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Jerusalén.— Yuval Noah Harari es un historiador israelí de 44 años, filósofo, profesor, escritor y uno de los pensadores más destacados del siglo XXI.
Sus opiniones, difundidas en su exitosa trilogía Sapiens: De animales a dioses; Homo Deus: Breve historia del mañana y 21 lecciones para el siglo XXI, abarcan desde temas globales, como por qué los humanos dominamos el mundo, hasta específicos como el impacto de algoritmos computacionales en el futuro. Desde su casa entre Tel Aviv y Jerusalén, dice estar trabajando “más que nunca antes” a causa de la pandemia.
¿Cuáles serán los efectos más importantes de la crisis mundial por el coronavirus?
Creo que es importante entender que estamos reescribiendo las reglas del juego. Del juego económico y político, todo está en juego. Estamos presenciando muchos experimentos en millones de personas, como en Estados Unidos, que va a implementar la renta básica universal dando dinero a todos sus ciudadanos durante la crisis.
Subrayaría dos elementos principales: primero, que no hay nada predeterminado en la manera de lidiar con esta crisis y que hay muchas opciones, no una sola y, segundo, que las decisiones que tomemos tendrán un impacto durante años y décadas y reconfigurarán el planeta.
Mi principal preocupación es que, debido a consideraciones cortoplacistas, la gente tome decisiones equivocadas como, por ejemplo, lidiar con la crisis implantando regímenes autoritarios o incluso totalitarios, en lugar de empoderar a los ciudadanos. O que países opten por el aislacionismo y persigan intereses nacionalistas. Lo que elijamos en el próximo mes o dos cambiará el mundo durante años o décadas.
¿Qué cambios geopolíticos pueden surgir?
Creo que hay algo importante y es ver si logramos lidiar con esto unidos como humanidad. Por ejemplo, estableciendo un sistema global de producción y distribución de equipamiento médico, donde países empleen recursos para producir respiradores y medicamentos y luego los distribuyan de manera justa, en lugar de que los países ricos monopolicen los recursos y no quede nada para los pobres. Si logramos hacer esto, podría dejar un legado de solidaridad, confianza y cooperación que nos ayudaría a lidiar con muchas otras crisis en el futuro.
¿Y cómo quedará la distribución de poder entre países?
Algo muy llamativo es cómo Estados Unidos, desde que comenzó el gobierno de Donald Trump, ha abandonado completamente su rol de liderazgo en el mundo respecto a crisis previas. Pero en esta crisis, cuando empezó, Estados Unidos se desentendió completamente. Cuando se expandió del este de Asia a más y más áreas, al principio negó que hubiera un problema e incluso ahora, cuando finalmente lo reconoce, sigue sin tomar un rol de liderazgo y continúa con su política de “América primero”. Sólo que ahora es América primero en infecciones. Estados Unidos básicamente ha abandonado su papel de líder global y ha dejado un vacío que otros países están tratando de llenar, como Alemania, que está haciendo un trabajo impresionante.
El rol de la ONU
Con respecto a instituciones como la Unión Europea o Naciones Unidas, el escritor dice que en los últimos años el poder de estas organizaciones ha sido debilitado por el crecimiento de políticas aislacionistas y populistas. “No sé qué va a pasar, pero espero que la gente se dé cuenta con la crisis del error que hemos cometido al debilitar la solidaridad y cooperación internacional, y que al final de esta crisis salgamos con organizaciones internacionales más fuertes y con una profundización de la solidaridad global que nos ayudará a lidiar no sólo con esta crisis, sino con otras en el futuro”.
¿Qué pasará con el mercado laboral cuando esto termine?
Creo que hay dos posibles impactos principales. Primero, se va a reestructurar, porque estamos teniendo un experimento masivo de trabajar desde casa y el resultado de esto va a modificar la economía del futuro. Otro posible impacto es la aceleración de la automatización y la implementación de robots, inteligencia artificial y aprendizaje automático en trabajos que hasta ahora eran hechos por humanos. Cuando la crisis se termine, difícilmente volveremos a donde estábamos antes.
En el largo plazo, la peor de las crisis se sufrirá en los países pobres. Tanto la epidemia como la crisis económica probablemente golpearán a los países pobres y en desarrollo mucho más que a los países ricos. Por eso creo que es necesario una red de contención global para ayudarlos a enfrentar las consecuencias económicas de la epidemia.
¿Qué elementos positivos se pueden extraer de esta situación?
Más allá del entendimiento de la necesidad de mayor solidaridad global, esta crisis podría enseñarnos a enfrentar de manera más efectiva otros problemas globales, como el cambio climático. En los últimos años se habló mucho sobre el peligro de una epidemia y gobiernos y ciudadanos no invirtieron esfuerzos suficientes para prepararse. Pero ahora nos damos cuenta de que fue un error enorme no prepararnos para esta eventualidad, y espero que aprendamos la lección en relación al cambio climático: que es mejor invertir dinero ahora para evitar el peor escenario.
Otra lección positiva es la importancia de la educación científica y la confianza en la ciencia y en sus expertos. En los últimos años vimos un crecimiento de los populismos, con políticos socavando la confianza de la gente en la ciencia, pintando a los expertos como una élite desconectada de la gente a la que no debemos escuchar. Ahora entendemos la inmensa importancia de escuchar a estos expertos.