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¿Cuál es el destino de las colecciones de arte popular en México ? Esa es una pregunta que surge al ver la exposición “Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas”, que desde hoy se puede ver en el Museo del Palacio de Bellas Artes .
Una pregunta que propone la muestra, curada por el investigador Juan Coronel y Rivera y Octavio Murillo Álvarez –quien es director de Acervos de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas- es cuáles son las otras estéticas, más allá de la grecolatina, que tradicionalmente es la que ha reconocido Occidente, es decir Europa y Estados Unidos.
La muestra “Arte de los pueblos de México. Disrupciones indígenas” está integrada por más de 500 piezas, y son creaciones de alrededor de 40 pueblos indígenas de México, obras que van del siglo XIX al momento actual. Obras que están en colecciones como la que formó el artista Roberto Montenegro hace un siglo –lo que queda de ésta lo conserva actualmente el Cencropam del Instituto Nacional de Bellas Artes--; obras que forman parte del acervo del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas –cuya sede está tomada actualmente--, y también obras que se provienen de museos como el Nacional de Antropología, el Franz Mayer, el Comcáac del Instituto Sonorense de Cultura, el Nacional de Culturas Populares, el Textil de Oaxaca, la Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, de Fomento Cultural Citibanamex –que está en proceso una venta--, la Universidad Autónoma de Baja California, y de varias instituciones y colecciones privadas.
Dos cerámicas que hace 100 años se presentaron, están en la muestra en Bellas Artes. Foto: Sonia Sierra/ EL UNIVERSAL
Se pueden ver, por ejemplo, una batea de la cultura nahua, de madera tallada con flores, de inicios del siglo XX; una colcha de algodón tejida en telar, de 1853; un plato de 1800 creado en Guanajuato, en el taller de Miguel Hidalgo y Costilla; una capa del siglo XIX hecha con pelo de rata y otros roedores, de la cultura kumial, de Tecate; una figura con cabeza de cerdo de la cultura ben’zaa, zapoteca, de 1970; una tabla de estambre wixárika, huichol, de los años 90; una caja para marimba, de Chiapas; una bellísima manta de plumas de diversas aves, de otra de las culturas del norte de México. Sí, hay énfasis en las culturas del norte, aunque están incluidas las del centro y del sur, pero no es una exposición “exhaustiva”, explicó Juan Coronel Rivera, sino que ahonda en alrededor de una decena de grupos.
La exposición está integrada también por una serie de obras de arte contemporáneas, en cuya curaduría participo la directora del Laboratorio Arte Alameda, Lucía Sanromán.
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Ayer, en conferencia de medios, Juan Coronel Rivera recordó que esta muestra nació de la idea de analizar el proyecto que en 1921 desarrolló Dr. Atl bajo el nombre de “Arte popular mexicano”, que incluyó una exposición en un edificio en Av. Juárez, y una doble edición. Entonces, en el proyecto expositivo participaron Roberto Montenegro –que integraría una colección-- y Jorge Enciso: “Fue la primera exhibición que se hizo en la historia sobre arte popular; esto fue fundamental porque ahí inició el estudio y apreciación del arte popular al interior de las instituciones. Fue un parteaguas”.
Ejemplos de madera tallada de la cultura comcáac. Foto: Sonia Sierra/ EL UNIVERSAL
Coronel Rivera explicó que el arte indígena y el arte popular son dos expresiones completamente distintas, que nacen y se desarrollan en ámbitos diferentes.
Los núcleos de la muestra son: La utopía estética revolucionaria; El rostro de una nación; Irrupciones y confluencias; Independencia estética; Arte para la vida, y Resistencias y resonancias.
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“Es una selección meticulosa –comentó Juan Coronel Rivera- donde se reunieron las piezas que consideramos más representativas e importantes de cada una de las culturas, hay obras extraordinarias, muchas se encuentran en acervos reservados, no están visibles al público”.
Caja de una marimba, de Chiapas. Foto: Sonia Sierra/ EL UNIVERSAL
El curador resaltó que cada una de las culturas que están en la exhibición tiene una estética derivada de su desarrollo cultural, que tienen un parámetro equiparable a cualquier cultura desarrollada en cualquier parte del mundo: “Estamos educados con una retórica occidentalizada, y una propuesta de la exposición es dar entrada a este pensamiento distinto”.
La muestra se presenta en las salas de la planta baja y el primer piso de Bellas Artes; estará de martes a domingo de 11 a 17 horas, hasta el 17 de abril.