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Ángel Gilberto Adame demuestra que la historia no es cómo la pintan, y menos cuando se trata de la historia intelectual, poética y política de los años 30 y 40 del siglo XX, de Hispanoamérica, época en la que tres “grandes titanes de la literatura”: Octavio Paz, Pablo Neruda y José Bergamín, compartieron sus pasiones comunistas, tuvieron encuentros ideológicos, y al final, desencuentros políticos que terminaron con una amistad que se gestó en el II Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en España en 1937.
A partir de la figura de los tres poetas, el historiador y escritor Ángel Gilberto Adame documenta la vida literaria e intelectual de México, España y el mundo en los años 30, 40 y hasta 50 del siglo XX; una época en la que la efervescencia de las ideas políticas, las pugnas intelectuales en torno al comunismo, lo que llama “la trampa stalinista” y las declaraciones políticas ocupaban la vida intelectual.
En su nuevo libro Pasiones, fracturas y rebeliones: Octavio Paz, Pablo Neruda y José Bergamín (Taurus, 2020), una investigación que no por lúdica deja de ser demoledora, Adame asegura que si bien es cierto que la historia arranca con Octavio Paz, se va centrando en esas luchas de ese grupo de intelectuales.
Banquete a Neruda en el Centro Asturiano el 25 de septiembre de 1941. De izquierda a derecha: José Clemente Orozco, una persona desconocida, Enrique González Martínez, Pablo Neruda y Elena Garro. Foto: CORTESÍA TAURUS.
Hay un hilo conductor en el nuevo libro de Ángel Gilberto Adame que tiene que ver con las ideas, con la lucha del poder e incluso como los egos, pero también, dice el autor, hay un espacio para la anécdota que busca ejemplificar la posición que tomaron los tres frente a varios asuntos de la época, que mostraban ya que sus diferencias no sólo estaban en los intereses políticos cada vez más lejanos, en el caso de Paz, del comunismo.
“Revisando esa historia, decimos ‘México estuvo con los brazos abiertos esperando a los refugiados’; no es tan lineal la historia como nos la cuentan”, Ángel Gilberto Adame, historiador y escritor.
“El libro pretende ser un mosaico, y ejemplificar a partir de estos grandes titanes, todo el debate interesante en el que las pasiones eran tales que incluso se llegaban a las injurias y eso hizo que esto fuera como una fuerza centrífuga que arrastró a una generación, y donde al final los tres acabaron totalmente separados”, señala el también autor de Octavio Paz. El misterio de la vocación y Octavio Paz en 1968: el año axial.
De entre los varios asuntos que documenta Ángel Gilberto Adame en esta investigación abundante —que se sustenta en una amplia bibliografía, conversaciones con estudiosos de la literatura hispanoamericana y consulta de archivos históricos, y que incluye imágenes inéditas— ejemplifica dos, que muestran los diferentes posicionamientos de Neruda, Paz y Bergamín.
La posición ante la muerte de Tina Modotti, y la posición que tomaron los tres frente a lo que pasó con una crítica de arte hoy un poco olvidada que fue Margarita Nelke, “no totalmente olvidada, pero en los 50, 60 era muy respetada y una mujer importantísima del gobierno republicano español. Entonces estos pequeños incidentes van de la mano de todo esto, ya se traían ganas”, apunta Adame.
El último desencuentro, el que derivó en el rompimiento total, ocurrió en 1941, en México. “Nunca había estado claro por qué Paz, que admiraba tanto a Neruda, terminó en una separación total de él. Su amistad acaba a golpes, acabaron en una golpiza, fue en una cena en honor a Pablo Neruda, en el Centro Asturiano, en 1941; acabaron a golpes y yo rescato testimonios que nunca se habían dicho”.
Adame asegura que quizás lo más importante de la historia —y es lo que se les olvidó contar a los que la han contado— es que no revisaron lo que dijo de esa reunión Elena Garro. “Una de ellas es que no todo es idílico lo que pasaba en aquella época, hay una enorme homofobia en los 40, y el peor insulto que se le podía hacer alguien en esa época era poner en duda su condición sexual”, apunta el historiador, y es una provocación para acercarse a su libro.
En entrevista, el historiador y colaborador de EL UNIVERSAL habla de la apasionada vida intelectual, cultural y política de la época, y revela asuntos como la homofobia que prevalecía entre los intelectuales, así como la xenofobia, que había en la comunidad —incluido Paz— contra los refugiados españoles, que tira por tierra la idea romántica de que en México recibieron con los brazos abiertos a los republicanos españoles.
“Hay que reconocer la apertura que México le dio a los refugiados españoles, pero también hay otro centro del debate: así como percibí una enorme homofobia, también había en los intelectuales mexicanos, incluso en el mismo Paz, en algún momento, una xenofobia al verse amenazados o al percibir que los dineros oficiales se dirigían hacia esos intelectuales españoles, dejando sin espacios a los intelectuales mexicanos”, afirma el abogado y escritor.
Adame asegura que esa fue la razón del nacimiento de El Colegio Nacional como “una manera de atemperar ese descontento”.
“Hoy, revisando esa historia, decimos ‘México estuvo con los brazos abiertos esperando a los refugiados’; no es tan lineal la historia como nos la cuentan, hubo una enorme xenofobia que como válvula catalizadora, de parte del gobierno de Ávila Camacho para tratar de compensar lo que se debatía en los periódicos, se creó El Colegio Nacional, para abrirles un canal y tratar de compensar ingresos a los intelectuales mexicanos”.
El historiador asegura que además de estos tres titanes, hay en su libro otras figuras que salen disparadas en virtud de esas luchas ideológicas; figuras como José Revueltas, Efraín Huerta, Vicente Huidobro, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Rodolfo Usigli; y desde luego André Gide, quien fue de los primeros en cuestionar el comunismo soviético que generó los desencuentros.
Pasión por la poesía y la edición
De los tres titanes de la poesía, el que menos estuvo interesado en ser editor de revistas fue Neruda, y el gran editor de revistas sin duda fue Bergamín; tanto que Adame afirma convencido que Paz absorbió de Bergamín la pasión por las grandes revistas, pues el republicano editó en España revistas como Cruz y Raya y fue el editor de Federico García Lorca.
Incluso, ya en México, lo primero que hizo Bergamín fue abrir la famosísima editorial Laurel y la primera revista del exilio en México que fue España Peregrina”. Asegura Adame que era un tipo que sólo por eso, por la gran capacidad que tenía para generar grupos y formar revistas, era muy destacable.
Jaime Salinas, Pere Gimferrer, Octavio Paz, Jaime Gil de Biedma y Luis Rosales en Madrid, en 1982. Foto: CORTESÍA TAURUS.
“Bergamín era uno de los mejores amigos de Federico García Lorca, y ha quedado en el olvido; él hizo la publicación de Poeta en Nueva York, el libro póstumo de Federico García Lorca, quien dos días antes de irse a Granada a su último viaje donde lo mataron, pasó a ver a Bergamín y le entregó los manuscritos de lo que sería Poeta en Nueva York; José Bergamín lo editó en México, la primera edición es mexicana, en el 40, 41 más o menos, en editorial Séneca”, apunta Adame.
También ahí, en editorial Séneca, salió otra de las grandes publicaciones en las que participaron estos intelectuales, la famosa antología de poetas hispanoamericanos Laurel, que Bergamín le encargó a Paz, y que es el centro de otra de las grandes polémicas de tres amigos que protagonizaron una historia de encuentros y desencuentros, mucha de la cual quedó escrita en revistas y diarios de la época.
Pasiones, fracturas y rebeliones: Octavio Paz, Pablo Neruda y José Bergamín (Taurus, 2020).