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En 1940, León Trotsky sobrevivió a un atentado en Coyoacán . Los 25 estalinistas que atacaron, con uniformes del ejército mexicano, conocían perfectamente la casa del refugiado. Entraron, sometieron a los guardias y dispararon al menos 70 veces contra el cuarto de Trotsky. Nunca abrieron la puerta de la recámara porque sabían de la existencia de un mecanismo de descarga de proyectiles contra el que intentara penetrar.
A pesar de los 70 casquillos de bala, León y su esposa salieron con vida tirándose debajo de la cama. “Tal parece que he comprado la vida. En materia de vivir soy como el hombre que se hubiera sacado un premio de lotería sin quererlo”, dijo el ruso después del atentado. Sin embargo, meses después murió a manos del régimen estalinista.
En 1934, León Trotsky llegó a México. Lázaro Cárdenas fue el único presidente que aceptó como refugiado a un hombre sentenciado a muerte por el régimen de Stalin . No lo aceptó por sus principios, sino por los propios. Es decir, puso como manifiesto la política cardenista de defensa a las víctimas de guerra.
Así fue como EL UNIVERSAL cubrió el atentado que sufrió León Trotsky en su hogar.
Imagen: Hemeroteca El Universal
Cómo fue el atentado contra León Trotsky
25 de mayo de 1940
Por un milagro escapó Trotsky de la muerte
*El líder ruso dice que quienes atentaron contra su vida, fueron elementos de la G.P.U de Stalin, enviados a México especialmente
León Trotsky, el organizador del Ejército Rojo de la Rusia Soviética , una de las figuras de ese ciclo histórico, y actualmente refugiado político en México, fué víctima de un atentado. Veinticinco individuos disfrazados de miembros del Ejército Mexicano y portando también uniformes de la policía metropolitana, asaltaron su casa en Coyoacán . Los asaltantes sorprendieron a cinco policías que guardaban la morada, secuestraron a uno de sus guardias, el señor Sheldon Harte, y penetraron a la casa. Después, con ametralladoras “Thompson” hicieron no menos de trescientos disparos, a través de dos puertas y una ventana, al interior de la alcoba en donde dormía el señor Trotsky con su esposa, y quienes se salvaron milagrosamente, dejándose caer al suelo y bajo de las camas. Los asaltantes huyeron llevándose dos automóviles propiedad del señor Trotsky, que después fueron encontrados. Esto lo hicieron, quizá, para impedir la persecución por parte de la guardia particular armada que tiene a su servicio el ex ministro de Guerra ruso. Estos guardias fueron sorprendidos por lo violento del caso. Sobre uno de ellos, que se asomó a una ventana, cayó una lluvia de balas disparadas desde los bordes del río de Churubusco, pues tras de un árbol se hallaba apostado otro de los asaltantes.
Previamente los asaltantes habían cortado las comunicaciones telefónicas de la casa, así como unos hilos secretos de timbres de alarma que comunicaban a la casa, con la estación de policía de Coyoacán.
El señor Trotsky, en la entrevista que concedió a un redactor de EL UNIVERSAL , dijo tener noticias desde hace tiempo, de que agentes extranjeros de espionaje de la G. P. U. habían salido de los Estados Unidos, provistos de fuertes cantidades de dinero que les fueron situadas desde Moscú, por Beria, Jefe de la Siniestra institución, para matarlo, hecho que había puesto en conocimiento de las autoridades mexicanas, y que estos extranjeros fueron quienes contrataron aquí, en México, a algunos de los asaltantes que son mexicanos, como lo corroboran los policías, víctimas del atentado, pues los cinco gendarmes fueron amarrados de pies y manos y desarmados.
Foto: Hemeroteca El Universal
El primer aviso a la delegación del ministerio público de Coyoacán
A las cuatro horas del día de ayer, estando de turno en la Delegación del Ministerio Público en Coyoacán, el señor licenciado Salvador Mora, recibió un aviso del Comandante de la 15a. Compañía, de que un grupo como de veinticinco individuos, portando la mayor parte de ellos uniformes de la policía metropolitana y otros del ejército, comandados por un sujeto que llevaba uniforme e insignias de capitán, habían atacado a cinco policías que cuidaban la casa del señor León Trotsky, en la esquina de las calles de Viena y Morelos, a quienes desarmaron. Que ya en el interior atacaron la casa con ametralladoras, dejando no menos de trescientos impactos y al huir secuestraron al señor Shelton Harte y se llevaron dos automóviles de la casa.
Acudió el citado Delegado con el personal, encontrando a su llegada a la casa, a un grupo de Agentes de la Policía Reservada encabezados por el primer comandante, Jesús Galindo, que estaban practicando las averiguaciones.
Los asaltantes se habían llevado los automóviles Ford-63448, placas de Texas, y otro marca “Dodge”. El primero de los citados vehículos fue encontrado a la vuelta de la casa del señor Trotsky, en el crucero de las calles de Berlín y San Pedro, pues se atascó en una zanja y por las prisas de la fuga, lo abandonaron.
En el borde sur del río fueron encontrados fusiles que les quitaron a los policías, una máquina portátil eléctrica para aserrar madera, una escala de cuerdas con garfios (de las usadas por los marinos), y una escalera de madera, nueva. Todos estos implementos fueron llevados por los asaltantes. Del jardín de la casa fue recogida una bomba sin estallar.
Foto: archivo El Universal
Cómo es la casa de Trotsky y el recorrido de los asaltantes
Uno de nuestros redactores estuvo en el sitio del asalto. La casa que habita el ex Jefe del Ejército Rojo, se encuentra situada en una colonia de Coyoacán, poco poblada. Al norte, linda con el río Churubusco; al sur, con las calles de Viena.
Es un viejo caserón al que se le han hecho adaptaciones y parece una fortaleza. Lo rodean cuatro muros que dan prácticamente hacia llanos. Sobre la calle de Morelos, se levanta una especie de atalaya, desde donde vigilaban día y noche los “guardias de corps” extranjeros en su mayoría, del ex líder de la revolución rusa. No hay más entrada que que una sola puerta, en donde existe también una guardia permanente de dos policías armados de carabinas. En la parte trasera de la casa, que da a la margen derecha del río, está de guardia otro policía. Los otros dos vigilan el interior de la residencia.
Al franquear la entrada de la casa nos dimos cuenta de la extrema vigilancia, tanto oficial como particular, que tiene Trotsky.
La puerta se entreabre únicamente unos diez centímetros, los suficientes para que la persona que está dentro vea quién es la que ha tocado.
Pasando la entrada está el jardín. La casa habitación tiene la forma de una “T”, es decir, una parte de la casa está en el centro del jardín y la otra ocupa las alas, pegada a los muros fronteros.
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En la parte de las habitaciones que divide en dos el jardín, se encuentran en primer lugar la alcoba del nieto del señor Trotsky, luego la alcoba de este señor y su esposa, luego la biblioteca y finalmente el comedor. A los lados están el despacho, las cocinas y otros departamentos.
Los asaltantes, conocedores de la topografía de la casa, después que inutilizaron a los dos policías, tocaron la puerta y aseguraron al señor Sheldon, que fue quien les abrió porque no tuvo ninguna desconfianza al ver los uniformes. Dicen estos policías, que quienes se acercaron a ellos, eran tres sujetos, dos portando uniformes de policía y otro con insignias de Capitán del Ejército.
El policía José Arias Romo nos refirió que él creyó que venían de la Jefatura, y antes de que le dijeran alguna palabra, a la luz del foco eléctrico vio que llevaban unas fornituras nuevas, de charol. Este detalle, rápida y fugazmente le llamó la atención pues hace mucho tiempo que no les dan fornituras nuevas.
Foto: Hemeroteca El Universal
Se acercaron saludándolos afectuosamente, llamándolos “compañeros”, y de pronto sacaron; el militar una ametralladora “Thompson” y los otros pistolas “Colt” y les dijeron: “Manos arriba y no se muevan porque se mueren”. Se quedaron paralizados por la sorpresa, y salió entonces de la oscuridad un grupo como de veinte individuos más, que ya conducían amarrado con las manos a la espalda al policía Ignacio Preciado García, que estaba de guardia en la parte trasera.
Todo aquel grupo de hombres procedió inmediatamente a amarrarlos a ellos con unos mecates. Tocaron la puerta, abrió el señor Sheldon, lo amagaron y lo sacaron. Pocos momentos después sacaron, amarrados también y en paños menores, a dos policías que estaban durmiendo en el interior de la casa.
Los policías -según expresan- tuvieron tiempo de ver quiénes eran esos individuos. Además del capitán, el resto estaba vestido con uniformes de la policía, todos nuevecitos y tenían las insignias de pertenecer a la 7a y a la 13a Compañía. Otros estaban disfrazados de soldados del ejército. Los que estuvieron con ellos -dice-, eran todos mexicanos, pero los jefes o directores procuraban no acercarse para no ser vistos ni escuchados.
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Tras de eso los asaltantes penetraron a la casa y durante unos minutos se escuchó una balacera tremenda. No menos de trescientos disparos hicieron. Los asaltantes sacaron dos automóviles y uno de ellos subieron al señor Sheldon a empujones y golpes. Partieron y ya no supieron ellos más, hasta que por alarma a los vecinos acudieron otros policías y los liberaron. Dicen finalmente los policías que los asaltantes les dijeron que “ya se había dado un golpe de mano militar en la Ciudad de México y que el general Núñez estaba prisionero. Que era inútil toda resistencia”.
La alcoba de Trotsky y los disparos
Siguiendo el paso de los asaltantes continuamos por el jardín. Como dijimos antes, en primer lugar está la alcoba del nieto de Trotsky. Por allí está la puerta que lleva a la alcoba del exiliado ruso y de su esposa. Penetraron por ese lugar. El muchachito cuenta con catorce años de edad, y es hijo de una hija del señor Trotsky. Por esa alcoba se llega a la del matrimonio. Esta tiene, además de esa puerta, una ventana que da al jardín, otra de comunicación a la biblioteca, y otra que da al baño.
Los asaltantes conocedores de la topografía del lugar, se dividieron en tres grupos . Uno que atacó la alcoba disparando sobre la puerta que comunica de la alcoba del nieto de Trotsky a la de su abuelo; otro que disparó por la ventana, y un tercero que, dando la vuelta al jardín por la puerta del comedor, y pasó de allí a la biblioteca disparando por la puerta de este último departamento al interior de la alcoba.
Foto: Hemeroteca El Universal
Los proyectiles de las ametralladoras convirtieron en verdaderas cribas las puertas de madera y fueron tres fuegos cruzados. La única explicación de la salvación providencial del señor Trotsky y su esposa, es que las dos camas, que son dos catres, estaban en un ángulo, y al oír las detonaciones se dejaron caer y se metieron bajo ellas. Para no herirse los que disparaban de lados contrarios, hicieron fuego o muy alto o muy bajo, por eso hay impactos en las paredes y en el suelo. Cada una de las camas tiene dos impactos de proyectiles.
Nos llamó la atención el hecho de que quienes iban resueltamente a matar a Trotsky, y eran en tan gran número, no hubieran abierto la habitación y lo matarán en su propio lecho, pero luego el secreto nos fue revelado por el propio Trotsky, y es “que las puertas tienen un mecanismo que si se abre dispara automáticamente contra quien las abre”.
“Parece que he comprado la vida”, dice Trotsky
El señor Trotsky nos mostró todo el lugar del atentado y contestó a nuestras preguntas:
—Ya ve usted— nos dijo mostrándonos su modesta alcoba.-No menos de setenta impactos de bala ha contado la policía. En las paredes, en las puertas, en los muebles, estaban marcados con una cruz los agujeros de las balas.
—Tal parece— nos dice Trotsky— que he comprado la vida. En materia de vivir soy como el hombre que se hubiera sacado un premio de lotería sin quererlo.
—Hoy la muerte se acercó mucho a usted— agregamos.
—Ya me familiaricé— nos responde en correcto español. -Desde que comencé mi lucha contra el zarismo e iniciamos Lenín y yo la revolución rusa, he sido una persona que ha traído la cabeza prestada sobre sus hombros. Luego los episodios de la insurrección del pueblo ruso, una de las más grandes de que tiene memoria la historia humana, una locura de sangre, y yo el organizador y el jefe de los ejércitos. Tras de mi existencia corrieron miles y miles de gentes para segarla; complots, conjuraciones, atentados y después… A través de medio mundo me ha seguido el negro odio de José Stalin.
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—¿No tiene usted una sospecha de quienes fueron los autores del atentado? ¿Puede usted señalar concretamente a alguien?
—Directamente a José Stalin— responde con firmeza. -Ahora, bien, entrando en detalles, esto es obra de la G.P.U., la terrible policía stalinista que tiene agentes secretos en todas partes del mundo.
—¿Podría usted decirnos algo también concreto sobre la G. P. U., en relación con usted?
—He denunciado a las autoridades mexicanas, desde hace tiempo, las actividades en mi contra. He estado prevenido y en espera, en cualquier momento de un atentado en contra de mi persona. La G. P. U., bajo la dirección de Beria, uno de los verdugos más monstruosos de la URSS, maneja enormes sumas de dinero y distribuye agentes por todo el mundo. Beria envío a sus agentes desde Europa a los Estados Unidos, allí recogieron fuertes sumas de dinero que les situaron de Moscú y vinieron a México con el solo propósito de liquidarme definitivamente.
Foto: Hemeroteca El Universal
—Los policías— dijimos al señor Trotsky—dicen que por lo menos, los “asaltantes” que las desarmaron y ataron a ellos, eran mexicanos. ¿Cree usted que algunos líderes enemigos suyos hayan tomado parte en el atentado?
—Estoy dispuesto a afirmar—responde— en cualquier momento que los líderes enemigos míos no han sido utilizados por la G. P. U. para asesinarme. Conozco perfectamente y al detalle esa organización. Para empresas como ésta utilizan gentes muy resueltas, muy valientes. No les hubieran confiado una comisión como ésta, tan peligrosa. A los líderes enemigos míos, los ha utilizado la G. P. U. únicamente para calumniarme, pues no son, como en México se dice, “ de empuje”. No, la verdad es que aunque se han utilizado algunos elementos mexicanos, como lo prueba la versión de los policías, los dirigentes son “absolutamente extranjeros” .
—¿Cree usted que quien dirigió el asalto conocía perfectamente la topografía de la casa y hasta sus menores detalles?
—Estoy absolutamente seguro. Los hechos lo han demostrado. Los asaltantes fueron directamente a mi alcoba. El hecho de haber disparado a través de las puertas fué por temor al sistema de protección de la “pistola automática” . Se abre una puerta y el que la abre recibe una descarga de proyectiles. Pero supieron bordear la casa y entrar con toda seguridad. Conocían hasta los sitios en donde dormían mis “guardias” .
— ¿Y qué opina usted del señor Sheldon Harte, uno de sus guardias que fué secuestrado? Puede haber sido el espía secreto de la G. P. U. y usted no lo sospechó. ¿Quizás lo del secuestro ha sido para despistar? En las condiciones en que estaba en su casa, nadie más que él pudo haber dado los detalles tan precisos.
—He creído siempre que los hombres son honestos hasta que quieren dejar de serlo. Yo creo, hasta estos momentos, en la honorabilidad de Bob, que es norteamericano, nativo de Nueva York, joven, de 30 años y con virtudes morales que he podido apreciar. Si su cadáver apareciera por algún lugar—como es muy posible que pudiera suceder—sería muy penoso y motivo de remordimientos al mancharlo con una duda.
Nos despedimos del señor Trotsky Aquella terrible figura de la revolución rusa que hace veinticinco años hacía temblar a millones de personas, es hoy, por su aspecto, un amable burgués que calza pantuflas y saco de casa.
Se castigará severamente a los responsables
El general José Manuel Núñez, Jefe de la Policía, estuvo dos veces en la casa de León Trotsky, una a las 10 y otra a las 12 horas habiendo hablado con el líder ruso. Posteriormente el funcionario policiaco manifestó a los periodistas, que Trotsky le había dicho que consideraba que el atentado del que acababa de salvarse junto con su esposa y su nieto, procedía directamente de José Stalin, dictador de Rusia, que ya habían atentado contra otros familiares suyos, entre otros su hijo León Sedov, asesinado en Francia.
León Trotsky culpa a Stalin del atentado
1 de junio de 1940
Dice cómo funciona la G.P. U.
*Escrito enviado al Secretario de Relaciones, al Procurador y al Jefe de la Policía
El señor León Trotsky nos envía copia, del siguiente documento que ha enviado a altas autoridades mexicanas: Sr. Procurador de la República, Sr. Jefe de la Policía, general Núñez y Sr. Secretario de Relaciones Exteriores:
Ante todo es necesario afirmar que el atentado puede solamente provenir del Kremlin; tan sólo de Stalin, a través de la agencia extranjera de la GPU. Stalin, durante los últimos años, ha fusilado a cientos de verdaderos o supuestos amigos míos. De hecho ha exterminado a toda mi familia, excepto a mi, a mi esposa y a uno de los nietos.
En el extranjero, por medio de sus agentes, asesinó a uno de los antiguos directores de la GPU. Ignacio Reiss, el cual se había declarado públicamente partidario mío. Este hecho ha sido asentado por la policía francesa y la justicia suiza. Los mismos agentes de la GPU que mataron a Ignacio Reiss seguían los pasos de mi hijo en París.
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El resumen de todos estos crímenes podría ser aumentado considerablemente. Todos ellos tenían como fin lograr mi aniquilamiento físico. Detrás de todos estos hechos está Stalin. El arma que aparece en sus manos es la policía secreta soviética, ramificada en todo el extranjero y llamada la GPU.
Negar estos bien conocidos hechos o someterlos a la menor duda pueden hacerlo tan sólo personas interesadas en cubrir los rastros de los crímenes cometidos.
De públicas declaraciones hechas por representantes responsables del gobierno alemán se deduce que la Gestapo me considera un enemigo peligroso. La colaboración de las dos policías secretas en este atentado es completamente posible. En todo caso la parte directiva pertenece indudablemente a la GPU ya que para Stalin mis actividades representan un interés incomparablemente mayor que para Hitler.
A última hora
El líder León Trotsky manifestó anoche a los periodistas que no será difícil que los stalinistas traten de llevar a cabo otro atentado en su contra, pero que ya ha tomado las debidas precauciones.