Sol Henaro cumplió seis meses como directora del Museo Universitario del Chopo y por tal motivo conversa sobre el Museo que quiere crear: “Tiene que ser un museo donde quepamos todes”. Con esto, dice, sí se refiere a las disidencias sexogenéricas, pero también a la comunidad artística local, a los habitantes del barrio de la Santa María Ribera y a los inmigrantes.

“México está pasando nuevamente un momento de mucha visibilidad. Es muy importante en el caso del Museo trabajar en una dimensión de centro social, escapar un poco de los márgenes que le corresponde al arte contemporáneo y poderse enfocar más en la experimentación y la práctica”, dice.

Henaro, quien previamente trabajó como curadora de Acervo Documental y responsable del Centro de Documentación Arkheia del MUAC, explica que en su diagnóstico identificó que el Chopo ya no debía trabajar en “parcelas por separado, sino en práctica rizomática, que es cómo concatenar las áreas para trabajar de una manera integral”. Esto con el fin de que todas las áreas del museo tengan el mismo peso y que no sólo destaquen las exposiciones.

Para lograr esto, la directora explica que necesita voces plurales, por lo que ha realizado cambios:

“No sé empezar despacio, me gusta la intensidad y llegar con entusiasmo. Estoy trabajando con objetivos por trimestres. El primero, trabajamos como equipo para hacer cambios en la médula espinal, por ejemplo, replanteamos el Consejo Asesor. Antes eran tres perfiles, lo amplié a cinco: un representante de artes visuales, que es Abraham Cruzvillegas; uno de artes vivas, Laura Furlan; uno de ámbitos curatoriales y espacios independientes jóvenes, Cristian Gómez; uno del ámbito académico: David Gutiérrez, y un representante de comunidades activistas, que es Mariana Mora”.

Con este Consejo, Henaro espera poder conectar con un público más amplio, como con otras generaciones y sectores no tan atendidos por el arte contemporáneo, como los migrantes, pero no desde lo discursivo y académico, sino trabajar con y para ellos. Pero aún no se sabe de qué forma se hará este trabajo junto a los migrantes. “Es muy delicado y no queremos apresurarnos, sino ver qué tipos de puentes podemos construir para poderlos implicar. Por eso está el consejo, para pedir la ayuda de sectores que ya vienen trabajando en esa dirección”.

En el ámbito editorial, ahora la dirección editorial de la revista Voces, que se regala en la colonia, será por invitación y rotará cada año, y pasará a ser de dos números, en vez de tres. La primera nueva etapa de Voces, que se publicará en 2025, será dirigida por la curadora Gemma Argüello, quien fundó el proyecto “Despatriarcalizar el archivo”.

Otro proyecto nuevo es Efímeropermanente, que consiste en la producción de murales en el jardín del museo, que Henaro espera habilitar para que los usuarios puedan pasar el rato ahí leyendo, comiendo o descansando. El colectivo oaxaqueño La Piztola será el primero en intervenir los muros. Dentro del museo, cerca de la tienda, estará La Vitrina, donde espacios independientes podrán montar una exposición; Labiar, de Lolita Pank, será el primero.

En agosto se inaugurará la exposición del primer gran proyecto internacional de Henaro, frente al Chopo. Será una muestra que viene del Museo de Arte de Sao Paulo, del colectivo Gran Fury, que entre los 80 y 90 luchó contra la crisis del VIH con cultura visual. También se trabaja en un programa para la Semana del Arte en febrero y el festejo del 50 aniversario del Chopo.

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