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En 1963, el último cimarrón sobreviviente en América, Esteban Montejo, accedió a contarle al poeta y etnólogo Miguel Barnet su vida de esclavitud y su huida a las cimas de los montes. Tenía 103 años de edad y en su memoria guardaba todos los episodios de su existencia, su etapa como esclavo, el aislamiento, el trabajo en las plantaciones de azúcar, las ceremonias de los santeros de las religiones afrocubanas, hasta la Guerra de la Independencia de España. Su biografía fue publicada tres años después en el libro titulado El Cimarrón.

El volumen tuvo una gran acogida internacional y en esos años de efervescencia por la historia de Esteban Montejo, el músico alemán Hans Werner Henze visitó la isla entre 1969 y 1970 y escribió una ópera basada en El cimarrón, con libreto del también escritor alemán Hans Magnus Enzensberger.

Con las actuaciones del barítono puertorriqueño Eliám Ramos, el guitarrista mexicano Pablo Gómez, la flautista estadounidense Jane Rigler y la percusionista española Carlota Cáceres, bajo la dirección escénica de Robert Castro, esta ópera se presentará el sábado 31 de agosto, a las 19 horas, y el domingo 1 de septiembre, a las 6 pm, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, en el marco del Festival IM·PULSO, con el apoyo de la Dirección General de Cooperación e Internacionalización, en colaboración con University of California y Casa de la Universidad de California en México.

La ópera está escrita para cuatro músicos: barítono, que representa al propio Cimarrón, guitarrista, flautista y percusionista. Y, desde su estreno en 1970 como parte del Festival Aldeburgh de Benjamin Britten, la crítica reconoció el dramatismo de la pieza, su audacia en la estructura y sus ritmos.

De acuerdo con el director estadounidense de origen mexicano Robert Castro, se trata de una pieza muy poderosa. “Yo no la conocía y Pablo Gómez me propuso trabajar en esta producción, acepté porque se trata de una ópera muy fuerte, muy poderosa, es acerca de la libertad, de la supervivencia, pero también es acerca de la justicia, la misericordia, la transformación y la integridad; pero creo que la libertad es lo fundamental, así como todas las batallas que debió enfrentar para conseguirla”, explica en entrevista.

El director escénico destaca la construcción sonora de la ópera, con ritmos afrocubanos, pero también sus referencias a la naturaleza. “Es una celebración de la victoria, pero son también ritmos caribeños, afrocubanos, es muy dramática y con mucha energía. Es un gran reto para el cantante porque la música es muy compleja, no sólo para él, también para la flauta, la guitarra y las percusiones; pero especialmente para el barítono, él tiene que compartir la experiencia de un hombre con 103 años de vida con toda la intensidad de su vida, con toda su felicidad y todas las cosas tan duras que vivió. Lo que más me emociona es que podemos hablar cómo podemos perseguir la libertad”, explicó Robert Castro.

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