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Dos meses después del histórico primer viaje a la Luna, Neil Armstrong , Edwin Aldrin y Michael Collins , los astronautas del Apolo XI , visitaron México -fue el primer país que visitaron tras su aterrizaje- donde fueron recibidos alegremente en un ambiente festivo.
El 29 de septiembre de 1969, los tres astronautas, en compañía de sus esposas, arribaron al aeropuerto de la Ciudad de México, donde fueron bien recibidos con flores y mariachis.
Luego, se dirigieron al Salón de Cabildos, en la Plaza de la Constitución, ahí se les hizo una ceremonia conmemorativa por su visita y su hazaña en la Luna, se les entregaron las llaves de la ciudad y fueron nombrados “huéspedes de honor”.
Neil Armstrong dijo que desde la Luna veían a México “como una bella combinación de colores”, y que no podían apreciar las fronteras porque “los continentes se unían tal como la gente debe unirse en propósitos comunes”. También, señaló que esa era su segunda vez en tierras mexicanas, pues 15 años atrás pasó su luna de miel en el país.
Finalmente, se dirigieron hacia Los Pinos donde el presidente en turno, Gustavo Díaz Ordaz , les regaló unas mancuernillas y llaveros de oro, un estuche con una moneda olímpica y otro con una réplica de las instalaciones que fueron escenario de los Juegos Olímpicos del 68 .
Así fue como EL UNIVERSAL contó la visita de los tres astronautas en México.
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Primera plana de EL UNIVERSAL del 30 de septiembre de 1969, la cual se ilustró con los autógrafos de los tres astronautas. Imagen: Hemeroteca El Universal
Lo que fue desolación en la Luna, aquí se convirtió en calor y afecto
30 de septiembre de 1969
Los astronautas, sencillos, se entregaron al público
Por Mario Quintero Becerra, redactor de EL UNIVERSAL
A las 11.15 horas de ayer los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins pisaron el suelo de México, primer país, fuera de Estados Unidos, que visitan después de su histórico viaje a la Luna.
El contraste fue notable. En el satélite de la Tierra encontraron únicamente desolación, soledad y silencio tremendos; aquí, el calor y afecto singulares que sabe expresar nuestro pueblo, la mejor de las bienvenidas.
Fue emotiva la recepción en el aeropuerto. En cuanto los héroes del espacio salieron del avión del Presidente de Estados Unidos, se desbordó el entusiasmo. Los aplausos y vivas de miles de personas atronaron el espacio.
Después de los discursos oficiales, los astronautas hicieron un recorrido frente a las tribunas colocadas en la plataforma central de la terminal aérea y saludaron de mano a hombres, mujeres y niños.
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Era tan grande el entusiasmo que los distinguidos visitantes, sencillos y emocionados, correspondieron, se entregaron abiertamente al pueblo que los vitoreaba.
Recibieron flores, abrazos y toda clase de saludos y demostraciones de cariño.
Una señora, que logró romper la valla, besó a los tres astronautas.
El Boeing matrícula 86970, en el que realizarán su jira (sic.) mundial, había aterrizado a las 11.10 horas. Neil A. Armstrong, Michael Collins y Edwin E. Aldrin Jr., bajaron de él, acompañados por sus respectivas esposas.
En la foto, Buzz Aldrin y Michael Collins saludan a niños y regalan autógrafos. Foto: Archivo El Universal
Fueron recibidos al pie de la escalerilla por el señor José Muñoz Zapata , director del Ceremonial de Relaciones Exteriores, y por el señor Robert M. McBride, embajador de Estados Unidos en México, y su esposa.
Después saludaron al representante del Presidente Díaz Ordaz , ingeniero José Antonio Padilla Segura , secretario de Comunicaciones y Transportes, y a su esposa.
En su discurso, el ingeniero Padilla Segura se congratuló del éxito alcanzado. Deseó que los conocimientos y las aplicaciones que se deriven de ello, sirvan para establecer en el mundo la paz, la justicia social y la libertad.
Señaló que México se ha beneficiado con los avances técnicos derivados del Programa Espacial. “Nuestro sistema internacional de comunicaciones vía satélite; el programa de sensores remotos para el conocimiento de los recursos naturales y la predicción del tiempo con base en satélites meteorológicos, son resultados de la amistosa colaboración entre los gobiernos de México y Estados Unidos”, añadió.
Por su parte, Armstrong agradeció a nombre de sus compañeros la calurosa bienvenida. Manifestó que para ellos era un gran placer estar aquí en la primera etapa y compartir los resultados de su viaje a la Luna.
Habló de la relación con México fue fructífera, especialmente en la Estación Rastreadora de Guaymas, en la primera etapa de su viaje.
Finalmente, mencionó que el mensaje que les envió el Presidente Díaz Ordaz quedó en la superficie lunar, como símbolo no sólo de Estados Unidos, sino de toda la Humanidad.
Después los astronautas pasaron por el salón oficial y continuaron recibiendo grandes demostraciones hasta la salida del aeropuerto, en donde abordaron un automóvil.
Allí iniciaron su triunfal recorrido por las calles de México.
La llegada
Cuando los astronautas y sus esposas abandonaron el edificio del Aeropuerto de la Ciudad de México, cerca de las 12 horas, para abordar el carro Lincoln, un grupo de jóvenes mujeres del Instituto Nacional de la Juventud Mexicana, vestidas de verde, blanco y rojo, se acercaron a ellos para entregarles tres enormes ramos de flores.
La salida del aeropuerto se hizo en forma lenta. En el Boulevard del Puerto Aéreo se reunieron muchas personas, que jubilosas daban la bienvenida a los astronautas, cuando éstos pasaron frente a ellos.
En el tramo del viaducto Miguel Alemán-Calzada de Tlalpan, la comitiva viajó a regular velocidad. Algunas personas desde las ventanas de sus casas y departamentos y otras pegadas al camellón, los saludaban.
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A la entrada al paso a desnivel Tlaxcoaque-20 de Noviembre, al coche en que viajaban los lunautas les fue quitada la capota y quedó así convertible.
Todas las personas querían acercarse al coche. Miles de manos se agitaban. Las vallas no eran respetadas y, a vuelta de rueda, los automóviles difícilmente podían circular.
Para ver de cerca a los conquistadores de la Luna, infinidad de personas treparon a postes de alumbrado de teléfonos, se colocaron en balcones.
En algunos tramos del recorrido, miles de personas se apiñaron en oleadas al automóvil.. Un hombre le entregó un sombrero de charro a Armstrong, pero no le soltaba la mano y en algunos momentos se vio que el astronauta hasta se sentía temeroso.
Michael Collins volvía la vista una y otra vez hacia los altos de los edificios, mientras sobre ellos continuaba cayendo una nube de papel picado.
El ambiente de fiesta se había desbordado. Los agentes de seguridad y los motociclistas de Tránsito hacía lo imposible por abrir paso al automóvil, pero la compacta multitud hacía cada vez más difícil el paso.
La llegada a la Plaza de Tlaxcoaque fue a las 12.14 horas y al Zócalo , 20 minutos después.
Los astronautas durante su paso por la Alameda Central. Foto: Archivo El Universal
Los hombres que durante más de una semana viajaron en la nave “Apolo XI”, tardaron tres minutos en poder salir de la “cápsula” en que habían sido trasladados de la terminal aérea a la Plaza de la Constitución.
Cuando a los astronautas les entregaron regalos los comerciantes de los mercados de Insurgentes y de Tepito , sólo acertaban a decir en claro español: “Gracias, gracias”.
La ceremonia del Cabildo, terminó a las 12.55 horas. Bajo una lluvia de confetti, los astronautas pasaron por 5 de Mayo, en un Mercedes Benz, con la capota puesta.
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En la Alameda Central el tráfico de vehículos estaba ya embotellado. Luego, a baja velocidad siguió el recorrido hasta la Columna a la Independencia. En este lugar, los astronautas y el embajador de su país, en compañía del director del ceremonial, señor José Muñoz Zapata, depositaron una ofrenda floral que tenía esta leyenda: “NASA. Apolo XI. Astronautas”.
A continuación siguió el viaje hasta el hotel Camino Real. En este lugar, decenas de personas les dieron cordial bienvenida.
Luego, los astronautas y sus esposas salieron del hotel para ir a la residencia presidencial de Los Pinos.
Por encima de barreras de las burocracias
Por Javier Martínez R., redactor de EL UNIVERSAL
Al ofrecer ayer un almuerzo a los astronautas y a sus esposas, el Presidente Díaz Ordaz obsequió a cada uno de los astronautas un juego de pisacorbata, mancuernillas y llavero elaborados en oro, en filigrana de Oaxaca; además, un estuche con una moneda olímpica y otro con una réplica de las instalaciones que sirvieron de escenario a los Juegos de la XIX Olimpiada, y una pluma con su firma grabada.
Por su parte, la señora Borja de Díaz Ordaz obsequió a las esposas de los astronautas rebozos de Santa María, con el nombre de cada una de ellas tejido en el fleco.
Posteriormente, el comandante de la nave “Apolo XI”, Neil Armstrong, pronunció un discurso y cosa igual hizo el coronel Collins. Entregaron al Presidente de la República una réplica de la placa que dejaron en la Luna y una réplica del pequeño disco en que están grabados los mensajes de los 72 jefes de Estado, así como fotografías con sus firmas.
Y luego el coronel Aldrin entregó al Jefe del Ejecutivo un aditamento para el ojo, que permite aumentar 8 veces el tamaño de esa reproducción, que mide 2 centímetros de diámetro.
A las 17:30 horas, los astronautas y sus esposas salieron de la casa presidencial de Los Pinos.
Los astronautas estuvieron acompañados por sus esposas durante su visita. Foto: Archivo El Universal
Huéspedes de Honor por su Imponderable Proeza
Por Ariel Ramos
Entregó ayer el licenciado Alfonso Corona del Rosal, jefe del Departamento del Distrito Federal, las llaves de la ciudad a los astronautas Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin y Michael Collins, en el transcurso de una solemne ceremonia efectuada en el salón de Cabildos .
Una prolongada y entusiasta ovación recibieron los conquistadores de la Luna, al entrar al salón, donde se les declaró huéspedes de honor.
Puestos de pie medio millar de personas -concejales, funcionarios, empleados y periodistas- aplaudieron durante dos minutos a los héroes del espacio, que llegaron acompañados de sus distinguidas esposas.
La ovación impresionó vivamente a los astronautas , quienes agradecieron las manifestaciones de afecto levantado discretamente la mano derecha. Igualmente se conmovieron cuando el regente entregó a sus esposas un obsequio personal, una jarra de plata con incrustaciones de oro a la señora Armstrong y un centro de mesa a las señoras Aldrin y Collins.
El licenciado Corona del Rosal al dar la bienvenida a los astronautas, calificó el histórico viaje a Selene de “imponderable proeza”.
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El acto se inició a las 12.35 horas. Los héroes del espacio ocuparon el estrado de honor. El regente leyó su discurso y al finalizar éste que no se tradujo al inglés, entregó a los visitantes el pergamino que los declaró huéspedes de honor “en reconocimiento a la extraordinaria hazaña de haber llegado por primera vez en la historia de la Humanidad, a un suelo distinto al de nuestro planeta”.
A continuación les colocó una medalla de oro y les dio las llaves de la ciudad. Además, el regente les obsequió a cada uno un clip de oro y sendos ejemplares empastados en piel del Calendario de la Ciudad de México.
Finalmente, Armstrong, a nombre propio y de sus compañeros, agradeció las atenciones recibidas, diciendo: “Es para nosotros un gran placer volver. Hace 15 años yo pasé mi ‘luna de miel’ en México y mi Presidente, el Presidente Nixon , hizo lo mismo 30 años antes”.
“Es un gran privilegio el que tuvimos nosotros de ver a México a muchas millas de distancia. Recordamos que veíamos a mil millas de distancia a su país, como una bella combinación de colores”.
“Asimismo tampoco podíamos apreciar las fronteras: los continentes se unían tal como la gente debe unirse en propósitos comunes. No tengo palabras para agradecer a ustedes sus atenciones y deseo darles las gracias más sinceras”.
Foto: Archivo El Universal
Palabras del regente
El regente de la ciudad dijo: “Ilustres astronautas: Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin y Michael Collins. Llegan ustedes a la Ciudad de México después de haber realizado la hazaña más portentosa de la Humanidad: lograr en una insólita y precisa conjunción entre la imaginación y la ciencia, unida al valor, que el hombre, por primera vez, pusiese sus pies en la Luna”.
“La imponderable proeza de ustedes mezcla la poesía con la ciencia; porque algo hay de Leonardo da Vinci, Julio Verne y Herbert George Wells unido a lo mucho de otros destacados científicos, fue un hecho donde están presentes la fantasía y el cálculo, la imaginación y una realidad comprobable y cierta”.
“Ustedes que han visitado otro planeta y han participado en la aventura audaz de llegar a una superficie incógnita, quizás no encuentren exagerada la modificación que nos vamos a permitir hacer a la frase que dejó grabada Alexis Carrel cuando dijo que el hombre moderno se encuentra situado a la mitad de distancia entre el átomo y la estrella, porque esa frase, después de la hazaña realizada por ustedes, distinguidos tripulantes de la Apolo XI , sitúa al hombre en otra dimensión… Dueño ya del átomo y dueño, también de las estrellas”.
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“Estamos contentos y honrados de tenerlos entre nosotros con motivo del recorrido que ahora inician, porque participamos de la impresión universal de admiración, cordial simpatía y de alborozo que merecidamente despertó su singular proeza”.
“Se ha iniciado una nueva era… La empresa sin paralelo, del hombre emergiendo de la Tierra y perdiéndose entre las maravillas siderales, para asentarse victorioso en otro planeta, que hace a la humanidad más segura de sí misma, de entrar en contacto con las esotéricas realidades que guarda el cosmos. Son ustedes los mensajeros de esta nueva etapa”.
“Gocen de su estancia en México, que les ofrece paz, amistad y cariño, porque son ustedes personajes de un tiempo distinto, en que el hombre tiene que seguir siendo, con su genio y arrojo, luchador incansable en la búsqueda y logro del bienestar, la paz y la justicia.”
Era tanta la multitud que siguió a los astronautas, que las autoridades perdieron el control y hubo empujones. Foto: Archivo El Universal
Millares de Capitalinos de Todos los Sectores Aclamaron a los Astronautas
Millares de capitalinos de todos los sectores sociales tributaron ayer una recepción sin precedente a los astronautas Armstrong, Collins y Aldrin, quienes el pasado 20 de julio conquistaron la Luna.
Así, miles de personas brindaron cordial bienvenida a los conquistadores de la Luna. Rompieron vallas, se acercaron a ellos, trataron de abrazarlos, de tocarles las manos y conseguir “aunque fuera un autógrafo”.
Música de mariachi, marimbas, danzantes y diversos conjuntos, desde horas antes del arribo de los astronautas y de las esposas de éstos, estuvieron aguardándolos.
Bajo una verdadera lluvia de papel picado y a bordo del automóvil convertible del Presidente Díaz Ordaz, los inquietos miembros de la NASA hicieron su entrada al Primer Cuadro de la Ciudad.
En uno de los apretujones, Collins perdió la medalla que en el Cabildo le acababa de obsequiar el regente Alfonso Corona del Rosal. (El regente Corona del Rosal al ser informado de ese hecho prometió entregarle otra medalla).
Los policías y agentes de seguridad encargados de cuidar el orden, fueron impotentes para contener a la multitud, que en ratos ocasionó graves problemas, al ser zarandeados sin ningún control y exponiendo a otras personas a ser aplastadas. También, gritos de “Viva México” y “Viva la Apolo”.
Imagen: Hemeroteca El Universal