente administración, con algunas batallas perdidas y otras ganadas. ¿Y cuál es el problema en común? Que por décadas los grupos sindicales llegaron a acuerdos y consiguieron prestaciones de distinta índole, desde ropa de trabajo hasta festividades del Día del Niño o de las Madres. Este gobierno emprendió una revisión de tales prestaciones y determinó que no los podía seguir otorgando porque están fuera del marco presupuestal. En el INAH los trabajadores advierten que no son ilegales y que el instituto está obligado a hacer gestiones frente a la Secretaría de Hacienda para su aprobación. Esta problemática, dicen los trabajadores entre los que destacan arqueólogos, conservadores, investigadores, docentes, se suma a que, con la reducción del presupuesto al Instituto, muchos tienen que hacerse cargo de gastos como gasolina o materiales para seguir haciendo sus labores. De tal suerte, afirman, que los salarios se verán afectados. También apuntan a que estas condiciones generales de trabajo vulneran los procesos de admisión y de escalafón, pues ahora serían discrecionales. De momento, nos dicen, están a la espera de que el titular de la institución, Diego Prieto, haga un pronunciamiento. Si esto no ocurriera, explican, van a poner sobre la mesa si toman acciones “contundentes” como la colocación de mantas o la realización de mítines, pero, sobre todo hacer públicas sus demandas. Ya veremos cómo avanza este asunto que corre para volverse un conflicto laboral.
¿Cómo define “diálogo incondicional” la directora de Conacyt?
Luego de que la famosísima sección “Quién es quién en las mentiras” —el modo de ver el mundo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador—, negó que la directora del Conacyt, María Elena Álvarez -Buylla, hubiera cancelado el diálogo a los estudiantes del CIDE, la funcionaria ha seguido en su campaña con entrevistas aquí y allá, para reiterar los dichos del “Quién es quién”. Nada más que con sus propios dichos ha evidenciado sus contradicciones. En una de las entrevistas asegura que mantiene una “disposición total a escucharlos (a los estudiantes) y a establecer un diálogo incondicional y abierto“, para añadir después que esa labor la encabezará el director del CIDE, José Antonio Romero Tellaeche. ¿Eso es lo que la directora llama “diálogo incondicional y abierto”? Porque en un primer momento parecía abrir un camino, pero un segundo después “condicionó” que tal diálogo lo condujera el director, olvidando que la comunidad protesta justo por la designación que ella hizo de Romero Tellaeche. A lo mejor, la funcionaria necesita un buen diccionario para aprenderse a comunicar en otro lenguaje, porque al parecer una cosa está entendiendo ella y otra lo que entiende por diálogo incondicional el resto de la comunidad científica del país.