Se escribe para cicatrizar heridas y para superar el dolor, dice en Los apóstatas (Tusquets Editores) Gonzalo Celorio, quien con esta novela concluye su trilogía Una familia ejemplar, que se integra además de Tres lindas cubanas (2006) y El metal y la escoria (2014), saga en la que relata la historia de su familia a lo largo de cuatro generaciones.

El narrador y profesor universitario asegura que una novela siempre tiene un efecto de exorcismo, “es un efecto curativo, es como las terapias psicoanalíticas, el solo hecho de articular los hechos en un discurso nos ayuda, si no a resolver el problema sí a sacarlo de nosotros mismos y a tenerlo puesto con una mayor objetividad y adoptar frente a él una mayor distancia crítica”.

En entrevista, el también director de la Academia Mexicana de la Lengua señala que esa distancia crítica es lo que logró con una novela como Los apóstatas, que en cierto sentido es una novela denunciativa pues desvela una verdad en su familia que permanecía oculta y que tiene que ver con el abuso sexual contra un niño. “Creo que es lo que he obtenido con la escritura de las dos novelas anteriores, que constituyen junto con esta la saga de Una familia ejemplar como irónicamente se titula la saga. En primer lugar el proceso de escritura lo que ha hecho es permitirme conocer una realidad desconocida, yo no conocía estas historias”, afirma.

En Tres lindas cubanas cuenta la historia de su familia materna, una historia que transcurre en tres siglos y que habla de la Revolución Cubana; en El metal y la escoria, cuenta la historia familiar paterna y ahonda en la Revolución Mexicana; mientras que en esta última, Los apóstatas, se adentra en la vida de dos de sus hermanos, y relata la Revolución Sandinista.

Celorio ha contado una saga con historias tabús, “ahora tengo un panorama más luminoso, más claro de todas estas circunstancias que no son precisamente edificantes, que son más bien atroces, pero que el solo hecho de iluminarlas pues de alguna manera permite sacarlas de mí mismo, exponerlas y mirarlas con mayor objetividad y comprensión”, dice, pero incluso va más allá porque no se trata sólo de historias personales sino de contar historias que son universales.

Cita el caso de Marcel Proust con En busca el tiempo perdido que dice es una novela aunque sea la novela más autobiográfica de Proust. Lo señala sabiendo que ahora se hace un tipo de literatura menos ficcional, que ahora se ha dado en llamar novela de autoficción, que es ficción y al mismo tiempo hay una referencialidad personal.

“Muchas de esas novelas son metaliterarias en el sentido de que tienen el proceso de escritura como parte de la trama novelística, novelas como las de Tomás Eloy Martínez, Leonardo Padura o Javier Cercas, donde el proceso de escritura es parte de la trama de la novela misma. Yo no les llamo de autoficción, prefiero llamarlas, y así les digo a mis alumnos, novelas de ficcionalidad supletorias, novelas donde lo que uno no ha podido investigar se lo deja al arbitrio de la imaginación”, afirma.

Y justo Los apóstatas tiene una dimensión metaliteraria que no estaba tan presente en las dos primeras novelas. Celorio dice que el drama de la escritura es tal vez tan dramático como la historia misma, por ello en esta novela se cuenta una historia pero también el proceso de escritura que es quizás tan conflictivo, tan doloroso y tan complejo como la historia misma que está contando.

“Creo que toda obra literaria nos permite asomarnos al otro, pero al asomarnos al otro, también siempre nos asomamos a nosotros mismos que somos parte del mismo género humano, en este caso, el haber contado la historia de mi familia materna, de mi familia paterna, y de estos dos hermanos tan cercanos, uno porque se desempeñó como mi padre sustituto y otro de mí misma edad y generación, me ha permitido conocerme más a mí mismo”, afirma Celorio.

El también autor de Y retiemble en sus centros la tierra y Amor propio dice que escribe en buena medida para conocer sus atavismos, el origen de sus propios conflictos, pero sobre todo escribe porque en sus historias proyecta las condiciones humanas.

“Las tres novelas que constituyen la saga tienen que ver con migración, exilio, compromisos políticos, con revoluciones, en una está la Revolución Cubana, en otra está la Revolución Mexicana, en otra la Revolución nicaragüense; son historias de amor, historias de desamor, de desencuentro, de locura, de enajenación, de fanatismo, y todas estas son características independientemente de que sean familiares son las características de los personajes que han alimentado la novela desde que la novela existe”, concluye el escritor Gonzalo Celorio.

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