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Taxco. —Las organizaciones del crimen organizado que permean Guerrero ahora controlan el tradicional mercado de la platería que realizan artesanos y que, junto al turismo, es la base económica de esta ciudad.
Hoy, la crisis que viven los artesanos plateros se agudiza tras la pandemia de Covid-19 que fue implacable y que se llevó, dicen, a casi la mitad de ellos, y los que sobrevivieron intentan recuperar algo de lo perdido.
“Acá no se puede hablar de la violencia, estos amigos tienen ojos por donde sea”, advierte un artesano platero, que pidió no ser identificado, sobre la robusta presencia de crimen.
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Algunos pobladores que prefieren el anonimato cuentan que la ciudad vive una relativa tranquilidad, que no hay una disputa abierta entre los grupos criminales, pero que sí existe un control estricto que les deja ganancias anuales por casi 60 millones de pesos anuales producto de la extorsión a los artesanos plateros.
Y es que desde hace unos 10 años, Taxco entró en un espiral de violencia que no se detiene. Los asesinatos, desapariciones, extorsiones se volvieron una constante en la ciudad.
“Lo que está pasando es que controlan todo, a veces no te molestan para nada, pero te obligan a comprar al precio que ellos quieren y donde ellos quieren”, explica un ciudadano.
Ahora, explican los pobladores, “estamos viviendo una etapa de extorsión, ya pasaron las matanzas y hoy casi todo el centro histórico está pagando cuotas al crimen organizado”.
Todos los sábados en la ciudad se instala un tianguis de platería en el que participan hasta 3 mil productores y comercializados.
Uno de los artesanos consultados afirma que casi todos pagan una cuota “oficial”. “Decimos que es oficial porque nos dicen que es por parte del ayuntamiento. Se supone que por derecho a piso oficial, pero resulta que muchos compañeros ponen sus puestos en lugares privados. No sabemos por qué el ayuntamiento nos cobra eso, pero entendemos...”, dice.
Por “derecho a piso” a cada puesto se le cobran 408 pesos —en el Centro puede llegar hasta 3 mil pesos mensuales—; “saca tus cuentas: en el sabatino nos ponemos unos 3 mil puestos, ¿cuánto es?”; la cifras impresionan: un millón 224 mil cada sábado, casi 60 millones de pesos al año, los cuales se van directo a las bolsas del crimen organizado.
Las extorsiones no todos las han podido pagar, algunos han decidido cerrar sus negocios, sus talleres. “Hay compañeros que ahora trabajan en sus casas escondidos para que no sepan que están laborando y así evitar las extorsiones”, explica.
Otro efecto de la violencia en la platería es la ausencia de compradores extranjeros. Antes, recuerda, se veían unos 30 compradores de Estados Unidos, España, Italia y hasta de Rusia, pero ahora apenas unos dos o tres, según sus cálculos.
“Tu sabes que Estados Unidos recomienda a sus pobladores no asistir a ciertos lugares que considera violentos y eso ha pasado. Antes veías que los extranjeros iban con tres, cuatro maletas llenas y eso era bueno para nosotros”, explica.
Pero no sólo los turistas extranjeros han dejado de visitar Taxco, lo comerciantes mayoristas del interior del país también, pues muchos son asaltados a su paso por las carreteras.
“Eso afectó también al turismo porque los mayoristas venían a comprar desde el jueves, se hospedaban tres días, ahora vienen rápido los sábados”, expone.
De acuerdo a datos de la Fiscalía General del Estado (FGE), en Taxco opera la organización criminal denominado la Familia Michoacana.
Esta banda, abundan los pobladores consultados, está acaparando muchos productos: carne, tortillas, pan, pollo, agua en garrafón, refresco, cerveza, fruta y verdura.
“Ahora es difícil ver camiones por ejemplo de marca de cerveza, ahora la distribuyen ellos y son ellos los que le ponen el precio”. Aquí, dicen muchos productos cuestan más caros que en el resto de los municipios de Guerrero.
“Lo que pasa que ellos revenden y los comerciantes tienen que subirle y al final el que la paga es el ciudadano”.
La vida en Taxco se hizo carísima con estos aumentos producto de la extorsión, lo que ha provocado que mucha gente decida migrar. La presión ha sido tal que en septiembre pasado los tortilleros de esta ciudad decidieron cerrar, pues la Familia Michoacana ordenó subir el precio del kilo de 16 a 30 pesos, para ampliar su margen de ganancias.
Tradición
La platería en Taxco está en sus entrañas, en su profundidad, es parte de su historia, de su economía, de su cotidianidad. Desde los pobladores originarios, como los chontales, utilizaron la plata para sobrevivir: la que sacaban de una mina la cambiaban por alimentos y animales.
Después en la época colonial, la orfebrería ya estaba presente, sobre todo en artículos religiosos y de servicio, como cubiertos y platos. Pero en 1926, la platería aquí dio un vuelco: llegó el estadounidense William Spratling, quien organizó el trabajo: comenzaron los diseños y, sobre todo, comenzó a internacionalizarse el mercado de la platería.
Spratling fundó el primer taller: Las Delicias, donde, de acuerdo con los registros, llegaron a laborar hasta 300 artesanos en piezas únicas.
Las Delicias se convirtió en el centro artístico de Taxco. Ahí se formaron decenas de maestros plateros que después consolidaron esa etapa con sus nuevos talleres. De ahí salió Antonio Pineda, los hermanos Castillo.
Esos años maravillosos de la platería en Taxco duraron hasta finales de los 80. Después vino la debacle: intervinieron los sindicatos que exigían prestaciones para los trabajadores, lo que no soportaron los dueños de los talleres. Las cargas fiscales se convirtieron en insoportables y muchos comenzaron a cerrar y a reducir el número de trabajadores.
El cierre de los grandes talleres trajo otro problema: dejó en el desamparo a muchos maestros plateros. Casi todos comenzaron a trabajar de manera individual en sus casas, en sus talleres propios.
Entonces, los mayoristas aprovecharon y fijaron los precios según sus intereses. La oferta se amplió y la demanda se mantuvo: compraban las piezas al que aceptaba el precio que ellos imponían. Hasta que llegaron a una práctica, comprar las piezas por gramo y no por el valor, por el tiempo, el esmero y la técnica que el maestro platero le imprimía.
Los artesanos lo entendieron: si querían comer tenían que abaratar sus piezas y, por supuesto, bajar la calidad.
Los talleres eran fuentes de empleo para los artesanos, también para los vendedores, para los que proveían los insumos; una industria que hoy no existe.
En esos tiempos no sólo la platería tradicional daba prestigio a Taxco, también dinero: más del 90% de la población tenía que ver con el proceso de la artesanía.
Después llegó la maquila y de artesanía pasó a bisutería.
Hoy en Taxco no hay empresas grandes, industria, sino que depende básicamente del turismo y de la platería.
En específico, la platería depende más de los compradores mayoristas que al mismo tiempo se convierten en turistas.
Pero con la pandemia y las medidas sanitarias y cierres masivos, los mayoristas y turistas desaparecieron de esta ciudad.
Uno de los artesanos consultados afirma que debido al confinamiento, la ausencia de compradores les provocó pérdidas que para muchos todavía hoy son irrecuperables.
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“El artesano promedio trabaja con poco, uno, dos kilo de plata (el kilo oscila los 19 mil 200 pesos); en la pandemia, sin poder trabajar, comenzaron a vender esa plata, y ahora muchos ya no tienen para volver a comprar ni un kilo. Creo que tras dos años apenas estamos recuperando lo perdido porque ganancias no hay todavía”, afirma.
Los artesanos enfrentan esta crisis sin apoyo del gobierno, pues muy pocos, dicen, recibieron ayuda económica durante la pandemia. “El problema es que el gobierno puso requisitos que no podemos cumplir, como estar dado de alta en Hacienda, pero el 95% de los artesanos son muy pequeños, generan ingresos para sobrevivir, y ¿quiénes aprovecharon los apoyos? Los comercializadores”.