Venecia, Italia— Las artistas mexicanas Frieda Toranzo Jaeger, Ana Segovia, Bárbara Sánchez-Kane y Aydeé Rodríguez López cuestionan la identidad mexicana en Stranieri Ovunque, título de la exposición internacional de la 60º Bienal de Arte de Venecia. Aquí, las creadoras gozan de un espacio generoso, sus piezas son el centro de atención de las salas en las que se encuentran y son el foco de interés de los visitantes.
A través de sus obras, presentadas en formato de pintura, escultura y video, las creadores mexicanas tratan temas como el machismo visto desde el ejército y la charrería, la identidad vista como maquinaria, y la población afromexicana. En entrevista, las artistas hablan de sus obras y de la experiencia de participar en la Bienal de Venecia, donde exhiben por primera vez.
La obra Rage is a Machine in Times of Senselessness, de Frieda Toranzo Jaeger (Ciudad de México, 1988) es de las primeras en recibir al visitante. La obra de gran escala (mide 15 metros de ancho por 4.8 de alto) aborda muchos temas, pero el hilo conductor es la identidad.
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Toranzo explica que este ensayo, como define a la pieza, es sobre la “máquina identitaria del ser mexicano” y por eso hace referencia al movimiento muralista y sus artistas: David Alfaro Siqueiros, Juan O’Gorman, Diego Rivera y, aunque no fue muralista, Frida Kahlo.
“Pongo estas referencias y la máquina para dar a entender que nuestra identidad es manufacturada, por nosotros, pero más allá, también por quienes nos ven, que es el Norte global. Pero en realidad somos más complejos que eso, la identidad no se puede reducir a clichés y símbolos. Esta es una máquina futurista que genera un futuro que no está predeterminado por el machismo mexicano, sino que se empodera por ideas queer y de liberación colectiva antielitistas”, declara la artista representada por las galerías Bortolami (Nueva York) y Trautwein & Herlet (Berlín).
La pieza de Toranzo Jaeger también aborda el colonialismo. En varias partes tiene escrito “¡Viva Palestina!”. Para la artista es un tema cercano al mexicano porque: “Pienso que cualquiera que ha sido sujeto a violencia poscolonial se puede ver en Palestina. Las luchas están interconectadas: si Palestina no es libre, nadie va a ser libre, los indígenas no serán libres, no seremos libres de la gentrificación. Todos somos parte de este conflicto y a una mayor o menor escala, uno debe ser partícipe para pararlo, porque hoy es Palestina, mañana se puede usar la misma estrategia para oprimir a los pueblos originarios”, afirma.
Con el videoarte Pos se acabó este cantar, Ana Segovia (Ciudad de México, 1991) —quien se identifica con el pronombre él y es representado por la galería kurimanzutto— presenta una tensión homoerótica entre dos charros. Se trata de la primera pieza en video que hace el artista, quien trabaja principalmente el formato de pintura.
Una de las particularidades de esta pieza es que el tradicional traje de charro tiene colores vibrantes, nunca antes vistos. Segovia, quien trabaja el tema del macho en el cine de oro mexicano, explica que con esta obra se dio cuenta que incluso los colores pueden ser políticos, porque al querer mandar a hacer trajes de charros coloridos, se enfrentó a la homofobia y misoginia que sigue dentro de la charrería mexicana:
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“Busqué hacer los trajes charros, iba con los sastres y les enseñaba la paleta de color e inmediatamente se negaban a hacerlo, incluso uno usó la palabra puto. Son colores prohibidos por la Asociación Nacional de Charros. Eso comprobó lo politizado del color y cómo codificamos el color con el género y la sexualidad”. Segovia ya había presentado esta obra en el Museo de Arte Carrillo Gil en 2021. La pieza está acompañada de dos pinturas: Charro Azul y Vámonos con Pancho Villa.
Prêt-à-Patria es una escultura de Bárbara Sánchez-Kane (Mérida, 1987), diseñadora de moda que se expandió al arte, representada también por kurimanzutto. La pieza muestra a tres militares con un uniforme poco convencional: la parte de atrás es de lencería, tienen maquillaje en sus cinturones, las botas parecen guantes de box y están atravesados por un asta bandera.
“Están empalados porque la patria los penetra; cuestiona esta idea de nación, de cuerpo político que representa a instituciones obsoletas”, dice la artista.
“El atuendo militar hace que el cuerpo desaparezca, que se conviertan en cuerpos dóciles para ser usados por el que esté en (el) gobierno”, agrega Sánchez-Kane sobre la pieza que creó en 2020 y que originalmente va acompañada de un performance de ceremonia de honores a la bandera.
Aydeé Rodríguez López (Cuajinicuilapa, 1955) presenta la serie Exhacienda de Guadalupe Colantes, que son pinturas de escenas del sistema de esclavitud colonial en Oaxaca. Estas piezas son parte del ejercicio de la artista, representada por Proyectos Monclova, de investigar sus raíces afromexicanas.
Debut de Kahlo y pintores del siglo XX
El tema de migración y otredad de la exposición de la Bienal permitió que grandes figuras del arte mexicano tuvieran su debut en la Bienal de Venecia. Entre ellos está Frida Kahlo, de quien se exhibe nada más y nada menos que la pintura titulada Diego y yo, un autorretrato que acaparó los encabezados en 2020, cuando rompió el récord de subasta de la mexicana, tras ser comprada por más de 34 millones de dólares por el coleccionista argentino Eduardo Costantini.
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Este cuadro se exhibe en el núcleo “Retratos” de la 60º exposición internacional de la Bienal de Arte de Venecia, en la sede de I Giardini della Biennale. Aquí, a través del arte de 112 artistas de todo el mundo, se puede ver “un testimonio de cómo la figura humana ha sido explorada de numerosas formas por parte de artistas del Sur global, haciendo reflexionar sobre la crisis de la representación del humano que caracterizó gran parte del siglo XX”. En efecto, en esta sala se ven rostros de piel morena, negra, ojos rasgados, indumentaria árabe, cabello afro y otros rasgos que no pertenecen al canon de belleza europeo.
En estas salas también se puede observar el debut en la Bienal de Miguel Covarrubias, con el retrato de un hombre indígena en El hueso (1940), y de Roberto Montenegro con Pescador de Mallorca (1915), ambas prestadas por el Museo Nacional de Arte del INBAL. Las artistas Olga Costa y María Izquierdo debutan con autorretratos que abordan la complejidad de la mujer mexicana en el siglo XX; ambos son de la Colección Andrés Blastein. De Rolanda Costa, artista nacida en Estados Unidos, se presenta Tehuana (1940), retrato de una joven del Istmo de Tehuantepec en el que se ve el impacto del muralismo.
A excepción del resto del grupo mexicano, no es la primera vez que Diego Rivera forma parte de la Bienal de Venecia. En esta ocasión se encuentra emparejado estratégicamente con la obra de Kahlo, con el cuadro Retrato de Ramón Gómez de la Serna (1915), que también fue adquirido por Costantini.
En otra sala se encuentra el núcleo “Abstracciones”, donde 37 artistas muestran cómo se apropiaron de la geometría abstracta constructivista europea para dar paso a figuras orgánicas, curvas y colores brillantes. Ahí participa el artista Eduardo Terrazas, quien también expone por primera vez en la Bienal, con su obra 1.1.91.
La exposición Stranieri Ovunque concluye el 24 de noviembre.