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El Tajín, en Papantla, Veracruz, considerado como uno de los sitios arqueológicos claves de la época precolombina y conocido por sus campos de juego de pelota y templos escalonados, brinda información relevante sobre las civilizaciones que habitaron ahí en el Periodo Epiclásico mesoamericano.
Los trabajos arqueológicos realizados por diferentes generaciones de especialistas han construido, desde el 12 de julio de 1785, fecha en que se descubrieron las ruinas de El Tajín, un imaginario colectivo alrededor del emblemático sitio, recordó el arqueólogo Leonardo López Luján en la ponencia titulada El arte en El Tajín. Imágenes e imaginarios de hace un milenio, realizada el jueves pasado en El Colegio Nacional.
López Luján dio un repaso por las primeras exploraciones de las pirámides que conforman al sitio, y contó la historia del arquitecto alemán Carl Nebel, quien en 1831 realizó una exploración costosa en el lugar.
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“Nebel mandó a cortar los árboles que crecían en torno a la pirámide para elaborar lo que, sin duda alguna, es la litografía más espectacular de su álbum, publicado en París en 1836. Pintó una reconstitución geométrica de la Pirámide de los Nichos sin desplomes ni faltantes, con el fin de que el interesado pudiera obtener medidas exactas de cualquier elemento arquitectónico a partir de la litografía”, señaló el arqueólogo.
Más allá de los esfuerzos de los arqueólogos e historiadores por desentrañar los secretos de El Tajín, el imaginario actual del legendario conjunto fue construido a partir de imágenes que artistas como Diego Rivera y otros muralistas han pintado en la historia reciente, de acuerdo con la arqueóloga Sara Ladrón de Guevara.
Para la también historiadora del arte, el incluir la experiencia estética en la discusión de El Tajín es una cuestión poco común, pero que arroja respuestas sobre la estrecha relación que existe entre los seres humanos y la historia.
“Considero que hubo un mayor efecto de los artistas y creadores que de los propios arqueólogos en El Tajín, es más común que los mexicanos veamos imágenes y se queden en nuestra memoria; los arqueólogos escribimos para otros arqueólogos, pero los artistas se dedican a transmitir el conocimiento”, expresó en su participación.
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Ladrón de Guevara analizó el mural La Civilización Totonaca, de Diego Rivera, y dijo que el artista tuvo que documentarse y visitar El Tajín para realizar su obra, ya que los detalles en la pintura hablan de un conocimiento profundo del sitio y sus costumbres.
“La población conoce más a El Tajín por la pintura de Rivera que por las investigaciones arqueológicas, es sorprendente; eso nos demuestra la fuerza que tiene el arte y la estética en relación con la memoria histórica, en muchas ocasiones el arte es capaz de comunicar mejor que la arqueología”, finalizó.
Sara Ladrón de Guevara
Arqueóloga
“La población conoce más a El Tajín por la pintura de Rivera que por la arqueología, eso demuestra la fuerte relación entre el arte y la memoria histórica”
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