El “ Don Giovanni ”, ópera con música de Wolfgang Amadeus Mozart y libreto de Lorenzo da Ponte, aborda uno de los paradigmas de cultura occidental: el mito del Don Juan descrito en “El burlador de Sevilla”, pieza teatral atribuida a Tirso de Molina. Pero este Don Juan ahora es proyectado desde la visión de los personajes femeninos y la ruptura de los paradigmas de lo masculino en el presente.
El actor y director teatral, Mauricio García Lozano, se encargó del dispositivo escénico de este montaje: “Mauricio contaba que el Don Giovanni que hizo hace no mucho años, tenía como punto de vista lo masculino. Ahora, se presenta desde el punto de vista de la mujer, cambió su perspectiva”, contó, en entrevista, la soprano Gabriela Herrera , quien es directora vocal y coproductora de esta puesta en escena realizada por alumnos de la licenciatura en Música e Innovación de la Escuela de Bellas Artes, (EBA), de la Universidad Panamericana. Un proyecto en el que también se involucró Iván López Reynoso como director concertador.
La soprano Gabriela Herrera
“Para los estudiantes fue muy natural meterse en esta visión cuyo punto de vista es femenino. El poder femenino siempre es tanto la atracción como la destrucción del Don Giovanni”, señaló Herrera, quien tuvo la idea de realizar la pieza a partir de los cantantes con los que trabajaba en ese momento. En la obra participan seis solistas, 14 jóvenes en el coro y 45 en la orquesta. Cifra que representa más del 50 % de la matrícula de la EBA.
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“El mayor reto es que el entendimiento musical / vocal de los estudiantes aún no estaba completamente desarrollado. Son procesos que toman mucho tiempo cuando se decide hacer una ópera. Especialmente en el caso de una ópera como el Don Giovanni, se necesitaron muchos meses. ¿Por qué? Porque es una obra de tres horas que tiene recitativos y arias, en fin muchas cuestiones difíciles”, abundó la soprano sobre el tiempo que tardó en desarrollarse la obra (alrededor de dos años).
Una vez que los alumnos estuvieron preparados, López Reynoso se involucró y corrigió ciertos detalles de interpretación.
“Se necesita tener un nivel musical y vocal más adelantado porque el maestro Iván no hubiera podido venir a trabajar con los chicos inseguros (…) Estar en una producción que se trabaja a nivel profesional es un regalo venido del cielo para ellos. Todos los pasos que llevamos, tanto Mauricio como Iván y yo, fueron acorde al proceso que se hace cuando se monta una ópera. El hecho de que fueran estudiantes no lo hizo diferente. Todo el proceso se dio como si fueran profesionales. El crecimiento que ve uno entre la primera función y la última es enorme. Para ellos es maravilloso poder presentarse ante el público con la orquesta; no es lo mismo presentarse en un cuarto o hacer un recital cada semestre frente a la familia. Esto fue diferente y les dio muchísima riqueza musical y experiencia en escena”.
Estudiante
Sobre el impacto que puede tener en la juventud llevar un clásico a escena, Herrera dijo que hoy la ópera se maneja de forma diferente, muy lejos de las ideas antiguas de cómo deben llevarse a escena ciertas piezas.
“La mayoría de las cosas ahora son modernizadas; tienes el supertitulaje, estás leyendo lo que está pasando. El guion es maravilloso; los chicos lo leen y se relacionan, se identifican, con él; el dispositivo escénico es moderno (…) La cuestión es que la ópera es cara, pero una vez que está en cartelera las funciones se llenan. A veces se tiende a subestimar la capacidad de comprensión de los niños y los jóvenes”.
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Por último, habló sobre el dispositivo escénico, conformado por cajas móviles que representan habitaciones, espacios o estados anímicos.
“La obra arranca con las jóvenes que interpretan a un grupo de muñecas bailando al interior de las cajas. Lo que están haciendo es señalar la cosificación de la mujer dentro de un aparador. La mujer es tomada como algo que se compra, que se adquiere”.
García Lozano juega, abundó, con el concepto de los escaparates y las vitrinas que, más allá de lo físico, también simbolizan puntos de intimidad. “Cuando los cantantes van a decir algo personal e importante; algo del corazón y del alma, entran en las vitrinas para contar la historia desde ese punto de vista emocional. Algo que los alumnos entendieron muy bien”, concluyó.
El “Don Giovanni” se podrá ver el 5 y 6 de noviembre en el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes (Cenart; Av. Río Churubusco 79). La entrada cuesta $150 pesos.
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